Aurelio Álvarez Cortez
Dos mujeres concibieron la idea de reflejar a través de la historia de Beth, la protagonista de la ficción relatada en “Mi vida lejos de mí” (editorial Alrevés), su experiencia profesional como coachs y formadoras de habilidades directivas. Ainhoa Berganza, psicóloga, y Ana Guiu, economista, convocaron a Eider Madariaga, periodista, para que juntas pudieran contar la historia de una joven que se encuentra en un momento en que todas las parcelas de su vida se tambalean.
Minutos antes de hacer la presentación de su libro en Valencia, Ana expresa que a través de su experiencia profesional advirtieron que “muchas personas no saben lo que el coaching puede hacer para ayudarles”, por lo cual el objetivo de esta, su primera experiencia narrativa, “es dar a conocer qué es el coaching y qué se vive en un proceso de coaching”.
Beth tiene dos hijos pequeños que no le dan respiro, un marido absorbido por su trabajo profesional, desalentada en su propio ámbito laboral, lejos de amistades significativas de su bitácora personal… Y de pronto ese ciclo agoniza y la vida le pide un giro radical. “Necesita pedir ayuda y recurre a un coach. De modo que se ve, paso a paso, el proceso de transformación de Beth”, prosigue Ana. Y se lanza conscientemente hacia un cambio profundo, personal y profesional.
Obviamos las alternativas de las distintas fases del relato, pero digamos que el último capítulo cierra con un viaje a Machu Picchu. “Un lugar mágico, simbólico, muy espiritual que tiene una directa relación con una experiencia nuestra. Con Ainhoa hicimos este viaje, que duró tres semanas y que tuvo mucho significado: de allí salió nuestra marca de empresa, Inti, que en quechua significa fuerza, energía”, confiesa Ana.
A pesar de que el coaching “es una palabra muy de moda, que se ha utilizado muchísimo, realmente hay gente que no sabe exactamente, cuando necesita ayuda, si puede ayudarle o no”, afirma Ana, cuestión a la que se suma otra, a la que se refiere Ainhoa: “Existe una mala praxis y un uso irresponsable, que le está haciendo daño a la profesión y que señalamos como la prostitución del coaching. Ahora haces un taller de dos horas y parece que ya eres coach. Creemos que la profesión merece mucho más respeto. Yo soy psicóloga, Ana economista, pero con un background de conocimiento en desarrollo personal. No es de un día para otro que eres coach”.
Para ello, señalan, si el coach “es un psicólogo ya es una garantía, y si no lo es, como Ana, que tenga una formación en PNL, Gestalt, en eneagrama, hay un máster en la Universidad de Barcelona de desarrollo y liderazgo personal… Un departamento de recursos humanos en una empresa es algo que puede estar ligado” al coaching.
Precisamente, el mundo empresarial se ha volcado al coaching. “Muchas empresas no pueden en este momento aumentar el salario de su personal, pero sí pueden comprometerse en su motivación –agrega Ana–. Si tienes un trabajador motivado, que se siente realizado en su puesto de trabajo, dará mucho más laboralmente. Con formación, ayudándole a que esté a gusto en su puesto de trabajo, conectado con sus valores, que se sienta bien como persona y profesional. Esto lo podemos trabajar a través del coaching”. Ainhoa y Ana asisten y participan en estas experiencias formativas en empresas, a nivel de alta dirección, mandos intermedios y con personal de gran potencial en la organización.
Un punto destacable en “Mi vida lejos de mí” es un rasgo de exquisita sensibilidad en los roles masculinos diversos que rodean a Beth, como su hermano, el esposo, un antiguo novio. “Son reflejo de los hombres que tenemos en nuestras propias vidas, pilares importantes”, apunta Ana, como el caso del padre de una de ellas, o un hermano, en este caso que “se siente identificado” con su “doble” en la ficción, según apunta Ainhoa.
Y, tanto en los personajes como en los escenarios que enmarcan momentos de la historia, se presenta “la Barcelona de hoy”. Por ejemplo, el hermano gay de Beth, cafés y restaurantes reconocibles y otros lugares ícono de la Ciudad Condal.
La realización del libro tiene dos partes. Una, la primera, “una experiencia muy íntima, el trabajo en equipo que hicimos las tres, y una segunda, que es darlo a conocer al mundo, por la cual nos sentimos muy afortunadas porque es un tesoro que tenemos para darlo y que a muchos puede ayudar. Sentimos un gran agradecimiento por ello”, dice Ana, a lo cual añade Ainhoa: “Hasta que salió publicado, me embaracé, mi hija cumplió un año… Es un proceso absolutamente vital y transformador, muy chulo, porque muchas veces viene a mí el personaje de Beth y me hace reflexionar sobre lo que quiero y no quiero. Muchos me dicen ‘tú eres Beth’. Es un acompañamiento en mi vida, un yo que tengo ahí que me va cuestionando sobre lo que voy viviendo. Para mí es un tesoro personal. Además del regalo que estamos haciendo porque llegamos a mucha gente, da sentido a nuestro trabajo que es ayudar a las personas”.
De cara al futuro, anticipan por lo menos una segunda parte, de la que prefieren no dar muchas pistas. O sí, una. Ana comenta que “un tema interesante por trabajar es la enfermedad. Hoy la salud es un tema recurrente, como el cáncer. ¿Qué pasa?, ¿cómo lo vives?, ¿cómo afecta al entorno?, la actitud ante la enfermedad”. Mientras tanto, nos quedamos con una novela de lectura ágil y que invita a la introspección. Y algo más: la tercera edición de “Mi vida lejos de mí” saldrá con un sello amarillo y sus autoras tienen un sueño: ver la décima edición, con un sello color lila. “Esto es muy importante porque cuando visualizas un sueño y lo compartes con el mundo, tienes muchas posibilidades de que se haga realidad”.