Pilar Ivorra Ferrándiz. Renacedora, Facilitadora en Constelaciones Familiares y Formadora
Todos experimentamos resistencias ante las experiencias que nos hacen contactar de verdad con el Espíritu. A veces estas resistencias son más conscientes y sentimos simplemente miedo, otras veces son más inconscientes y nos ponemos enfermos.
Podría contar muchos casos en los que, una vez tomada la decisión y el compromiso de asistir a un taller, bien sea de Constelaciones Familiares o de Chamanismo, la persona se levanta con jaqueca, sin haber pegado ojo en toda la noche, con vómitos, diarrea, etcétera. Éstas son las resistencias inconscientes.
¿Qué hacer en estos casos? ¡Asistir! En todas partes hay baño para poder aliviarse, todos tenemos en casa analgésicos, etcétera, quedarse en casa no es una opción. Curiosamente, a la media hora de estar en el taller elegido, los síntomas se calman y la persona empieza a encontrarse mejor, ¡demostrado!
¿Por qué quedarse en casa no es una opción? Pues porque entonces gana la sombra. ¿Quién creemos que tiene resistencias a la conexión con el espíritu?, ¿nuestra parte luminosa o nuestra sombra? Evidente, ¿no? La sombra no quiere ser descubierta, porque la pobre cree a pies juntillas en el dicho "más vale malo conocido que bueno por conocer". ¡Qué boba! ¿No será mil millones de veces mejor lo bueno por conocer?, ¿la aventura de conocerse y descubrirse aunque lo que descubramos nos obligue a amarnos por encima de ello?
Porque ese es el tema. ¿Cómo amarme por encima de mis mezquindades, de mis limitaciones, de mis necesidades? ¡Amando! ¿Cómo amarías a tu mejor amigo si le vieras hundido en la miseria, limitado y necesitado? ¿O no es así que amamos a familiares y buenos amigos por encima de sus sombras? ¡Pues lo mismo!
En mi experiencia, las actividades que más me nos hacen conectar con el Espirítu y con mi espíritu son el chamanismo, las Constelaciones Familiares y la respiración conectada y consciente. Repito, en mi experiencia.
A través de estos tres caminos, bien parecidos entre ellos, he llegado, entre otras cosas importantes, a sentir el amor en todas sus formas, hacia mí misma, hacia los demás y hacia la Naturaleza toda, hacia el hermano árbol y la hermanita ballena.
He de decir que de todas ellas, el autoamor es la que más me cuesta, ya que es la puerta y la llave hacia unas formas de amor más completas hacia los demás, porque... ¿de qué calidad es mi amor hacia ti si no soy capaz de amarme a mí mismo?
Esa es la jugarreta de la Era del Espíritu. Creemos que ascender es iluminarse de alguna extraña manera, abrir el corazón de una forma determinada... Sin embargo, en mi experiencia, la única cosa que se nos exige en esta bendita Era de Acuario es que, de una vez por todas y con todo lo que somos, nos amemos a nosotros mismos. Y lo demostremos.
Nos miremos con compasión y con humildad ante nuestros errores, nos perdonemos por todos ellos, nos comprendamos de una manera total, no mental, y emocional, sino con todo nuestro ser, es decir, totalmente rendidos a que así debió ser y así lo vivimos para nuestra evolución. ¿Cómo? Tomando todas nuestras experiencias por igual en nuestro corazón, las buenas y las que denominamos "malas", sanando nuestros sistemas familiares para comprender profundamente a nuestros ancestros, rindiéndonos de verdad a los trabajos, venciendo nuestras resistencias a base de voluntad y con amor propio, como verdaderos guerreros, porque nadie va a barrer nuestro patio, es un trabajo personal que cada cual debe hacer por sí mismo.
No hay crecimiento sin resistencias, así que... ¡a por ellas!
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