Sonia Córdoba
Odontóloga
Las malaoclusiones se refieren al incorrecto posicionamiento de los dientes que favorecen una mala relación de los huesos maxilares entre sí (el maxilar inferior o mandíbula con el maxilar superior).
Estas maloclusiones causan numerosos problemas, desde los de tipo estético —de no ver una boca armónica con una sonrisa amplia donde todo tiene unas proporciones ideales— hasta alteraciones de función o dolor en la articulación temporomandibular (ATM), dolores de cabeza y cuello, pasando por alteraciones de la postura corporal y un largo etcétera.
Estas alteraciones de la forma y función del aparato estomatognático deben corregirse lo antes posible, antes de la finalización del crecimiento, con la finalidad de que tengan la menor repercusión posible en el resto de nuestro organismo.
Como en todas las disfunciones, tenemos que intentar ir al origen, descubrir qué las ha provocado, saber qué factores influyen en su posterior desarrollo, agravándolas o estabilizándolas, para que el tratamiento sea más efectivo, y tratar que las condiciones causantes no aparezcan de nuevo y el tratamiento fracase.
Sabemos que las funciones del sistema estomatognático van relacionadas estrechamiento con el desarrollo de los órganos que los conforman, y que unas funciones fisiológicas van a favorecer el desarrollo armónico y, al contrario, unas funciones patológicas van a favorecer un desarrollo fuera de la armonía, y por tanto maloclusiones.
Las funciones principales y que más influyen en el desarrollo son la respiración, la deglución y la masticación. Las tres están íntimamente relacionadas: no puede haber una correcta función masticatoria si no hay una respiración y una deglución fisiológicas, y al revés.
La primera función que realizamos al nacer es la respiración. El bebé abre sus fosas nasales e inspira el primer aire que le llega a su alveolos, y lo debe hacer con un correcto sellado labial y una correcta posición de la lengua bien pegada al paladar; después se alimenta del pecho de su madre, sellando bien los labios, apretando con la lengua y traccionando la mandíbula en un movimiento que después evolucionará hacia la masticación.
Pero para hablar de las causas, de la etiología del correcto desarrollo o del desarrollo alterado, debemos remontarnos a los últimos meses de vida uterina y el momento del parto, pues son trascendentales en nuestra vida; de ellos dependerá en gran medida nuestro desarrollo fisiológico o hacia la patología.
Las tensiones que sufrimos en el momento final de la vida uterina —cómo estuvimos colocados, si convivimos con otra persona en ese limitado espacio… el movimiento que realizamos al nacer, si necesitamos algún tipo de ayuda, o por el contrario fue un momento suave y respetado— condicionarán la disposición de los huesos del cráneo, como también las tensiones musculares que nos llevarán al desarrollo más o menos fisiológico del organismo y a unas funciones del sistema estomatognático más cercanas o más lejanas de la fisiología, y por tanto a instaurar una enfermedad; en este caso, una maloclusión.
Es de vital importancia que estas tensiones sean tratadas lo antes posible porque, mantenidas en el tiempo, llevarán a una forma incorrecta de los huesos craneofaciales y con ella, a una posición de erupción de los dientes donde estas tensiones sean menores. A partir de ahí la maloclusión quedará instalada y creceremos en patología.
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