Quién es
Nacida en Quebec (Canadá), Claudia Reinville estudió Biología Médica y se especializó en Microbiología Médica. En 1982 puso en funcionamiento el Departamento de Microbiología del Hospital Pierre Boucher (Longueuil). Dos años después comenzó una formación de animación de grupos y se convierte en la primera animadora del curso "Escucha tu cuerpo". Posteriormente creó el Seminario de Liberación de la Memoria Emocional, que ha permitido a millares de personas transformar su vida y que ha inspirado a muchos terapeutas. En 1987 da el nombre de Metamedicina a su enfoque. Conferenciante internacional y escritora, entre sus obras se encuentran "Metamedicina. La curación a tu alcance", "Metamedicina de las relaciones afectivas. Curar nuestro pasado" y "Metamedicina. Las herrramientas terapéuticas".
Contacto: www.metamedicina.com
Aurelio Álvarez Cortez
-Claudia, preséntame a la Metamedicina.
-La palabra meta en griego significa "más allá", en ella considero que está todo el contenido de la Metamedicina, es decir, más allá de lo que es consciente. No somos conscientes de por qué estamos enfermos. Cuando una persona tiene un cáncer, no conoce la razón que origina esta enfermedad. En Metamedicina el terapeuta ayuda a la persona a ir al nivel inconsciente para saber qué provoca ese desequilibrio y poder así llevar esa información al nivel consciente y recuperar la salud. La Metamedicina no sólo se ocupa de las enfermedades físicas o psicológicas, sino también de todo tipo de problemas o conflictos, de relaciones de pareja, familiares, laborales… Cuando tenemos algo que comprender, repetimos siempre las mismas experiencias.
-¿Cuándo se creó este método?
-La Metamedicina nació en 1987 de mi propia experiencia personal y profesional. Yo era bióloga y trabajé en microbiología en un hospital durante diez años. Por entonces me preguntaba por qué las personas enfermábamos. En 1983 realicé un curso de crecimiento personal para conocerme y de pronto surgieron interrogantes sobre mi vida. Sufría de depresión, también de otros problemas de salud, y así fue como empecé a investigar sobre el origen de estos males. Tenía problemas en la séptima vértebra lumbar y en la primera sacral, por lo cual durante dos años seguí un tratamiento de fisioterapia. Un día, en 1984, hice un cursillo sobre Louise Hay y, en un momento dado, la persona que lo impartía me preguntó: “¿Qué llevas en la espalda?”. En aquel momento me di cuenta de que cargaba los problemas de todo el mundo y a partir de ahí decidí no volver a cargar con los problemas de los demás. De esa forma fue desapareciendo el dolor de espalda. En aquel momento fue una auténtica revelación para mí, porque antes no creía que nuestros pensamientos, emociones y sentimientos podían repercutir de tal modo en la salud.
Entonces me pregunté qué hacía en el hospital como investigadora. Sólo trabajaba sobre los efectos, no sobre las causas. Y eso realmente despertó mi curiosidad, quise comprender qué era lo que originaba mi sufrimiento. Fue el inicio y el despertar de mi conciencia. Me di cuenta de que las palabras que yo utilizaba y los sentimientos que en mí habitaban, las emociones que experimentaba, se expresaban en todo lo que yo vivía. ¡Fue maravilloso! Yo era reconocida en mi profesión, estaba en un buen hospital… pero, gradualmente, abandoné mi trabajo en microbiología para hacerlo en este campo de investigación, en la búsqueda de nuestros sufrimientos.
-¿Cuáles son las fuentes de donde tomas elementos para formar la Metamedicina?
-El método de Louise Hay fue lo que aprendí. También seguí una formación de tres años con Lise Bourbeau, creadora del método Escucha Tu Cuerpo, así como otros aprendizajes con un médium canadiense, Alex Tanou, que me ha permitió hacer la conexión entre lo que hemos vivido en la infancia y lo que vivimos en el presente. Todo esto fue en los inicios, y me llevó a descubrir la existencia de la memoria emocional, porque en aquel tiempo me interesé por el cerebro, particularmente por el sistema límbico. Éste contiene la memoria de los acontecimientos tanto de los agradables como de los traumáticos. En esa memoria quedan todos los acontecimientos que han sido clasificados con la etiqueta "a repetir" o "a evitar". Por ejemplo, si yo memorizo después de una experiencia dolorosa que "amar es igual a sufrir", después tendré miedo de amar. Cada vez que comience una relación, sin saber por qué, haré que ésta fracase porque en mi memoria emocional tengo esa ecuación de "amar = sufrir", y provocaré muchas situaciones para no sufrir.
-¿Existe alguna relación entre tu trabajo y el del doctor Ryke Geerd Hamer?
-El doctor Hamer empezó su trabajo a principios de los años 80 a consecuencia de un cáncer de testículo subsiguiente a la muerte de su hijo en 1978, y puede decirse que hay un paralelismo entre la historia de él y la mía. Yo, en 1983, hice una tentativa de suicidio en la que fui declarada clínicamente muerta. Él hizo su búsqueda para comprender, y yo, después de aquel suceso, hice lo mismo, investigar para saber por qué mi vida era un constante sufrimiento, con una depresión tras otra. Casi al mismo tiempo iniciamos nuestros métodos, pero no me inspiré en su trabajo sino que empecé mi investigación sin saber nada de él. En 1995, después de publicar mi libro, "Metamedicina. La curación a tu alcance", una persona que conocía su trabajo me comentó que mi método era similar al de Hamer. La diferencia, para mí muy importante, está en que su método tiene un planteamiento masculino, mientras que el de la Metamedicina es femenino.
-Explícame esta diferencia, por favor.
-Un método masculino considera que, si hay un problema, hay una solución. Un método femenino considera que si se tiene un problema es por una determinada causa. Un hombre encuentra una solución ante un problema determinado, mientras que una mujer o una persona con manera de pensar femenina, frente a un problema, intenta saber por qué lo tiene, no busca la solución directamente. La aproximación femenina no es directa. Veamos el siguiente caso: un adolescente tiene dolor en una rodilla y va al médico. Éste le puede decir que el dolor se debe a está creciendo demasiado deprisa y por eso los huesos le duelen. Es decir, en esta aproximación se da una explicación. Si tomamos a otro terapeuta que utiliza otro tipo de aproximación masculina puede decirle: "Eso es porque tú no eres flexible", da también una explicación.
Un enfoque femenino, en cambio, lo que hace es escuchar en profundidad para descubrir la causa, qué es lo que genera ese dolor de rodilla. Un experto en Metamedicina, en este mismo caso, empezará por preguntar cuándo empezó ese dolor: "¿Qué vivías en aquel momento?", "¿te sentías obligado a hacer cualquier cosa?", "¿puede ser que tú mismo te impusieras cosas?"... Hace preguntas para descubrir qué es lo que ha creado ese dolor porque, de una persona a otra, cada una tendrá su propia razón. Si yo le doy una conclusión, sin escucharle, si doy una explicación para dar una solución, o doy una solución de entrada, estoy en el enfoque masculino, mientras que el femenino parte de la escucha en profundidad. Eso no quiere decir que los terapeutas del doctor Hamer no utilicen la escucha en profundidad, pero la forma en que este método se ha presentado ha sido masculina. También puede haber profesionales que tomen las claves de la Metamedicina y las utilicen de forma masculina, pero eso no es Metamedicina.
-¿Se hace diagnóstico y tratamiento de las enfermedades?
-La Metamedicina no hace diagnósticos ni da tratamientos, sólo ayuda a tomar conciencia de los sentimientos, de las actitudes que han llevado a desarrollar una determinada problemática; asiste para transformar el sentimiento que ha hecho que naciera una emoción que a su vez ha causado una enfermedad, un sufrimiento. Ayuda a entender cuál es la actitud que lleva a vivir la misma situación. Cuando la persona comprende, todo cambia.
-¿Cómo es el proceso para que la persona llegue a darse cuenta de la causa de sus males?
-El trabajo terapéutico que hacemos en Metamedicina no es un trabajo intelectual porque éste, el mental, se hace con el cerebro izquierdo. Nosotros trabajamos con el hemisferio derecho, el femenino, el cerebro de las emociones. Por eso, cuando recibo a una persona en terapia, la escucho para descubrir dónde está la emoción en eso que me está diciendo. Cuando me narra el acontecimiento, donde yo siento que hay emoción es donde exploro con la persona para descubrir la causa. Por ejemplo, a una persona con cáncer de pecho primero le preguntaré cuándo ha comenzado la enfermedad. Después, voy a buscar qué ha vivido antes de desarrollar el cáncer, qué ha podido generarlo, sus emociones.
La primera parte de la entrevista se desarrolla como una conversación. El terapeuta hace preguntas y escucha para descubrir situaciones que pueden haber creado emociones. En esta escucha se utilizan los dos hemisferios, el derecho para atender a las emociones y el izquierdo para aplicar la lógica. Se puede hablar de inteligencia emocional, de lógica intuitiva.
-Sería ideal que un médico supiera y practicara Metamedicina.
-He formado médicos en Metamedicina, especialmente en Italia. Algunos no quieren presentarse como consultores de Metamedicina pero la utilizan. En cambio hay otros que se encuentran a gusto diciendo que están formados en Metamedicina.
-¿Y pueden formarse en Metamedicina personas que no sean profesionales de la medicina, por ejemplo, amas de casa?
-Tenemos dos líneas de formación en Metamedicina, una para formarse como profesional y otra como opción de crecimiento personal. Los dos itinerarios tienen una base común y empiezan por el trabajo fundamental en Metamedicina: los seminarios de Liberación de la Memoria Emocional (LME). Por otra parte, para obtener un diploma como profesional en Metamedicina la persona ha de tener necesariamente una formación médica básica. También hay terapeutas formados en otras disciplinas que vienen para complementar sus conocimientos. Todo el mundo puede servirse de la Metamedicina. Es un gran aprendizaje para hacer buenas preguntas y aprender a escuchar.
-¿Puedes decirme concretamente qué son las claves de la Metamedicina y como se utilizan?
-En Metamedicina tomamos en consideración lo que representa la parte del cuerpo afectada. Si una persona viene a verme por un eczema en las manos o en las orejas, no le haré nunca las mismas preguntas porque utilizo claves distintas. Las claves están relacionadas con la parte afectada, el órgano, el tipo de afección… Partiendo de éstas, se formulan unas determinadas preguntas y no otras. La primera clave a tener en cuenta es dónde está localizada la afección, en un caso las manos y, en el otro, las orejas. La segunda clave se relaciona con la piel, es decir, el órgano afectado. La tercera clave tiene que ver con el tipo de afección; por ejemplo, si la persona tiene una psoriasis, no le haría nunca las mismas preguntas, porque hay otras claves para la psoriasis. Unas determinadas preguntas ayudarán a la persona a tomar conciencia de qué es lo que ha producido ese eczema. Si la persona me habla de un eczema en las orejas, una pregunta es, por ejemplo, cuándo empezó. Si me dice que hace un año, le preguntaré si hace un poco más de un año puede haber perdido una persona con quien podía tener buenas conversaciones. Esa pregunta es muy, muy precisa, porque todas nuestras enfermedades son un lenguaje. Cuando yo hago estas preguntas, si en las respuestas hay emoción, es ahí donde yo profundizaré. Por el contrario, si en esa respuesta no hay ninguna emoción, seguiré buscando.
Si la persona que hemos puesto como ejemplo me dice que hace más de un año perdió a su abuelo a quien quería mucho, le haré hablar de él, y si aparecen emociones, probablemente se dará la circunstancia de que no ha hecho el duelo, y yo le ayudaré a hacerlo. Con un trabajo de relajación le haré ver a su abuelo para que pueda decirle todo lo que hubiera querido expresarle.
-¿Es un método cerrado o abierto, que sigue integrando más información o conocimiento?
-Es abierto, en constante crecimiento. En estos 25 años siempre ha crecido. La primera edición del Gran Diccionario de la Metamedicina tenía 300 páginas y la actual contiene más de 600.
-¿Tomas algún elemento del chamanismo?
-Un chamán en Italia me comentó que mi manera de trabajar era como la de un chamán, pero no conozco en profundidad lo que hacen los chamanes. Puedo hablar de mi método, pero no de otros que no conozco bastante. El objetivo de la Metamedicina es despertar la conciencia, y en ese aspecto se aproxima mucho al método socrático, a la mayéutica. También se aproxima al trabajo de Jesús, que trata de no juzgar y de perdonar. Lo que hacemos en Metamedicina es ayudar a las personas a liberarse de sentimientos como el rencor, que causa tantos problemas de salud. El trabajo de Jesús, como también el de Buda, no se puede hacer sin compasión. Nuestro trabajo está lleno de compasión.
-Es un concepto muy budista.
-Sí. Tengo formación budista. En 1988 conocí a mi maestro, el Dalai Lama. Siempre será mi maestro, como también lo es Jesús. Dos caras de una misma moneda. El Dalai Lama ha sido mi ejemplo, el modelo que me ha inspirado durante 24 años, hasta el presente. La Metamedicina tiene una gran inspiración budista y lleva implícitas las cuatro nobles verdades. En Metamedicina es lo que hacemos: si llegamos a entender la causa del sufrimiento, a liberarlo para que la persona pueda avanzar de una manera consciente, cambiarán sus actitudes y finalmente despertará. La Metamedicina no usa ritos budistas ni de ningún tipo, sino que va dirigida al despertar de la conciencia. La Metamedicina se define como una medicina de la compasión y del despertar.