Olva Lava Mares. Kinesióloga y Terapeuta de Biomagnetismo
Muchas culturas ancestrales como la china, la hindú, la hebrea o la egipcia ya utilizaban los imanes por sus propiedades terapéuticas, pero es desde los últimos 40 años cuando se han realizado estudios científicos que han demostrado la fiabilidad y eficacia del tratamiento biomagnético.
El doctor Richard Broeringhmeyer sostenía la teoría de que solo se generan disfunciones en los órganos que soportan distorsiones del pH (medida que indica la concentración de iones de hidrógeno en una dilución, pudiendo ser neutra, alcalina o ácida). Más tarde el doctor Isaac Goiz descubrió la alteración de dos zonas del cuerpo en resonancia, una con pH ácido y otra con pH alcalino, y creó el Par Biomagnético con el cual, mediante dos imanes de polaridad opuesta, se equilibra el terreno, llevándolo a un pH neutro, que es el saludable. Las investigaciones hasta la fecha demuestran que los sistemas vivos son muy sensibles a los campos magnéticos pues sus efectos alcanzan hasta el último rincón del organismo. Por ello los imanes aplicados adecuadamente pueden equilibrar los campos magnéticos y contribuir a corregir los desequilibrios metabólicos que son el origen de muchas enfermedades.
Con los campos magnéticos equilibramos el ecosistema interno que puede estar alterado por numerosos factores como virus, bacterias, parásitos, hongos, etcétera, ya que cuando estos microorganismos habitan desequilibradamente en nuestro interior aparecen los síntomas y las enfermedades. Y esto puede estar causado por diferentes motivos que constituyen un terreno biológico favorable para los patógenos: una mala alimentación, toxinas, metales pesados, cicatrices tóxicas, geopatías y, cómo no, los bloqueos emocionales, pues no olvidemos que este es uno de los motivos principales por los cuales bajan nuestras defensas. Cualquier proceso emocional que estemos viviendo –el fallecimiento de un ser querido, una ruptura sentimental, una traición, una situación de maltrato o insultos constantes, una crisis económica, una situación de paro prolongado o cualquier otro motivo que nos cause estrés– hace que nuestro sistema inmune se debilite, perdiendo su capacidad para defenderse ante enfermedades infecciosas tales como gripes, resfriados, virus herpes, entre otras. Gracias a la Psiconeuroinmunología hoy sabemos que el sistema nervioso autónomo, el sistema endocrino y el sistema inmunitario están conectados, de manera que si nos está costando adaptarnos a cualquier situación en la cual nuestras emociones se ven alteradas, el sistema inmune no responderá como debería al desafío de virus y bacterias invasores.
En la mayoría de los casos no será suficiente con equilibrar el pH sino que habrá que buscar el factor desencadenante que creó el terreno biológico y eliminarlo de la vida de la persona para que no lo vuelva a alterar.
Con los imanes no sólo equilibramos los trastornos relacionados con microorganismos patógenos, también los utilizamos en casos en los que el daño es únicamente celular, o para equilibrar las alteraciones en glándulas internas y su producción hormonal, así como para nivelar la energía en los chakras y los meridianos, o para equilibrar la columna vertebral.
Integrar el Biomagnetismo Médico con la Kinesiología, con la Síntesis Energética y con otras técnicas psicoemocionales, hace que seamos más eficaces en menor tiempo. Este sistema cuenta con unos resultados inmejorables y la inmensa mayoría de las personas asegura haber experimentado una mejoría palpable después de las sesiones. Bien es cierto que muchos pacientes revierten sus síntomas en pocas sesiones y otros necesitan más, dependiendo de la cronicidad de la enfermedad, la degeneración física de los órganos o la zona afectada, del tiempo que cada cuerpo necesita para regenerarse y de que el paciente haga cambios en su vida eliminando los factores desencadenantes.
Esta es una técnica complementaria y compatible con otras, y el hecho de utilizar la kinesiología para mantener el diálogo con el cuerpo hace que el índice de iatrogenia (daño) por tratamiento se reduzca a cero. No existen efectos secundarios, únicamente hay que tener precaución con pacientes que estén recibiendo quimioterapia, embarazadas o personas que lleven marcapasos, evitando exponer esas zonas del cuerpo a la potencia de los imanes.
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Información: olgalava.com