Jorge Cuervo
Vivimos cada vez más la presión de un mundo cambiante y exigente: la exigencia del trabajo... o de la búsqueda de empleo, los días que no bastan para tanta actividad... Se acerca el verano y el cuerpo nos pide una tregua. La esperamos con ilusión, a veces incluso como náufragos que se aferran desesperadamente a un madero que el mar les regala.
Por eso lo que queremos es distraernos; a menudo, lo último que nos apetece es enfrentarnos a ese conjunto de situaciones, de emociones, de pensamientos –de "comidas de coco"– que ya nos vienen asaltando regularmente a lo largo del año. ¡Pero con lo que no contamos es que todas ellas se vienen de vacaciones con nosotros! Aprovecharán esa disminución temporal de la velocidad en nuestra vida para salirnos al paso. Nos conocen bien, son parte de nosotros mismos. Saben que durante nuestro día a día nos resulta fácil "drogarnos" con actividad sin pausa para no pensar en ellas, y que ahora no tendremos más remedio que hacerles caso. En cierto modo, actúan como los niños que demandan atención, que quieren ser vistos y atendidos.
En verano nos distanciamos del día a día, pero no de nuestros diálogos interiores. Al contrario, tenemos más tiempo para darnos cuenta de las dificultades de la convivencia, de la pareja, de las responsabilidades con los hijos, con la familia, de que no sabemos qué queremos hacer con nuestra vida... Y del mismo modo, nuestros miedos subyacentes nos enviarán cariñosamente pensamientos aguafiestas, del tipo "ahora estás muy bien, pero ya verás a la vuelta...", ese jefe que te espera con las fauces abiertas, los exámenes de nuevo, o la torturante búsqueda de empleo. Es la hora de la verdad: en vacaciones, nuestra inseguridad y nuestros miedos se manifiestan de manera inevitable, por mucho que nos esforcemos en anestesiarnos con distracciones.
Al fin y al cabo, un miedo sólo hace su trabajo: intentar que tomes consciencia de qué posible peligro te acecha. Y a ti no te apetece nada escucharlo. Él lo sabe, te conoce bien, forma parte de ti, y no por ello dejará de querer hacer bien su labor. Cuanto más lo rechaces, más te va a gritar, hasta que no oigas otra cosa que su voz. ¡Trabaja para ti, desea ayudarte, pero sólo encuentra rechazo! ¿Cómo te sentirías tú en su lugar?
Afortunadamente, esta nueva época loca que vivimos también nos está aportando las técnicas y las herramientas para cambiar tu relación con el miedo, para convertirlo en aliado. Para conseguir que se convierta en lo que nunca debió de dejar de ser: un impulso que te estimula a crecer.
Desde este punto de vista, la pausa vacacional abre una oportunidad única para conocernos mejor, para mirarnos al espejo, para aprender de nosotros mismos, y también para practicar alguna de esas nuevas técnicas de las que ahora disponemos para gestionarnos mejor. En suma, abre una oportunidad increíble para mejorar nuestra vida.
O si no, el verano será una vez más esa temporada de anestesia antes de volver a chocar aún más fuerte con tu realidad interior, que combatirás de nuevo con más actividad, y así sucesivamente, año tras año, en lo que algunos psicólogos estadounidenses denominan "la carrera de la rata", como el hámster en su rueda, corriendo sin parar y no llegando a ningún sitio, cada año un poco más cansado y un poco más vacío.
No puedes cambiar tu mundo si antes no cambias tú. El verano te da la opción de escucharte, conocerte y, sobre todo, de descubrirte. Y si sabes cómo hacerlo, tus miedos serán tus guías, tus maestros. No habrá otros mejores. Acógelos con mente abierta y con cariño. Cambia tu relación con ellos.
Creo firmemente que para cambiar nuestra relación con el miedo, tenemos que aceptarlo como lo que es, como parte de nuestra naturaleza, no como un inconveniente o una enfermedad o, aún peor, una vergüenza. Acepta que el miedo forma parte de tu ser como persona. Y asume que nunca vas a librarte de él, sería como amputarte voluntariamente parte de tu cerebro, o de tu corazón. Acepta también que todos tus esfuerzos por controlarte tampoco te dan el resultado que deseas...
Asume que el miedo es el pedal del freno que necesitas para ser un buen conductor de tu vida, al igual que necesitas la ilusión, que equivaldría al pedal del acelerador. Si te libraras del todo de tu miedo no serías valiente, sino inconsciente. ¡Sin tu miedo no tendrías la opción de ser valiente! Descubre este verano que sin miedo no hay valor, que el problema no está en ser miedoso, sino en ser cobarde, y que aceptar tu propia vulnerabilidad te hace más fuerte. ¡Descubre también de que te han educado para controlarte, pero que nadie jamás te ha explicado todo esto!
En verano tienes tiempo para aprender a escucharte, para darte cuenta de que lo único que quiere el miedo es, a su vez, ser escuchado. Y comprueba cómo cuando lo escuchas con sinceridad pierde poder sobre ti y tú lo ganas sobre él.
Para gestionar tu miedo no hace falta un gran esfuerzo, sino pequeños esfuerzos sostenidos, se parece más a un entrenamiento que a una dieta milagrosa, sólo requiere ir avanzando poco a poco de manera persistente ¡no es difícil! Y en verano podrás encontrar el tiempo necesario. Simplemente parece más complicado de lo que es porque no sabes cómo actuar y porque tienes tu "musculatura emocional" desentrenada. Sorpréndete contemplando cómo a medida que aprendes a gestionar tu miedo mejoran tu autoconfianza y tu autoestima.
Sólo necesitas saber cómo hacerlo. Y explicarlo es precisamente la ilusión que me llevó a escribir mi libro "Qué hacer con tus miedos. Convierte el miedo en tu aliado" (Libros de Cabecera), donde además propongo una serie de ejercicios que ayudan a lograrlo. Porque, como antes decía, hoy ya disponemos de los conocimientos y las técnicas necesarios para modificar nuestra relación con el miedo, convirtiéndola en una fuente de crecimiento personal y de fortaleza. De ti depende, pues, que el verano sea una oportunidad de plenitud y de crecimiento personal. ¡Disfrútalo!
El autor es licenciado en Farmacia (Universidad de Barcelona), master in Business Administration (ESADE) y Diplomado en Planificación Estratégica.
Executive Coach y Coach de Equipos.