Martín Ribes. Formador en Chamanismo Práctico Contemporáneo®
Recientemente, a mis 44 años, tuve mi debut diabético tipo 1 insulinodependiente, tras una fuerte crisis que me tuvo inactivo durante más de un mes. Debutantes nos llaman a los que nos diagnostican por primera vez. Ante una sacudida así me dije: “Pero, ¿cómo puede ser? Con todo lo que yo me trabajo, con la conciencia que le pongo a todo… ¡A santo de qué!”.
Por cierto, esta expresión nace de la antigua creencia, muy chamánica, de que cada acto de la vida cotidiana podía encargarse o encomendarse a un santo, ofreciéndole devoción o algún sacrificio. Por ejemplo, San Cucufato podía ayudar a encontrar objetos perdidos, Santa Lucía a curar el mal de ojo, San Isnardo era invocado para adelgazar, San Blas para aliviar los dolores de garganta o San Antonio podía ayudar a las jóvenes a encontrar pareja. Por esta razón, cuando una persona hacía un acto arbitrario o sin sentido, se le preguntaba por el santo al cuál se había encomendado para tomar dicha decisión “¿a qué santo ofrendas este acto?”, “¿a santo de qué haces esto?”.
Y esto es lo que le preguntaba yo a la vida. Y la vida me respondió.
Una vez pasada la fase de no aceptación y posterior enfado, mi mente empezó a estar lo suficientemente clara y despejada como para empezar a recibir las respuestas. Cogí mi tambor e hice las preguntas correctas. El tipo de preguntas que nos hacen crecer en lugar de posicionarnos como víctimas: “Gran Espíritu, ¿cuál es el aprendizaje detrás de todo esto?, ¿qué mensaje trae la diabetes?, ¿qué cambios he de realizar en mi vida?, ¿cómo puedo usar lo acontecido a mi favor?”.
Y las respuestas que me llegaron han sido y siguen siendo muchas. Porque un suceso así da mucho juego, da mucha información para que se haga consciente, se libere y sigamos creciendo más libres. Parece que en estado de crisis nuestra conexión con el espíritu es fuerte y lo que ha de salir para ser transformado, iluminado por la conciencia, está a flor de piel.
En mis visiones me fueron mostradas imágenes, acompañadas de sentimientos, de las vivencias que experimentó mi madre, que es alemana, y fue testigo de las atrocidades de la 2ª Guerra Mundial a la edad de seis años. Eran una familia próspera. Tenían una granja y una tienda de ultramarinos que fue bombardeada y utilizada como enfermería. Pudo ver muchos cuerpos heridos, mucho sufrimiento e incluso llegó a correr entre balas en un tiroteo entre los dos bandos. Todo esto se me mostró en visión cuándo pregunté de dónde venía mi diabetes, cuál era su precedencia. Estos acontecimientos desarrollaron amargor, falta de dulzura, en el interior de mi oma (abuela en alemán) y de mi madre, ambas diabéticas.
En la visión, Gran Espíritu me reveló que heredamos las virtudes y los rasgos físicos de nuestros ancestros, pero también heredamos lo que no han gestionado emocionalmente y que esto (a mis otros hermanos les ha tocado otra cosa) me había tocado darle luz a mí.
Así que cada mañana, cuando abro las direcciones, en el Norte, que es dónde se colocan los ideales, pido a las cualidades superiores de la Alegría y la Dulzura que se manifiesten en mi día. Medicina del Alma…
En otro viaje chamánico en el que pregunté “¿qué cambios he de realizar en mi vida?, ¿cómo puedo usar la diabetes a mi favor?”, me revelaron que yo debía tomarme la vida con más dulzura y alegría, sin tomarme las cosas tan personales, sin tanto esfuerzo. También, que honrara a mis ancestros y que por lo que ellos sufrieron, debía ser realista, y no tomarme las cosas tan dramáticamente. Me dijeron que la función que tiene la diabetes es la de “avisadora” y recordatoria de que es así como he de manejarme por la vida. De otra forma no hubiera hecho los cambios de actitud necesarios.
Al poco tiempo de recibir e integrar estos mensajes, José, un alumno que participó en la última edición del taller “Aprendiz de Chamán” y al que le estoy profundamente agradecido, me habló de la planta maestra stevia y de cómo ésta ayuda a bajar los niveles de glucosa en sangre. La conseguí y lo primero que hice fue un viaje chamánico para contactar con su espíritu, conocerlo y pedirle que potenciara su don sanador. Se me apareció una forma luminosa femenina, realmente hermosa, que se acercó a mi páncreas y le susurró muy, muy dulcemente “despierta… despierta”. Mientras esto sucedía lágrimas de dicha se deslizaban por mis mejillas. Medicina del Alma…
Mis niveles de glucosa en sangre han bajado considerablemente y he reducido las unidades de insulina a inyectar. Pero eso no es lo importante. Lo importante es que la sanación se está dando en mi Alma, en mi actitud, en mis ancestros.
Gracias Gran Espíritu porque el Chamanismo, la Medicina del Alma, se cruzó en mi camino… ¡Ahó!
Del 30 de abril al 6 de mayo del 2018 Martín Ribes y Ana Pérez
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Un entrenamiento en técnicas de sanación chamánicas que cambiará por completo tu vida.
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