Aurelio Álvarez Cortez
Un viaje que parece ser el comienzo de otro “viaje”. El título de su libro -publicado por Éride Ediciones- provoca en Paula Moreno Sánchez que la mirada se encienda y, más allá de las virtudes literarias, que su experiencia sea otra invitación, de las tantas que se acumulan en estos nuevos tiempos, de grandes cambios y movimientos sociales y de conciencia, para salir de un largo sueño.
Es un libro de ficción que también apenas esconde una historia personal. Para llegar a concretar su publicación Paula tuvo que dar un paso inicial, paso que lo dio “a raíz de un largo trabajo de crecimiento personal y después, cuando lo terminé –nos comenta en cordial diálogo–, inicié este viaje que me condujo a un nivel de conciencia distinto del que tenía hasta entonces” para recalar en “una concepción totalmente diferente de la vida, de la muerte, de todo lo que me rodeaba”.
Súbitamente descubrió que “el sol tenía un matiz que no había percibido, las personas también, había emociones que nunca había sentido”. Todo ello merecía la pena vivirlo y comunicarlo. Precisamente, confiesa que su novela “está escrita desde el deseo de comunicar, no desde el deseo de contar una historia entretenida, sino de transmitir cómo una persona con una vida común puede tener imprevistamente un despertar espiritual y cambiar su forma de vida, de pensar para mejor, por supuesto”.
Tras aclarar que su libro refiera a un viaje físico, real, explica que aquél tiene dos partes: en la primera cuenta cómo Ana, la protagonista, llega a emprender el viaje, mientras que en la segunda parte se narra el regreso. “Ana no siente que sea el mismo lugar desde el que partió porque no ve con los mismos ojos ni siente de la misma forma. Ha cambiado absolutamente su concepción de todas las cosas a raíz de esa experiencia”, dice Paula.
¿Es una metáfora del viaje que hacemos todos en la vida? Para la escritora, “todos tenemos en la vida al menos una oportunidad de hacer un viaje físico o no físico, y algunos más de una vez. Yo tuve la suerte de estar acompañada con una guía espiritual, una maestra, que me guió y conté con su apoyo”.
En cuanto a las características que tuvo ese viaje convertido en ficción, enfatiza en “una visión totalmente esperanzadora de la muerte, que rompe con el paradigma religioso dogmático fuertemente arraigado en la sociedad española, al que es radicalmente opuesta”. Al mismo tiempo, aclara que “hablo de Dios, creo en esa fuerza que hay en el Universo, que no pertenece a ninguna religión. Dios pertenece al espíritu”.
Con esa fuerza de la experiencia, además del despertar consciente, Paula llegó a “una comprensión total en la que aceptas el dolor, tus fracasos, todo, como un aprendizaje”, dándose cuenta de que “lo que me había pasado en la vida era para aprender”, de allí que se siente responsable en poder “comunicarlo y espero haberlo sabido transmitir”.
Paula Moreno Sánchez empezó escribiendo poesía a los doce y cinco años más tarde publicaron sus trabajos en revistas literarias de Guipúzcoa, en Vizcaya, en Valencia, en Tarragona. “Este deje poético forma parte de mi estilo”, desliza al rescatar las partes de su libro que más le gustan personalmente. Luego de esa primera etapa creativa, pasé de la poesía al relato a través del relato breve. “Margaritas amarillas” fue el título con el que obtuve un premio en Catarroja, en 2006. Fue cuando sintió el deseo de transmitir aquello que vivía como adulta.
Del contacto directo con sus lectores, y como consecuencia de sus presentaciones, Paula advierte que algunos “han tenido la sutileza mental de penetrar y viajar con Ana, descifrando las claves para llegar a pensamientos más profundos y un nivel de conciencia que les permite tener esa visión distinta de la muerte”, mientras que otros se quedan en la superficie, motivados por el morbo. Y recordó una anécdota al respecto. Estando en un acto donde otro autor, Rafael Chilves, presentaba un libro suyo, alguien del público le preguntó sobre esto, y Chilves le leyó la dedicatoria de un libro suyo, diciendo “Queridos lectores, les dedico este libro para que estos conocimientos, estas emociones sean ustedes quienes los vivan y extraigan la experiencia”. De allí que ve a “El viaje” como un espejo para ver si refleja al lector la imagen que aparece en el libro. “El dolor y la rabia son emociones que no sabemos gestionar, y que necesitamos plantearlas desde la compasión, desde el corazón y la conciencia para poderlas sanar, curar”, apunta la escritora, quien anticipa que “Ana, cuando vuelve, está curada de su dolor y de su rabia”.
Al seguir en esta línea de pensamiento, Paula expresa que “no hay nada como el conocimiento, cuando conoces, se diluye la rabia, el dolor. Queda una paz, una calma, una aceptación, que te permiten un nivel de conciencia distinto. Estás más ligero para viajar, ya no necesito una maleta grande, con una mochila basta”.
Después de “El viaje”, parte de una trilogía, vendrán los restantes. El próximo es “Quién soy”, que como recuerda Paula, es “una pregunta trascendental que el ser humano se hace desde muy joven, aunque pocos reconozcan haber indagado en estos temas porque la sociedad racional en que vivimos estos planteamientos son casi ilógicos, no hay tiempo para hacerlos”. Sin embargo, asume que “rescato todo el tiempo para pensar que un ser humano se puede encontrar con ciertas situaciones contando una historia a través de la cual el personaje sabe finalmente quién es, por qué está aquí y qué ha venido a hacer”.
De “Magenta”, el último que publicará, prefiere no adelantar detalles. “Primero espero que puedan viajar todos quienes lean El Viaje, que les aporte muchísimo, sobre todo diluir esa parte de rabia y dolor. El conocimiento ayuda a percibir distintas facetas de la realidad, aportando paz, sabiduría y completud, palabra incorrecta pero a la quiero y agrego en mi ordenador”.