Patricia Abarca. Matrona, doctora en Bellas Artes
La autoestima es la percepción que tenemos de nosotros mismos; es algo que todas las personas poseemos de manera natural, ya que la facultad de percibirnos viene dada en nuestra genética, pero el “cómo” nos percibamos dependerá de nuestra historia y de la forma como hayamos construido nuestro mundo emocional en los primeros años de vida. La autoestima está relacionada con el sentido de motivación, es decir con aquello que nos moviliza para conseguir lo que deseamos, y también en alguna medida es una forma de autorregulación, ya que necesitamos algo que regule nuestra búsqueda según las propias capacidades, ya que de otro modo estaríamos continuamente equivocándonos, corriendo riesgos innecesarios e incluso poniendo en peligro nuestra vida y la de los demás.
Por esta razón, cuando se trabaja la autoestima de una persona, lo que hacemos no es simplemente subirle la autoestima como si estuviéramos izando una bandera, sino más bien llevarla a que tome conciencia de sus cualidades y aptitudes, que aprenda a valorarse de forma realista por lo que es como persona y por sus logros, motivándola a desarrollar propósitos coherentes con sus propias capacidades y que comprenda que no somos todos iguales, ya que la diversidad conlleva entender que todos poseemos “niveles” de aptitud diferentes para cada cosa; así como no existen las personas perfectas que sean un diez en todos los aspectos de su vida –pese a que los medios de comunicación nos intenten vender esa idea–, tampoco existen las personas que no tengan ninguna característica válida o sobresaliente, aun cuando se esté viviendo la peor etapa de la vida.
Por lo tanto, un buen desarrollo personal implica tener una “consciente y buena” autoestima, y no sólo un elevado autoconcepto, ya que una autovaloración exagerada no es signo de madurez sino todo lo contrario; la excesiva autoestima, si no va acompañada de un consciente trabajo personal, genera infelicidad y provoca daño en su entorno. El sentimiento de autoestima debe ser sobre todo un sentimiento consciente y por lo tanto real, ya que también hay personas que proyectan una falsa autoestima, concediéndose a sí mismas un valor que luego no se refleja en la actividad del día a día; estas personas generalmente tienden a protegerse bajo un falso sentimiento de seguridad para evitar mostrar a los demás sus miedos y debilidades.
Por otra parte, existe la falsa autoestima provocada por la sobrevaloración que podemos dar a un aspecto de la personalidad. Suele ocurrir cuando se destaca en algo y aún más si el éxito es público o social, como ocurre con los artistas o con el éxito profesional, proyectándose un sentido del valor de toda la persona como si ésta fuera un diez en todos los aspectos de su vida, cuando en realidad no es así. Hay muchas personas exitosas que cuando conectan con la intimidad de su corazón se sienten insatisfechas, ansiosas e infelices. De manera que si queremos trabajar nuestra autoestima lo primero que debemos hacer es tomar conciencia de lo que realmente somos y de lo que hacemos; qué pasa dentro de nosotros y cómo nos comportamos con los demás.
Debemos querernos por lo que somos, sabiendo que hay facetas que podemos desarrollar y que, si deseamos mejorarlas, tenemos que trabajar en ello: eso significa dejar de lado las disculpas con las que solemos justificarnos nosotros mismos y con los demás, como también esforzarnos en modificar nuestra actitud y nuestras acciones, movilizando esa zona de confort en la que nos hemos acomodado. Pero también es importante aprender a reconocer que hay otros aspectos de nuestra personalidad que no podemos cambiar; necesitamos aceptar estas facetas que configuran nuestra sombra y aprender a convivir con ellas aunque no nos gusten. No olvidemos que en nuestro mundo los espacios con luces son aún más bellos si se acompañan de sombras y, del mismo modo, nuestras virtudes se configuran y emergen a través de las propias carencias.
Responsabilizarnos por lo que nos toca vivir significa mantener una actitud activa y de escucha hacia nosotros mismos y hacia el entorno, considerando lo ya dicho pero al mismo tiempo sin autoengañarnos. Justificaciones como, por ejemplo, “sé que no estoy dando lo mejor de mí como pareja, pero todas las parejas que conozco están igual y después de todo creo que tan mal no estamos”; “sé que no llevo una vida saludable, pero no pasa nada, ya me preocuparé más adelante” o “sé que no entrego lo que debiera en el trabajo, pero como soy un empleado y al final el responsable es mi jefe, me da igual”, deben hacernos pensar hasta qué punto son juicios válidos o bien estamos justificando con ello la propia apatía y la falta de responsabilidad. No olvidemos que nuestras responsabilidades están definidas por las necesidades, de ahí la importancia de plantearnos necesidades reales y no engañarnos creándonos necesidades ficticias.
En la autoestima se conjugan dos aspectos fundamentales: uno tiene que ver con la autopercepción de la eficacia con la que nos enfrentamos a los desafíos de la vida, y el otro con el respeto a uno mismo. En relación con el primero, cabe preguntarse: ¿en qué grado confío en mi criterio, mi comprensión de las cosas y mi capacidad de elección?, en otras palabras, ¿creo y confío en mí? Respecto al segundo, podemos preguntarnos: ¿me siento a gusto con mis pensamientos, mis deseos y mis necesidades?, ¿me acepto como soy siendo consciente de mis debilidades y defectos?, ¿qué quiero y qué puedo realmente cambiar en mí?, ¿me siento con derecho a vivir y ser feliz?
Si nuestras respuestas son afirmativas, deberíamos ser personas auténticas que actúan de acuerdo a las propias convicciones, evitando dar una imagen falsa en busca de la aceptación o la manipulación de los otros, planteando propósitos coherentes con las propias aptitudes. Si cumplimos nuestros propósitos, por pequeños e insignificantes que nos parezcan, nos sentiremos productivos y reafirmados.
¡Os lo propongo como objetivo para este nuevo año que iniciamos! Comenzad poco a poco, con pequeños y cotidianos propósitos, pequeños cambios que os hagan sentirse que están tomando las riendas de vuestra vida, y si para ello necesitáis ayuda no dudéis en buscarla.
¡Les deseo de todo corazón un consciente y productivo 2014!
procreartevida.wordpress.com