Quién es
Lleva más de veinte años conectada con su consciencia. Su constante labor de aprendizaje, búsqueda y crecimiento interior la llevó hasta Japón en busca del secreto de la filosofía ninja para poder compartirlo. Eva Sandoval es autora del libro "¿Y tú qué crees?" y acaba de publicar "Tu poder ninja. La vida en lucha no es vida" (Ediciones B). Como deportista, también incursiona en el mundo del motociclismo y practica pádel. Imparte conferencias y talleres para redescubrir la grandeza interior. Viaja regularmente a Japón para entrenar con el maestro Masaaki Hatsumi.
Contacto: evasandoval.es
Aurelio Álvarez Cortez
-Existe una imagen distorsionada del ninja, Eva. Tú dices que conoce el arte de la vida, entre otras tantas cosas.
-La imagen que nos llega del ninja es la de Hollywood, donde primero venden más las historias de amor, y luego la violencia, la agresividad. A ello se suma el concepto de superhéroe. Hay documentos que datan a los ninjas hace más de cinco mil años, que originalmente se llamaban shinobi, personas muy preparadas que se conocían a sí mismos, también la vida, el entorno, la naturaleza. Para el verdadero ninja la última opción era luchar. Por eso me inspira tenerlo como referencia, para dejar de luchar, incluso estando preparado para hacerlo. Con la lucha todos pierden, incluso quien gana. En la sociedad actual se valora mucho competir, ganar, ser el mejor, que a nivel espiritual realmente no sirve de nada, solamente a nuestro ego. Esta forma occidental del ninja despierta ahora para darnos cuenta de que la mayoría de las cosas no son como se nos ha dicho y tenemos la oportunidad de preguntarnos qué es cada cosa y luego decidir, expandiendo esta idea de que luchar siempre es la última opción.
-En ningún momento hablas de educación, sino que te refieres a "domesticación".
-No nos educan, nos domestican. El origen de la escuela es militar, quiere decir que ahí no se está educando, sino haciendo que los niños, de mayores, realicen las cosas que otros quieren. Educar es acompañar, sacar lo mejor de uno mismo, darnos cuenta de lo que nos gusta y potenciarlo. A mí me han obligado a saber quiénes eran los reyes visigodos, información que me ha servido muchísimo en la vida (risas). Aprendí temas que no me importaban o llamaran mi atención, ni me inspiraban.
-Afirmas, precisamente en relación con la domesticación, que el espíritu del ninja es vivir desde un corazón puro y no una mente condicionada, lo que tienen "de fábrica" los niños.
-Aquí hay un tema de traducción, del japonés, también del chino. La mayoría de las traducciones usan el concepto "correcto". El ninja sabía cuándo tenía un corazón correcto o un corazón puro. Para mí, es tiempo ya de dejar los juicios atrás y de decir lo que está "bien" o lo que está "mal", lo que es correcto o incorrecto. Prefiero utilizar la palabra puro en el sentido de no adulterado, cuestiones basadas en el respeto, la empatía, el amor, la paz, el bienestar, referidas a las personas, al planeta. No se trata de enjuiciar, criticar o quejarse. Los grandes maestros de la pureza, en este sentido, son los niños, ellos no enjuician.
-Con los recursos que ya tenemos, sin buscar fuera de nosotros, aseguras que podemos cambiar lo que queramos o necesitemos, o no cambiar nada porque todo es perfecto, aquí y ahora. ¿Cómo se entiende?
-Una vez, entrenando, estaba impacientándome porque no me salía una técnica y vino hacia mí uno de los maestros de ninjutsu. Dijo. "Tranquilízate, tú ya lo sabes todo". Le respondí con cierta molestia: "Si lo sé todo, ¿para qué estoy entrenando?". Me miró y sonrió, no era el momento de darme cuenta. Luego comprendí. Esa aparente paradoja de que no necesitamos cambiar nada y a la vez queremos cambiar, teniendo los recursos, ocurre porque hace falta un elemento, el factor "dónde estoy en el camino". No es lo mismo conducir un coche por primera vez que llevar 20 años haciéndolo. Recordemos la famosa frase aquella de que el maestro aparece cuando el alumno está preparado. No necesitamos nada y queremos sacarnos esa información que nos dice que necesitamos cosas para poder creernos que no necesitamos nada.
Mira un ejemplo de mi vida personal. Empecé buscando y encontré una herramienta de cambio, para la cual me formé como instructora en Estados Unidos. La utilicé, después llegó el momento en que no la necesité más y ya no la uso. Cuando comencé era muy escéptica y si me hubieras dicho que iba a estar como ahora, hubiera afirmado que no. En los inicios creía que necesitaba un referente científico que me lo demostrara, ver para creer, y cuando sucedió, lo creí y pude ser capaz de hacerlo. En su momento me hizo falta esa experiencia, cada parte del proceso tiene sus características. En cualquier caso, el proceso debe ser fácil y divertido.
-Explícame las tres habilidades del ninja: actitud, perseverancia y fe.
-La actitud es la energía que utilizamos, el poder que ponemos en cada cosa que hacemos. Perseverar es mantenerse en algo aunque todavía no haya ocurrido, y la fe es saber que eso estará ahí aunque todavía no lo pueda ver. Son tres conceptos muy relacionados. La fe, además, es una forma de confianza un poco más misteriosa y potente porque incluye aspectos menos terrenales, independientemente de lo que crea cada persona. Para mí contiene lo que utilizaba mucho el ninja, la conexión entre el cielo y la tierra; él era un conector excelente cuando se dejaba guiar por los dioses, el universo, la energía, la fuente, da igual el nombre que le pongas.
-¿Por qué sostienes que la aceptación es la puerta a la transformación?
-Buda decía "lo que resistes, persiste; si lo aceptas, cambia". Entonces aceptar algo para mí es indispensable para poder seguir, viviendo lo que estás viviendo en este momento. De lo contrario nos quedamos enganchados, pretendiendo una vez más que la mente entienda una cosa que tal vez podemos comprender o no, pero que no tiene ninguna utilidad que lo razonemos. Muchas personas repiten la misma historia, bien para entenderla, bien para criticarla, y así perpetúan algo que no quieren en su vida; por lo tanto la energía, la actitud, está en lo que no deseamos. Aceptar es una forma de release, o dejar ir. Dejar que sea lo que es, no oponerse a lo que es, no luchar absurdamente o perder la vida y la alegría de vivir. Es una locura que nos pasemos el día buscando que algo no sea como es. Si aprendemos ahora, nuestro destino será diferente.
-¿Estás segura de que las personas agradecidas son realmente felices?
-El agradecimiento es el gran antídoto de la infelicidad y la insatisfacción. En consulta algunos me preguntan qué hacer ante determinada situación y respondo "agradecer y aceptar". Un buen ejercicio es, cuando estamos criticando cualquier cosa, poner la atención en algo bonito, que nos guste, de eso que estamos reprochando. Y créeme, siempre hay algo, es una forma de agradecimiento. La crítica es uno de los resultados de la domesticación tan radical, con ella estamos perdiendo nuestra parte más intuitiva. Compartamos lo que estamos de acuerdo. De este modo iremos dejando la atención en aquello que no queremos y no lo atraeremos.
-También dices que la felicidad nos sitúa en la atención del presente. Si somos felices en este momento no hay forma de ir al pasado o al futuro. Experimentamos aquí y ahora.
-Experimentando es la palabra clave, aquí, sin pensar. El maestro, Masaaki Hatsumi, dice que si no eres feliz hoy en tu vida cotidiana olvídate de serlo en el resto. La domesticación consigue que creamos que seremos felices cuando ganemos la lotería, cuando nos jubilemos... y dejamos de experimentar ser felices ahora mismo e ir expandiendo la experiencia.
-Comentas que el ninja asume que no hay rivales, sino maestros, y este pensamiento se puede trasladar a la vida cotidiana.
-Había un famoso samurái, Miyamoto Musashi, de quien se escribieron muchos textos. No tenía miedo a morir y por eso sus adversarios no se atrevían a atacarlo. Nuestro propio miedo es el que hace que creamos rivales. No sé qué sucede en un campo de guerra, pero en los entrenamientos he simulado combates y quien pierde es el que cree en el rival. Hatsumi Sensei enseña constantemente ver que en el otro también estoy yo, refleja una parte de mí y deja de ser mi propio rival. Si hay un rival fuera, tengo un rival dentro. Actualmente en la escuela se educa compitiendo, rivalizando, para ser el mejor de la clase, sacar las mejores notas, ser el más guapo, el más exitoso, en lugar de compartir, cooperar. Todos somos diferentes, únicos. No somos rivales, sino complementarios, unos de otros.
-Invitas a no confundir flexibilidad con debilidad.
-Socialmente la vulnerabilidad está mal vista. Nos educan para ser fuertes. Es muy común escuchar una conversación en que alguien comente "Fulano es demasiado bueno" o "te toman el pelo porque eres muy bueno"... Distinguir entre ser flexible y ser vulnerable es muy significativo. En 1996 Hatsumi Sensei vino a Barcelona y en una clase preguntó con mucho humor: "¿Quién es el maestro aquí?". Todos respondieron: "¡Tú, tú, tú!". "Sí, muy bien", dijo, y señalando a un compañero volvió a preguntar: "Supongan que él tiene un cuchillo, ¿quién es el maestro aquí?". Como conocíamos su destreza, la contestación fue la misma: "Tú, tú...". "Y si tiene una pistola, ¿quién es el maestro?", insistió. La lección fue la importancia que tiene aceptar nuestra vulnerabilidad.
Lo rígido puede romperse. De ahí las metáforas sobre la flexibilidad, como el bambú que se dobla y es más fuerte que el roble, o los labios que protegen los dientes. Cuando alguien quiere demostrar que es fuerte, en realidad esconde mucho miedo. En cambio, paradójicamente ser consciente de la propia vulnerabilidad es un signo de fortaleza interna. Siempre habrá alguien más fuerte que tú. Es absurdo la carrera por ver quién lo es. Ser vulnerable y flexible no es incompatible. Además, no creo que haya nadie invulnerable en la vida.
Por otra parte, en el capítulo "Si te caes, levántate" recomiendo "deja que pase". Si te caes no te preguntes o analices por qué. No. Levántate, es la esencia del ninja.
-Por último recomiendas divertirse y sonreír.
-Mi creencia personal es que la diversión es indispensable para todo. Al niño se le dice "diviértete ahora que cuando seas mayor verás la vida de verdad" y más tarde dejará de jugar. Yo estoy en el mundo del motociclismo, del pádel, de las artes marciales, de la escritura, y a partir de cierta edad parece que divertirse está prohibido. En todos esos ámbitos, donde la competición está muy relacionada con el esfuerzo, no vale de nada participar si no hay diversión. Puedes ser el número uno, pero si no te diviertes de qué te sirve. Y esto no significa estar todo el día riendo, sino hacer aquello que te gusta y disfrutar. Sentirte feliz.
-Entonces habrá que "celebrar la verdadera importancia de las cosas", según una frase tuya.
-Exacto. Imagínate, he tardado 30 años en darme cuenta de eso. Muchas veces utilizo la sabiduría de una maestra mía, una amiga de cinco años, que siempre que ocurre algo, te mira y dice "no pacha nada". La madre se queja por una mancha en el sofá y ella comenta "no pacha nada, mamá". Estamos queriendo mentalmente prepararlo todo y cuando llega el momento, ante la muerte o la enfermedad por ejemplo, pasa lo que pasa. Actuamos. ¿Qué es lo importante de verdad? Que cada uno se pregunte y se responda.