Aurelio Álvarez Cortez
Al término de su disertación sobre el tema "Liberarse de las influencias y vivir sin miedo" le pedimos que resuma su contenido para publicar en la revista, pero de inmediato la conversación gira hacia la felicidad porque, después de todo, he aquí la cuestión: si vivimos sin miedos, seguramente nos sentiremos felices... ¿o no? "Buscamos la felicidad en medios externos, intentamos que el trabajo nos haga felices, también la familia, o ir de vacaciones a tal sitio... Sin embargo, ¿esa es la auténtica felicidad?", comienza diciendo Marta Matarín, miembro del equipo de coordinación nacional de Brahma Kumaris, y prosigue: "Puede que aún así no esté satisfecha conmigo misma, y todos conocemos casos de este tipo".
Es que, más allá de tener todo aquello, "está el miedo de hasta cuándo lo tendrás, el miedo de perder lo que un día considerabas que era un éxito. Vemos que todo eso no es un éxito permanente, o una felicidad permanente que siempre se encontrará ahí".
Según esta visión, puntualiza, "este otro miedo conduce a darse cuenta de que todo lo externo, en esencia, no es lo que produce una verdadera satisfacción personal", y es que "el hecho de ir detrás de algo me crea ansiedad y estoy en el futuro, no aquí", reflexiona.
Generalmente entendemos que "puedo ser feliz mientras consigo mis objetivos, disfrutar y estar contento siempre y cuando voy obteniendo algo", pero Marta invita ir más allá: "Ver cómo esa felicidad nace de dentro. He conocido personas que han tenido absolutamente todo lo que uno consideraría que es necesario para ser feliz y en cambio no lo son. Conocemos personas a quienes quizá les vaya bien las cosas, pero en realidad qué significa que las cosas nos vayan bien; finalmente, todo es una cuestión de creencias".
Fracaso, éxito
Aquí introduce otro elemento relevante: el fracaso. "Socialmente el éxito está bien reconocido y no el fracaso, cuando en realidad detrás de un fracaso puede haber éxito. Detrás de estas nubes o tormentas, incluso, está el sol. En el fondo hay algo bueno ahí, siempre y cuando aprendamos y nos sirva de cara al futuro".
También existe el problema del tiempo. Al respecto, Marta señala que "pensando en el pasado, algunos lloran por lo que han tenido pero ya no, o nunca tuvieron. Se sienten fracasados o anhelan algo que está en el futuro. Por tanto son como aquel burrito al que le muestran la zanahoria para que avance y nunca la alcanza. Se lamentan, pero con el presente, que es el mayor regalo de la vida, ¿qué hacen con él?".
Mientras tanto, a quienes consideran que su presente no es tan dichoso propone observar "qué actitudes pueden desarrollar ahora", e invita a reconocer que "en el marco de la crisis están pasando cosas muy bonitas, personas que demuestran un sentimiento precioso de generosidad y solidaridad que antes no surgía de esta manera; vecinos, familias, que se ayudan unos a otros. Quizá no estamos valorando las cosas como debiéramos".
Y también están quienes ya se han jubilado. Algunos no saben qué hacer, cuando "tienen todo por hacer, tanto para dar...". Marta recuerda que "jubilación viene de júbilo, alegría". No obstante, "hay muchas personas que se han dejado llevar por su identificación con todos los roles que han representado en su vida y de repente los pierden, entonces sienten que pierden su identidad, lo pasan muy mal. Pero deben saber que 'hacían de'. No eras tú ese puesto de trabajo con el que te estabas ganando la vida. Además puedes descubrir el valor del tiempo. Personas jubiladas que hacen con su tiempo maravillas, cosas que les satisfacen, les llenan, cosas que jamás habrían pensado y descubren el valor del tiempo en sí mismo porque están aportando a la vez. El hecho de que hacer algo para los demás es francamente útil".
Recursos internos
Por último, se encuentran quienes "tienen muchas cosas en su contra". Al respecto, Marta dice: "No estoy segura de que tengan todo en contra. Veamos, quizá sea la oportunidad de sacar de mí algo que jamás había pensado que sería capaz de hacer, o dedicarme a algo, o desarrollar una habilidad con la cual no me vinculaba para nada. Se trata de ver la botella medio llena. Está claro que eso también exige lo mejor de uno, lo cual es bueno. Cuando se consiguen las cosas con facilidad no se valoran para nada. Cuando alguien no obtiene algo por sus propios medios, los demás pueden ayudar, por supuesto, pero cuando algo sale de dentro de uno, de la creatividad que uno desarrolla cuando se acaban las posibilidades, encuentra en sí mismo recursos a priori impensados".
En cualquier caso, admite que "el estado anímico es fundamental, es decir, no perder el ánimo ni la esperanza".
Mantener un equilibrio entre la cabeza y el corazón, para también estar presentes de esta forma. Resulta fundamental "para sentirse seguro, firme, estable y por lo tanto para poder afrontar situaciones del día a día sin miedo, y sin expectativas, confiando en las cosas que suceden, fluyendo, sin perder las oportunidades que aparecen".