Aurelio Álvarez Cortez
Quién es
Francesa de nacimiento, Martine Coquatrix descubrió la Numerología humanista y se formó en biología, geografía, documentación y enfermería. Ha vivido en diferentes países y se ha capacitado en diversas disciplinas como Eneagrama, esencias florales, Constelaciones Familiares, entre otras. Ha impartido cursos y talleres de Numerología en Colombia, Uruguay, Argentina, Suiza y Francia, antes de radicarse en España. Autora de los libros “La Numerología humanista, un camino de liberación del ser” y “La Numerología humanista, cara a cara contigo mismo”. Acaba de publicar “Contigo mismo. Gracias a los números y el Árbol de la Vida”, de Lucem.
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-¿Cómo llegas a la Numerología, Martine?
-Llegué de un modo totalmente casual, y sabes que la casualidad no existe… En 1993 a raíz de una crisis tremenda de mi hijo Paul, autista, un allegado me dijo “tienes que consultar con mi amiga numeróloga, que te ayudará a entender esta situación”. Contacté con la mujer, quien me reveló cosas que para mí resultaron tan importantes, y decidí formarme. A medida que aprendía, sentía que los números entraban en el interior de mi alma, tocaban el nivel más profundo de mi ser. Tiempo después supe que fui numeróloga maya, en otra vida, y que estos números eran parte de mí. Yo había tenido una formación ecléctica, historia, geografía, enfermería, documentación, etcétera, pero a los 50 años no sabía por qué o para qué vivía, a pesar de tener cuatro hijos. Así encontré mi misión, es mi camino y cuanto más avanzo, más me apasiono.
-¿Qué transmiten los números?, ¿qué significan?
-Transmiten mil cosas, todo se manifiesta a través de los números. Revelan el camino de vida, es decir la gran ruta que debemos seguir; también la vibración del alma, dato fundamental ya que es la información más importante, nuestra vibración espiritual; dan a conocer las herramientas que poseemos, qué talentos tenemos a mano para cumplir nuestra misión, y cuál es la misión en esta vida, lo cual permite desbloquearse a la gente. Los números revelan nuestra fuerza, que es el motor en la vida, y también la iniciación espiritual, que representa nuestro camino de progresión interior.
-También trabajas con el Árbol de la Vida. ¿De qué modo lo integras con la Numerología?
-En 1995, cuando yo vivía en Colombia, leí libros de un obispo canadiense sobre el Árbol, y también fue una información que me tocó el alma, como sucedió con los números. Aprendí los conocimientos del Árbol de la Vida a través de lecturas y de meditaciones. No soy judía, sino de tradición católica, pero con el saber del Árbol los números alcanzan un nivel más elevado. A través de los sefirot (esferas que lo componen) se revela la esencia divina de cada número.
-¿Qué cualidad poseen las letras hebraicas?
-Los sefirot se unen a través de los caminos de las letras hebraicas, que son las ramas del Árbol de la Vida. En mis cursos trabajamos nuestros nombres y apellidos con estas letras, que tienen un poder mucho más elevado que las letras del alfabeto del idioma habitual, igual que los números. ¿Por qué? Por una cuestión de vibración. Es una vibración mucho más alta. La gente se siente renovada cuando canta su propio nombre, renace a su verdadera dimensión.
-En Numerología se utilizan los apellidos paternos y maternos, pero tú has incorporado también los de las abuelas. ¿Por qué?
-Estaba en Francia y una noche, en plena madrugada, me despertó una voz: “¿Y las abuelas…?”. Después del sobresalto pensé qué significaba ese mensaje. Llegué a la conclusión de que se refería a los apellidos. Efectivamente, hasta ese momento las abuelas no aparecían en el estudio de cada tema personal. Así fue que ante un grupo de osteópatas en el País Vasco, en un curso de formación, conté lo que me había sucedido y dije “vamos a ver qué pasa”. Empezamos a integrar los apellidos de las abuelas y fue impresionante, todos expresaron que la información tenía más sentido. “Ahora me reconozco, este soy yo”, comentaban. El aporte de los apellidos de las abuelas complementa totalmente la parte femenina, porque se trabaja con las raíces femeninas de la familia. Desde 2005 incluyo los apellidos de las abuelas. Es como rehabilitar a estas mujeres que han sido muy importantes en la vida de la sociedad. En España ellas fueron los pilares de las familias. Reintegrar a las mujeres que dieron a luz a nuestros padres me da mucha felicidad.
-¿Podemos descubrir los desafíos que debemos enfrentar, más allá de en qué momento de la vida nos encontremos?
-Siempre hay desafíos. Tenemos dos desafíos menores, que en numerología denominamos “trampas”, dificultades que debemos superar. Pero en consulta trabajo con un desafío, el mayor. Es aquel por el cual descubrimos que de tanto en tanto caemos en los mismos problemas, historias, situaciones. Conocer cuál es el obstáculo que nos impide avanzar en la vida resulta muy beneficioso.
-El ser humano puede dar con su cabeza más de una vez con la misma piedra.
-Ahí está el problema y la oportunidad. La vida nos pone en situaciones casi siempre para superar las dificultades. Yo por ejemplo tengo un desafío, el de afirmarme como soy. Cuando empiezo a dudar ante alguna cuestión digo ¡stop!, y no me dejo llevar por la duda.
-¿El inconsciente qué representa en tu estudio numerológico?
-Al calcular el inconsciente, veo la síntesis de lo que la persona trae en sus maletas de experiencias de vidas anteriores. Relaciono la información del inconsciente con la vibración del alma y en la mayor parte de los casos coincide. El inconsciente es la gran reserva energética que no utilizamos porque no sabemos cómo hacerlo cuando se manifiesta a través de la meditación, en sueños o mediante señales. Lejos de ser negativo, siempre es positivo. Lo comparo con un embalse, una reserva enorme que podemos utilizar para desarrollarnos mucho más.
-¿Puedes explicar los ciclos de 9 años?
-Primero te contaré algo muy extraño que me aconteció en la isla de Providencia, en el Caribe colombiano. En el hotel donde me alojaba había un hombre que insistentemente pedía que le hiciera su tema numerológico. Finalmente accedí. Era un sacerdote maya, que me dijo: “Tú practicas el sistema maya de los ciclos de 9 años”. Estas palabras me impactaron. Posteriormente, en Buenos Aires alguien me reveló que yo había sido numeróloga maya en vidas anteriores. Estos ciclos de 9 años se cuentan a partir de 0 a 8, y así sucesivamente. En un año personal 1 sembramos semillas nuevas, y nos empujan para evolucionar.
-¿Qué son las misiones familiares?
-A partir de las letras calculo las herencias familiares, aquello que nuestros ancestros nos transmitieron. Entre toda esta abundante información, destaco como más importantes las misiones familiares, que generalmente son aquellas que nuestros ancestros no pudieron cumplir y que nos invitan a hacerlo. Por ejemplo, cuando veo la misión familiar 4, que es de abundancia económica, de equilibrio sobre la tierra, de raíces bien puestas, pregunto cómo vivieron los ancestros, en abundancia o en carencia. Casi siempre la respuesta es carencia, lo cual significa que ellos nos confían esa tarea, que podemos cumplir o no, porque somos libres de aceptar o rechazar.
-Alguien siente que quiere ser artista o científico, etcétera. ¿Este impulso puede venir de una misión inconclusa, familiar?
-Probablemente. Cumplir con las herencias familiares es un trabajo de gratitud, de reconocimiento de nuestros ancestros. Llegamos a esta vida con sus legados, que podemos cumplir o no, y que pueden coincidir o no con nuestra misión. Por ejemplo, si tenemos una misión 7 y una herencia familiar también 7, debes trabajar a nivel intelectual, espiritual, científico. En este caso, no hay duda.
-¿Y la misión cósmica?
-Lo que vienes a cumplir. Qué vengo a hacer en esta vida, cuál es mi propósito, el dharma si lo vivo correctamente.
-“Contigo mismo”, tu último libro, es un manual.
-Es un manual de trabajo, sí, y también una guía. Es el quinto libro que he escrito, inspirado de los anteriores. El objetivo es que la gente se conozca a sí misma y pueda realizar su plan de vida. Descubrir quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
-¿La Numerología propone una tarea para toda la vida?
-Para mí es siempre un comienzo. Descubro las dimensiones del ser, una sesión es reveladora para ver el potencial que hasta entonces la persona no conoce. Recuerdo ahora mismo a una mujer de 69 años, de Texas (EE.UU.) que se comunicó por Skype. Tenía mi primer libro, “La liberación del ser”. Me dijo: “Te sigo hace casi 20 años, me apasiona tu trabajo”. Quería cambiar su vida. ¡Fantástico! Nunca es tarde, no hay edad para hacerlo.
-Has dicho que últimamente estás observando determinado tipo de personas que llegan con características muy definidas.
-Personas jóvenes que consultan tienen más números de los llamados “maestros”. Son gente más preparada para ayudar al planeta a evolucionar. Tengo siete nietas, todas con números maestros, chicas que se desarrollarán mucho más rápidamente que nosotros. Yo soy muy optimista en cuanto al futuro de la humanidad porque estamos buscando espiritualmente con más intensidad. Estoy muy feliz con mi trabajo en este sentido.
-¿Somos pequeños universos que construimos uno inmenso?
-Sin duda, y por mi parte ayudo a descubrir a esas dimensiones más elevadas, muchas veces ignoradas por la forma en que nos hemos educado. De este modo podemos aprender a respetarnos a nosotros mismos y a los demás. En mi trabajo caen esas máscaras que nos ponemos con el fin de protegernos y se revela la propia verdad. Es un renacimiento de sí mismo.