Viajar ha siempre sido para mí una manera de vivir, y ahora he tomado la enfermedad como otro viaje: un viaje involuntario, no previsto, para el que no tenía mapas geográficos, para el que no me había preparado de ninguna manera, pero que de todos los viajes hechos hasta el momento era el que requería más compromiso, el más intenso... El objetivo de mi viaje no es más la cura contra el cáncer, sino que se ha convertido en la búsqueda de la cura por la enfermedad que nos afecta a todos: la mortalidad”. Así se expresaba Tiziano Terzani, famoso periodista y escritor italiano, cuya obra póstuma, “El fin es mi principio”, realizada junto con su hijo Folco, fue llevada al cine y ahora se presenta a la venta en formato DVD.
Terzani, nacido en 1938, comenzó a trabajar para la empresa Olivetti en el departamento de exteriores, lo que le permitió viajar por numerosos países. Obtuvo una beca de la Universidad de Columbia en Nueva York, donde estudió lengua y cultura china, y luego se inició en el periodismo como corresponsal del periódico alemán Der Spiegel en Asia. Más tarde, trabajaría también como corresponsal para Il Coriere della Sera y La Reppublica, cubriendo enfrentamientos bélicos. Alcanzó notoriedad por sus crónicas de la guerra de Vietnam, al tiempo que fue escribiendo libros que ganaron fama, como su vida misma, entre otros, “Giai Phong! La liberazione di Saigon”, “La porta proibita”, “Buonanotte, signor Lenin”, “In Asia” y “Lettere contro la guerra”. Fallece en 2004, en Orsigna, pueblo de los Apeninos toscanos donde se había aislado durante los últimos meses de su vida, a la edad de 65 años.
Al productor de la versión cinematográfica de “El fin es mi principio”, Ulrich Limmer le interesaron sobre todo tres aspectos del libro: la intensa relación entre padre e hijo, los pensamientos acerca de la muerte, y el mensaje que Terzani quiere transmitir: “El hombre puede cambiar y si cambia, también puede cambiar al mundo”.
También le apasionó el personaje en sí: “Tiziano era un contemporáneo asombroso y su estímulo era el deseo de cambiar algo. Sabía ponerse en escena y se representaba a sí mismo maravillosamente. Era un hombre apegado a la estilización. Su apariencia, primero con ropa blanca y bigote negro y, más tarde, con el pelo largo y la barba blanca, le dieron un aspecto imponente hasta el final”.
Antes de adquirir cierta fama mediante los Terzani, el pueblo italiano de Orsigna era un lugar poco conocido. Es allí donde el padre de Tiziano, un simple trabajador, aprendió a esquiar con esquíes hechos con las vallas de una cerca. Tiziano visitaba aquel pueblo de montaña con sus ovejas y castaños cuando era niño y se convirtió en su refugio para el resto de su vida. Cuanto más lejos lo llevaban sus viajes, más importante se hizo ese pueblo. Lo que más le gustaba a Tiziano era que la tecnología y la industrialización nunca llegaron a “su” valle y que la calma permaneció siempre presente. La particularidad del lugar tuvo mucha repercusión en la autenticidad de la película, sobre todo, teniendo en cuenta que “El fin es mi principio” no es una ficción sino la versión cinematográfica de la historia de una familia y de una vida real.
En una entrevista, Bruno Ganz, quien encarna a Terzani y célebre actor alemán que interpretó a Hitler en la película “El hundimiento”), dijo que “Tiziano era un tipo profundamente italiano que además tenía una mentalidad y una educación muy europeas, y al mismo tiempo era un gran apasionado de la cultura asiática. Eso hacía que fuera tan abierto al mundo. Me fascinó su forma tan poco occidental de afrontar la muerte. También me interesó el hecho de que fuera testigo de grandes acontecimientos del siglo pasado; estuvo en Vietnam y vivió la época de Pol Pot y Mao hasta el final. Además, el viaje que hizo al Himalaya era claramente una respuesta al cáncer que le habían diagnosticado. No quería ser una víctima más que padece una enfermedad, quería construir algo para llegar mejor al final que nos espera a todos. Este viaje es signo de su voluntad de lucha y de su fuerza”.