Emilio Carrillo
Las denominadas “enfermedades mentales” proliferan cada vez más. Tanto que las estadísticas afirman que representan un tercio del total de afecciones y padecimientos. Ahora bien, dentro de esa categoría se incluyen experiencias y circunstancias que, en realidad, no siempre son enfermedades, aunque así se suelan diagnosticar.
Es, por ejemplo, el caso de la depresión. Porque no todos, pero sí buena parte de los procesos y estados depresivos se deben a alguna de estas dos causas, que nada tienen que ver con una enfermedad:
√ Una, más superficial: la falta en el cuerpo de vitalidad y energía.
√ Otra, más profunda: la depresión cual "grito del alma" para que vivamos de una manera más coherente y consciente con relación a nuestro verdadero ser y propósito de vida.
La falta de vitalidad
Con referencia a la primera, los consejos fundamentales para salir del estado depresivo son:
√ tomar el sol,
√ contacto frecuente con la naturaleza,
√ paseos al aire libre,
√ moderado ejercicio físico,
√ alimentación vegetariana, en la medida de lo posible, y
√ no ingerir bebidas con alta graduación alcohólica.
Todas estas sencillas prácticas deberían ser incluidas en nuestra agenda cotidiana para recargar y regenerar nuestro cuerpo etérico o energético, que es el que transmite al cuerpo físico la fuerza vital, el vigor, el ánimo y las ganas de vivir.
El grito del alma
En cuanto a la segunda, la superación de la depresión originada por lo que hemos denominado el "grito del alma" resulta más compleja y requiere:
√ Por un lado, todo lo que se acaba de exponer en el apartado previo.
√ Y, por otro, la persona afectada debe darle la vuelta, como si de un calcetín se tratase, a su comprensión de la propia depresión, dejándola de ver —desde el rencor, la resistencia y la frustración— como enfermedad-amenaza y pasando a contemplarla —desde la gratitud y la aceptación— como lo que realmente es: una espléndida experiencia-oportunidad, creada desde nuestra intimidad más honda y sagrada, para que vivamos cada instante de nuestra existencia en este plano humano de un modo más armonioso y alineado con nuestro auténtico ser y el propósito de vida con el que hemos venido a aquí.
Lo sintetizado en este segundo punto representa todo un "giro de consciencia" que, a veces, para efectuarlo, puede requerir el apoyo de un terapeuta consciente que nos acompañe en el desenvolvimiento del proceso interior a acometer.
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