El arte esencial es el arte de prevenir, más que el de tratar una enfermedad después de sus manifestaciones en estados físicos alterados o mentales perturbados, dolorosos. Por esta razón la Medicina Tradicional China (MTC) tiene mucho que decir en torno a la prevención, pilar de la idea de salud en estos tiempos.
En efecto, en los principios de la MTC es esencial la promoción de estilos de vida saludables y se tiene en cuenta que el tratamiento preventivo hace posible la consolidación del bienestar general, tratando de alejar los riesgos de enfermedad. Una consecuencia directa es la reducción de costos en el impacto de la enfermedad cuando aparece.
La MTC fomenta milenarios métodos de mantenimiento de la salud, que aparecen en distintos informes publicados en foros científicos y son calificados como "de gran utilidad en el complemento de los programas de promoción y prevención en el sistema de salud actual".
Por ejemplo, conceptos como "nutrir el espíritu", es decir, el descanso para obtener la tranquilidad psíquica, y el movimiento para conservar la figura –en la forma física– son considerados nociones tan antiguas como la misma ciencia y se resumen en la expresión "al conservar la tranquilidad psíquica la forma será conservada" y "al cuidar la forma, el espíritu será protegido". Estas ideas aparecen en el Qi-gong (técnicas relacionadas con la MTC) y se replican en programas de riesgo cardiovascular para adultos mayores en Europa y América con resultados positivos evidentes y contrastados.
Y hacer un poco de historia nunca viene mal, sobre todo cuando se trata de una disciplina que puede tener algunas posiciones controversiales. Fundamentado esencialmente en la filosofía taoísta y en sus principios cosmológicos, este conocimiento que se originó en los albores de la nación china está fuertemente ligado a tres emperadores míticos: Fuxi, autor de Yi Ling ("Libro de las mutaciones"), considerado el libro chino más antiguo; Shennong, padre de la agricultura y de la fitoterapia, a quien se atribuye el primer Bencao o "Tratado de las materias medicinales", y Huang Di, el legendario Emperador Amarillo, autor de la obra más representativa de la Medicina Tradicional China: las Nei Ching o Nei Ching Sou Wen.
Durante la dinastía Han se consolidó con milenarias experiencias y formulaciones teóricas lo que se conoce hoy es la MTC. En el año 1000 a.C. había una corporación médica con métodos para el tratamiento de las enfermedades y en el siglo V a.C. el Canon de Medicina Interna presentaba la descripción de numerosas dolencias, su diagnóstico y tratamiento. Hay 14 tratados de esa época que todavía se conservan hoy en día. Posteriormente se desarrollarían el diagnóstico por el pulso y la acupuntura, dos de los componentes más interesantes de esta ciencia, y en el siglo X de esta era se estructura como un saber más evolucionado y completo a través de la acupuntura, la moxibustión, el Qi-gong y la fitoterapia.
Desde la concepción occidental, términos como los utilizados en la MTC son utilizados con cierta candidez desde sus fundamentos y, a pesar de que el método científico ha puesto las bases para la investigación médica convencional, en la MTC su aplicación es sumamente complicada. Si se comprende que la salud es "un estado de armonía en dos direcciones", se puede admitir que lo que conserva a una persona sana trasciende lo físico, haciendo inevitable la adaptación de los modelos de estudio, más acorde con el paradigma holístico.
La MTC tiene como premisa mayor que toda forma de vida del universo es animada gracias a una energía vital denominada qi, que circula como energía vital por los meridianos o canales energéticos, y mediante la explicación sustentada en la Ley Universal, afirma que el universo representa la interacción de las actividades llamadas yin y yang. El conocimiento y razonamiento de estas dualidades nos introduce en la comprensión de la polaridad:
Yang: derecha, luz, día, calor, exterior, movimiento, verano, positivo, espalda, sol...
Yin: izquierda, oscuridad, noche, frío, interior, quietud, invierno, negativo, abdomen, luna...
En su sentido más estricto, el principio del yin y el yang es comparable con el de la luz (o su ausencia, la oscuridad): la luz es positiva y activa; la oscuridad, negativa y pasiva. Yendo más lejos en la comparación, el hombre es activo y positivo; la mujer, pasiva y negativa; el exterior del cuerpo es activo y positivo; el interior, pasivo y negativo. Aquí las palabras no tienen ninguna connotación peyorativa.
También es conveniente señalar que el concepto de yin y yang es relativo y no establece una oposición completa que se entienda como absolutamente activa y positiva o absolutamente pasiva y negativa. Como hemos indicado, el hombre es positivo... pero no en toda su esencia. En el cuerpo humano la espalda es yang, pero el pecho y el abdomen son yin; el espíritu del hombre es yang, pero su cuerpo es yin; las vísceras son yin, pero ciertas partes de su aparato digestivo, por donde circulan las sustancias nutritivas y los desechos, como el colon y el intestino delgado, son yang. El yin se encuentra en el yang y éste en el yin.
Además, los principios pasivo y activo no son simplemente una división arbitraria de la energía, sino la acción recíproca real entre los elementos. Todo, recuérdese, es relativo.
Lo existente en la naturaleza está dividido en activo y pasivo, en positivo y negativo, en yin y en yang. Pero hay otra división en la que todo lo que existe se clasifica de nuevo de acuerdo con los llamados cinco elementos, que son: madera, fuego, tierra, metal y agua. Por ejemplo, se dice que hígado, vesícula, ojos, uñas, lágrimas y ácidos son regidos por el primer elemento: la madera. Así cuando el hígado se halla en un estado de desequilibro, se habla de que "su madera ha sufrido cambios".
Los cinco elementos no son independientes, sino que mantienen una relación estrecha debido a que cada uno tiene su opuesto y gobierno y a su vez es gobernado por otro. De modo tal que en algunas ocasiones se complementan y en otras se oponen.
A partir de aquí, el conocimiento de la MTC se expande como el mismo universo al que respeta con su sabiduría.