Miriam Lier
Terapeuta, psicosomatóloga
Consultora Nahrin
El cuidado de nuestro cuerpo y nuestra mente no es un tema menor; todo lo contrario, es una prioridad.
Sería de esperar que pasadas las vacaciones nos encontramos llenos de energía y con deseos de reanudar nuestro trabajo, pero muchas veces ocurre en realidad todo lo contrario.
Según estudios realizados, casi el 40% de las personas que regresan a su puesto de trabajo después de las vacaciones puede padecer lo que se conoce como síndrome posvacacional.
Quienes más padecen este síndrome son los trabajadores de entre 25 y 40 años, que se traduce en un estado de malestar general en el individuo, debido a su incapacidad para adaptarse a sus obligaciones de trabajo, tras la finalización de las vacaciones de verano (también en invierno).
La persona manifiesta cansancio, falta de concentración, somnolencia, taquicardia, dolores musculares y, en ocasiones, falta de apetito. En el aspecto psicológico, se siente irritable, en un estado permanente de ansiedad, tristeza, falta de interés por el presente, se abandona en su cuidado personal, hay una evidente dejadez en muchos asuntos de su vida cotidiana.
Estos síntomas suelen y deben ser pasajeros porque no estamos hablando de trastornos límites de la personalidad como la depresión o la melancolía, que ya sería necesario un tratamiento psicoterapéutico para poder resolver cuestiones más complejas.
El síndrome posvacacional es un estado físico y mental muy específico. Pero de no prevenirse o resolverse en caso de ser diagnosticado, puede acarrear problemas a los individuos que lo padecen, no sólo en el rendimiento laboral, sino que puede tener consecuencia en las relaciones personales y familiares, porque las personas con quienes interactúan no tienen una conciencia real de lo que está pasando.
Una buena manera de prevenir los efectos de regresar al trabajo y a la vida cotidiana es planificar el regreso de las vacaciones siguiendo estos simples consejos:
1. Ordenar el trabajo acumulado.
2. Organizar nuestra agenda.
3. Organizar pequeñas salidas y actividades que nos satisfagan.
4. No olvidarnos de la buena alimentación y la práctica de ejercicios.
A través de una buena alimentación podemos influir en nuestro estado de ánimo y generar sensación de bienestar, por lo cual es recomendable consumir alimentos que contengan triptófano (aminoácido), que encontramos en frutos secos, plátanos, setas, huevos, leche y productos cárnicos, para poder generar serotonina (sustancia que incide en nuestro estado de ánimo y nos ayuda a disminuir los niveles del cortisol y la adrenalina, generados por el estrés). En caso de que se lleve una dieta vegetariana, macrobiótica o vegana se deben buscar alimentos sustitutos de la carne.
Es desaconsejable el consumo de excitantes como el café, bebidas estimulantes, el alcohol y el tabaco, porque puede acrecentar la ansiedad, la irritabilidad y producirnos insomnio, lo cual producirá más fatiga y cansancio.
Es aconsejable en algunos casos incorporar complementos dietarios y multivitamínicos. Se debe recurrir a marcas reconocidas y de ser posible consultar a un especialista para que nos guíe en la elección de lo más adecuado en nuestro caso.
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