Olga Lava Mares. Kinesióloga y Formadora de Terapeutas
La finalidad del sistema linfático es limpiar el organismo, librándonos de virus y toxinas. Se trata de una estructura formada por vasos linfáticos, nódulos y órganos capaces de combatir infecciones. En ocasiones este sistema se debilita y por ello es importante saber cómo depurarlo y rejuvenecerlo.
Los vasos linfáticos se encargan de llevar la linfa que se origina a nivel de los tejidos hacia el sistema venoso y la reincorpora a la circulación sanguínea. Estos vasos se encuentran presentes en prácticamente todo el organismo.
La linfa es un líquido de color ligeramente amarillento formado en su mayor proporción (90%) por agua. Asimismo, está constituida por proteínas que desde el torrente circulatorio han pasado a los tejidos, grasas, restos de células muertas, de bacterias, de células malignas (en el caso de un cáncer) y de células presentes en la sangre como linfocitos. La linfa se depura y es filtrada por los nódulos linfáticos antes de retornar a la circulación general. En todo el organismo se forman de 1 a 2 litros de linfa.
Los ganglios o nódulos linfáticos se sitúan a lo largo de todo el organismo, siendo especialmente abundantes en cuello, axilas e ingles. Poseen una forma variable (redondeada, alargada o con forma de habichuela) y un tamaño que oscila entre 0,5 y 1cm, pudiendo aumentar debido a procesos infecciosos o tumorales. Estos ganglios constituyen una parte fundamental del sistema linfático ya que poseen funciones importantes en la defensa del organismo (inmunidad).
Otros órganos linfáticos son la médula ósea, las amígdalas, la glándula timo y el bazo.
Algunos de los síntomas más frecuentes que pueden hacer pensar en un sistema linfático lento son incapacidad para luchar contra las infecciones y las enfermedades, o tener enfermedades recurrentes; fatiga persistente que no mejora con el sueño y descanso adecuados; persistente hinchazón de los ganglios linfáticos (tomar en cuenta que la persistencia de nódulos linfáticos inflamados puede indicar enfermedades graves como linfoma, leucemia o enfermedades autoinmunes, por lo que es recomendable visitar a un médico si tiene este síntoma); hinchazón del bazo; mala circulación sanguínea; picazón en el cuerpo que no está relacionada con una condición de la piel, o piel seca; sudoración excesiva; tensión arterial alta; alergias y sinusitis persistentes.
Hay diferentes maneras para descongestionar el sistema linfático, entre ellas la más sencilla y eficiente es andar a paso ligero, preferiblemente por la montaña o espacios limpios, puesto que la actividad y contracción muscular favorece el bombeo del líquido linfático. Otra forma de depurar nuestro sistema linfático es beber mucha agua, al menos 2 litros por día. Algunos zumos naturales también nos pueden ayudar, como la granada, el limón, pepino, melón, uva, alfalfa, apio, zanahoria y remolacha. Cuidar la alimentación también es fundamental, evitando harinas y azúcar refinado, y por supuesto toda la comida rápida e industrial. Algunas plantas beneficiosas que puedes tomar en infusión son bardana, sauco, ortiga, diente de león, hisopo, aloe vera y zarzaparrilla.
Otra opción es utilizar la Kinesiología para depurar el sistema linfático con técnicas específicas diseñadas para ello, y averiguar mediante el test qué alimentos refuerzan y cuáles hay que eliminar de la dieta, qué plantas o suplementos serán más adecuados para cada persona, ya que cada cuerpo tiene unas características, una forma de metabolizar y por supuesto una historia que contar detrás de los síntomas.
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