Aurelio Álvarez Cortez
Cada año Ludovica Squirru desembarca con su Horóscopo Chino debajo del brazo, editado por Urano, y lo presenta para compartir mucho más que predicciones. Entre un toque un tanto psicodélico (¡aquellos años sesenta!) y la bitácora de viaje donde narra el entretiempo habido desde el último libro, en el nuevo anuncia lo que vendrá en el Año del Gallo de Fuego, que empieza el 28 de enero próximo.
Antes de la presentación en Madrid, encontramos unos minutos para charlar y como prólogo declara que el libro –el número 33 de la serie– es "el tronco de donde sale todo lo demás" de sí misma y que, como mujer que ha cumplido los 60, se reconoce "existencialista y agradecida". Así, el lector "encuentra mis viajes por las rutas mayas, la astrología maya, las constelaciones familiares... una Ludovica en crecimiento".
Al referirse el eje principal de su trabajo, anticipa que "el Año del Gallo es una consecuencia directa de este caótico Mono de Fuego que va terminando y ha dado vuelta la historia en todos los ámbitos, en lo político, lo social, también en hábitos y costumbres". Explica al respecto que "el Mono es un guerrero iluminado, como era Buda, pero que saca las máscaras en cada situación de la vida cotidiana, dejándonos atónitos".
Como si de un bálsamo se tratara, "el Gallo viene a ordenar el caos, que no obstante continuará". Su reinado será "el momento de despedir un tiempo ya vivido por la humanidad, y que ahora pide a gritos otra cosa". Además señala que "este tiempo bisagra es el que más cuesta para adaptarnos, por la rápida velocidad de los acontecimientos, la globalización, Internet... ¡No se puede digerir tanto a menos que te alejes en la naturaleza para meditar con un ritmo natural!". La mitad del año la autora vive en un pueblo de Traslasierra, provincia de Córdoba (Argentina), sitio casi idílico.
Ludovica recuerda que "el Gallo es un signo muy valioso para los chinos: trabajador, perseverante, que marca el cocorocó de cada día para poder encuadrar la rutina, la vida que se escapa". Su energía "arreará al zoológico humano, porque también hay un gong en el mundo, donde encontramos un panorama que no tranquiliza", sostiene, señalando que "si no ponemos algo cada uno para que desde el inconsciente colectivo haya una transmutación, será difícil esperar un año bueno".
En el mismo tono severo afirma que "se viene un sistema que tendrá que empezar a girar de nuevo en torno de valores humanos", ya que "lo que sucede es el resultado de lo que hemos producido los seres humanos, y ahora vuelve como un bumerán".
En cuanto a España, en particular, manifiesta que "habrá más avances que retrocesos" y prevé que la agricultura ecológica será uno de los sectores que impulsen el desarrollo.
Desde la intuición, augura que más allá, en 2018, los cambios serán radicales. "Habrá algo contundente que no se podrá creer, un estancamiento económico mundial, volverán las monedas de origen", y también "ocurrirán cambios políticos y económicos en Europa que repercutirán el resto del mundo", con nuevos pactos inesperados entre países y reformulación de bloques.
Otra característica del Gallo es que es altruista y samaritano, tal y como cita en su libro. Al respecto dice: "Tiene un espíritu de ayuda, una actitud de acercarse al fogón, no se queda solo, consulta, le gusta hablar en equipo, estar con gente que también aporte algo. Y como es de fuego, es líder. Son personas que tienen la energía Yin. Pueden iluminar el camino de muchos que están absolutamente perdidos".
Como contexto, observa "una reflexión colectiva de que hay que dar vuelta la página" frente a un presente demoledor, como lo fue un antecedente inmediato en el marco de la estructura del Horóscopo Chino: la Segunda Guerra Mundial, 70 años atrás. "Lo que pasa con los refugiados que viajan a Europa. Miles de almas, muchos muertos en el mar... ¿qué le ocurre a quien es testigo de tanta crueldad? La información llega en tiempo real y genera una rebelión imposible de ocultar. Es información de tánatos (muerte)". Lo antedicho provoca otro fenómeno: "La gente está poco creativa porque para crear se necesita un clima muy hippie. La falta de creatividad es terrible en el ser humano. Si no podemos crear, nos convertimos en máquinas autómatas y vamos muriendo. Hay que poner una semilla de inspiración en los otros. ¡Hoy un ser humano que me inspira algo lo amo! La inspiración da eros, vida, creatividad".
En la despedida Ludovica deja una sugerencia: "Estoy abierta a los imponderables, a lo imprevisible, cuanto más estoy predispuesta, mejor me va. Hay que tener la adaptabilidad de un bambú, ser flexible por dentro y animarse a que eso sea un riesgo. El mundo que viene será muy difícil para la mayoría de la gente"