Miriam Lier
Terapeuta, psicosomatóloga
Consultora Nahrin
Nuestras obligaciones laborales y familiares generan estrés físico y mental y son, en gran medida, las responsables de muchos de nuestros malestares. Está claro que debemos asumir dichas responsabilidades, pero la sobrecarga de tanta faena muchas veces genera ansiedad, insomnio, dolores musculares y articulares, lo que nos hace difícil disfrutar del día a día.
La artritis y la artrosis son patologías que tienen características bastante diferentes. Un buen diagnóstico es importante. Se debe tener en cuenta, la edad, el sexo, la duración de los síntomas, presencia de rigidez matutina y el número y locación de las articulaciones afectadas.
Enfermedad crónica degenerativa, la artrosis produce la alteración y destrucción de los cartílagos de las articulaciones. Suele aparecer en personas mayores y se debe fundamentalmente al paso del tiempo. Quienes la padecen se quejan de fuertes dolores en las articulaciones, ya que se desencadena debido por lo general al movimiento (son dolores que disminuyen con reposo y con analgésicos).
Este proceso es natural y se debe a que con los años resultan ser muchas las causas que producen desgaste articular, por ejemplo un trabajo que requiera pasar muchas horas de pie; movimientos forzados y repetitivos; una alimentación carente de nutrientes adecuados, son causantes de la pérdida del cartílago que se encuentra entre los huesos y que sirve de amortiguador, evitando el roce y permitiendo el movimiento saludable. En algunas personas este desgaste se acelera y agrava por situaciones puntuales: deportes extremos, levantamiento de objetos pesados, obesidad.
En cambio, la artritis es una inflamación articular, más frecuente en jóvenes, que produce dolor nocturno y en reposo. Se observa con el tiempo una deformación de la articulación debido a la inflamación.
La población más afectada por la artritis reumatoide suelen ser las mujeres, sobre todo las amas de casa. Teniendo en cuenta que el despertar de los primeros síntomas de dolor sucede en un período de su vida en el cual dependen varias generaciones, por cuidar de sus niños y de sus padres en el caso de estos ser muy mayores, se vuelve aún más dramático el hecho de no poder llevar una vida normal. Según los especialistas de salud mental, es una enfermedad muy relacionada con las emociones: se suele dar en mayor número en personas que han padecido depresión, pérdidas familiares a temprana edad y, en general, en quienes tienen que lidiar mucho tiempo con situaciones estresantes, sufren humillaciones y/o abusos psicológicos o físicos.
La fatiga crónica y la debilidad son algunos de los síntomas físicos que pueden desenmascarar esta enfermedad. Las muñecas, los dedos de las manos y los pies, los codos, los hombros, las caderas, las rodillas y los tobillos son las articulaciones más predispuestas a padecer esta enfermedad.
Cuando la articulación no está en uso por algún tiempo se puede tornar caliente, dolorida y rígida. Aumenta el líquido que rodea la articulación y se inflama.
Prevención
Como método preventivo, en el trabajo es necesario observar una correcta postura del cuerpo. Si estamos horas sentados, debemos mantener una posición recta en el asiento y evitar tener el cuello o la espalda doblados durante mucho tiempo. Si estamos demasiado tiempo de pie, cuidar el calzado que utilizamos, se recomienda que el pie esté bien sujeto y la suela tenga amortiguación para evitar la inflamación de los mismos. Alternar, de ser posible, el peso del cuerpo en uno y en otro pie y tratar que las rodillas estén un poco flexionadas, la pelvis basculada y en línea recta entre las caderas, de manera de no sobrecargar las rodillas o las lumbares. Teniendo en cuenta estos cuidados evitaremos el deterioro excesivo de las articulaciones.
Para quienes padezcan esta enfermedad es aconsejable llevar una vida tranquila y lo más saludable posible. Evitar discusiones innecesarias y tratar de mantener una actitud positiva ante la vida. La meditación y la relajación guiada activan la producción de sustancias como las endorfinas, que contrarrestan el exceso de cortisol, generado por situaciones de estrés.
La dieta debe ser equilibrada, para no aumentar demasiado el peso corporal y evitar cualquier sufrimiento a las articulaciones. Lo ideal es una dieta mediterránea o vegetariana, consumiendo frutas, verduras, aceite de oliva, legumbres, nueces, semillas y pescado azul. Este último contiene ácidos grasos omega 3, que reducen la inflamación sistémica (de todo el cuerpo). Dos de ellos se denominan EPA y DHA (por sus siglas en inglés). Si prefieres omitir o no te gusta el pescado, obtenlos de fuentes tales como la soya (tofu o edamame), nueces, linaza, aceitunas y sus respectivos aceites. Si tomas suplementos de aceite de pescado, la dosis recomendada de ácidos grasos esenciales es 3.8 gramos/día de EPA y 2 gramos/día de DHA. Las investigaciones demuestran que algunos aceites vegetales como los de borraja y de prímula de primavera también podrían aliviar los síntomas de la AR. Consulta al médico antes de añadir suplementos con aceites en la dieta. De lo contrario, ingerir alimentos procesados con alto contenido de azúcar y grasa, así como comida chatarra, aumenta la inflamación y empeora los síntomas de la artritis, además de que predispone al organismo a otras enfermedades crónicas.
De todas las clases de artritis, la gota es la que está más directamente vinculada a la dieta.El cuerpo normalmente descompone unas sustancias llamadas purinas, presentes en muchos alimentos (en especial las carnes rojas, vísceras y moluscos), formando ácido úrico. Los individuos con gota tienen dificultad en eliminar este ácido úrico o lo producen en cantidades demasiado altas, ocasionando la formación de cristales de ácido úrico en las articulaciones y los tejidos. Estos depósitos causan inflamación y dolor intenso. Tener gota aumenta el riesgo de padecimientos cardiacos y diabetes, de tal forma que seguir una dieta baja en grasas saturadas es clave para el manejo de la gota.
Además, el ejercicio físico debe ser una prioridad en el paciente con dolores articulares, pero siempre debe ser moderado, sin agotarse, como parte de la vida diaria porque mejora y mantiene la función articular. Se aconseja la práctica de yoga, pilates, chi kung o taichí, que tienen movimientos suaves y relajantes que permitirán mantener la flexibilidad y ayudan a evitar la pérdida de la movilidad articular.
Y no olvides que los profesionales de la salud aconsejan dormir una media de 10 horas al día (que podemos dividir entre las horas nocturnas y la siesta).
Recomendación Nahrin
Para alivio de dolores y fortalecimiento de huesos y cartílagos: Os Arten (cápsulas); Artifit en polvo, en cápsulas y en crema; Crema de Enebro , Óleo Plus.
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