Olga Lava Mares. Kinesióloga y Terapeuta de Bioenergética Cuántica
Como todos los años por estas fechas tenemos un montón de buenos propósitos para el nuevo año que comienza. Mejorar la dieta, hacer ejercicio o dejar de fumar son sólo algunos ejemplos de ellos, que comenzamos con muy buena intención y en poco tiempo abandonamos. Incluso en algunos casos ya ni siquiera nos molestamos en hacer nuevos propósitos porque tenemos la idea preconcebida de que no los cumpliremos.
En el intento de entender por qué nos sucede esto, vamos a explorar algunas posibles causas que nos llevan a abandonar nuestras metas.
El pensamiento de "todo o nada". Muchas veces comenzamos con la idea de que si no conseguimos el éxito rotundo es mejor abandonar completamente. Y eso es lo que hacemos al mínimo fracaso. Sucede mucho en las personas que están haciendo una dieta. La saltas un día y al siguiente piensas que ya no vale la pena seguir esforzándote porque has fallado.
No valorar el progreso y estancarse en las recaídas. Siguiendo el ejemplo anterior, si te comes un helado después de dos semanas de dieta, sería mejor valorarlo como un premio a tu esfuerzo y continuar, en vez de castigarte por un retroceso menor, entrar en la culpa y abandonar. Es mejor celebrar los pequeños logros porque esto nos hace sentir motivados.
No tener un plan. Cuando nuestros objetivos son a largo plazo, la mayoría de las veces se ven tan lejanos que terminan cayendo en el olvido. Prueba a plantearte pequeñas metas más realistas y en períodos de tiempo más cortos para que puedas ver tus logros.
No tener visión. Comprender la verdadera motivación que hay detrás de tu meta te ayudará a mantenerte motivado en los momentos que tengas que hacer sacrificios o tengas retrocesos. Así que revisa para qué te va a servir aquello que quieres conseguir y así poder enfocarte en ello en los momentos en los que te supere el esfuerzo.
No actuar lo suficiente. Muchas veces sabemos lo que queremos y lo que hay que hacer para conseguirlo, pero no repetimos la acción el suficiente número de veces hasta que el cerebro lo toma como parte normal de un comportamiento. Esto es lo que ayuda a arraigar un nuevo hábito a largo plazo, una acción constante.
Hacer demasiados propósitos. Es más fácil enfocarse en 2 ó 3 metas que en 10. No hagas una lista demasiado larga, enfócate solo en unos pocos objetivos, y si a mitad de año los has cumplido, ¡enhorabuena!, puedes plantearte nuevos objetivos para el resto del año.
Escribir tus metas de manera muy general. Cuanto más explícito seas, mejor funciona. Si quieres perder peso, escribe exactamente cuántos kilos quieres perder por mes. Si quieres organizar tu casa, ordena una habitación cada mes o prométete pasar 15 minutos al día en ella revisando y sacando lo que no sirve. Plantéate minimetas para poder cumplir tus objetivos a largo plazo en pequeños periodos de tiempo con el fin de no abrumarte.
En ocasiones, las causas que nos llevan a abandonar nuestros objetivos van más allá de todo esto y están a nivel subconsciente. En este caso por más que nos esforzamos no conseguimos cumplir nuestras metas y, además, no alcanzamos a comprender qué es lo que nos detiene una y otra vez. En estas situaciones sería una buena idea revisar si hay cargas ancestrales, patrones inconscientes de comportamiento, hábitos tóxicos, creencias limitantes u otro tipo de bloqueos que hasta que no tomamos conciencia de ellos son difíciles de cambiar. La buena noticia es que podemos cambiar cualquier cosa que deseemos, y una buena terapia como la Kinesiología nos puede ayudar a identificar estos factores y equilibrarlos.
Espero que todos estos consejos te sirvan para que este año sí puedas hacer tu lista de propósitos y consigas cumplir todas tus metas.
Y si sientes que la terapia te puede ayudar sólo tienes que pedir cita en el 679 320 928.