Carla Iglesias
Aqua Aura
En diversos países el hombre siempre ha sentido la necesidad de clasificar los cuarzos por su distinta forma de crecimiento: si hay un gran triángulo central tiene un nombre distinto al que crece con siete caras o con un enorme rombo uniendo dos caras, y así, con la mente, se hacen miles de asociaciones, siguiendo diversas simbologías.
A menudo nos perdemos en esas pequeñas cosas, olvidándonos del verdadero y más importante mensaje de los cuarzos: la transparencia.
Normalmente, los cuarzos crecen en la naturaleza con seis caras que terminan en punta, lo que nos hace pensar que posiblemente sean los seis chakras que luego son coronados por la punta, "la unidad", que representa al séptimo chakra.
Para empezar a trabajar con ellos, no podemos elegirlos por su forma sino dejar que "ellos" nos elijan, y luego ponernos a trabajar. Así nos enteraremos por qué estas piedras han venido a nuestra vida y qué mensaje traen.
Recordemos, de paso, que civilizaciones como los atlantes trabajaban con cuarzos de una manera fluida y especial, y han desaparecido. En ciertos ámbitos se cree que por causa del abuso de poder que hubo hacia el final de su existencia, pero antes, para que no se perdiera su información, ésta fue grabada en piedra, sobre todo en grandes puntas de cuarzo.
Para aprender de los cuarzos podemos orientarnos con experiencias de otras personas, aunque siempre conviene sentirnos y "escucharlos", y permitir, si "ellos quieren", que cuenten su información original.
A menudo podemos observar verdaderos grabados en sus caras. Esta información necesita un "aparato" que lo pueda leer; ese aparato somos nosotros, prescindiendo de nuestra mente racional y lógica.
Los cuarzos emiten una energía constante, por eso se utilizan en instrumentos de medición, relojes o chips de ordenador. Son grandes pilas energéticas debido a la piezoelectricidad, y toda la energía que entra en un cuarzo sale amplificada. Al tener silicio, es decir cuarzo, en nuestras células, huesos y sangre, nuestro cuerpo, cuando se acerca a esa "pila", como si de un aparato electrónico se tratara, automáticamente se pone en marcha con su energía.
Los cuarzos, antes de usarlos, deben ser limpiados y cargados de energía. El sol es su gran fuente de recarga y la sal, el elemento que los limpia. Deben permanecer nueve días enterrados en sal gorda sin agua. Luego, sujetándolos con las manos, dejamos unos minutos que se laven con agua corriente y limpia (río, mar, cascadas y agua de lluvia sería lo ideal). Posteriormente, que pasen una mañana al sol, como mínimo.
Se puede notar que salen nuevas inclusiones a la piedra, como arco iris, dibujos, etcétera. Esto se debe a que nuestro cuarzo ya no está dormido, sino que se encuentra listo para trabajar, muy despierto.
La meditación de observación es una excelente toma de contacto. Esta práctica debe durar al menos una hora, con pequeños descansos de dos o tres minutos. Dejándonos guiar por nuestra intuición, haremos esta meditación los días que creamos necesarios para obtener un buen "diálogo" con el cuarzo. Así conseguiremos desenfocar nuestra vista y percibir la energía de la piedra.
En un ambiente de luz tenue pondremos una velita de té detrás del cuarzo y nos quedaremos mirándolo casi sin pestañear. En determinado momento percibiremos la energía de la piedra, siendo el principio de un largo aprendizaje con el mundo mineral, siempre teniendo en cuenta que cada persona, como cada piedra, es especial y diferente.
Disfruten de la experiencia y reciban las percepciones como un regalo, sin pedir grandes explicaciones, sin buscar más allá de nuestro sentir.
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Nos reencontramos el mes próximo.
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