Aurelio Álvarez Cortez
"Mi marido es la onceava generación de una de las familias más importantes de Italia en el mundo del vino y la mía tiene una tienda especializada con más de 4 mil referencias de vinos, en Salt (Barcelona). Soy la quinta generación". Así comienza la charla con Meritxell Falgueras, sumiller y autora de "Qué beber cuando no bebes" (editorial Urano), quien explica cómo decidió recopilar un completo informe de las bebidas sin alcohol, apuntando al placer, el sabor y, por qué no, la diversión.
Debido a embarazos, no siempre con éxito, tuvo que suspender temporalmente la ingesta de bebidas alcohólicas. Y un gran amigo, también del ámbito de la gastronomía, fue internado en una clínica por su alcoholismo. Al visitarlo, conoció las consecuencias del exceso de una droga, reconoce Meritxell, que es legal. "Iba los sábados y pude ver las terapias. Escuché historias muy duras de vidas rotas por una adicción terrible y difícil de superar", recuerda. Además, un familiar cayó enfermo de cáncer y tampoco podía tomar ese tipo de bebidas. De modo que prometió implicarse en su tarea de divulgación por todos aquellos que por diversas razones no pueden ingerir ni una gota de alcohol.
Por entonces, y gracias a su profesión, ya conocía bastante lo que no fuera vino. "El sumiller es especialista en bebidas, con catas de agua, de cafés, infusiones..., además de vino", aclara. Además, hace ocho años que colabora con Nespresso en Suiza y en España, por lo cual conoce en profundidad todo lo relativo al café, y también ha trabajado intensamente en el universo de la cerveza. Pero más allá de ello, "tengo la suerte de haber estado en el International Taste & Quality Institute, en Bruselas, donde juzgábamos de todo menos el vino", dice. Allí se encontró con "muchas bebidas, desde isotónicas hasta diversos tipos de leche, refrescos, y finalmente te das cuenta de que existen los mismos parámetros para juzgar un buen zumo de tomate o un vino, según su sabor o su aroma".
También sabe las virtudes del agua de mar, pero su preferencia, reitera, es el café. "Me encanta el capuchino, y como no me gusta con leche de vaca, puedo jugar con las leches vegetales. Le pongo leche de soja porque le da un sabor a horchata". Ahora mismo estudia un café selección de Nepal, con torrefacto alto. "Le va muy bien el chocolate con frutos rojos, porque deja ese amargor característico. Lo tomo sin azúcar, que busco en el chocolate, y la misma temperatura del café ayuda a que se deshaga en la boca".
Sus gustos personales también giran en torno de las bebidas con aloe vera y los zumos verdes. "Los que llevan rúcula me chiflan", comenta. Y a la lista suma las aguas con sabores: "Simplemente poner limón u hojas de menta al agua y llevarla a la nevera le da un gran sabor –dice–. Me cuesta beber agua sola porque como estoy acostumbrada al vino o a bebidas con tanto gusto, me parece sosa". Y como siempre ha tenido especial predilección por las infusiones y tés, se decanta por los blancos y el verde, que los marida a la hora de la comida. "Después de beber alcohol, es duro volver al trabajo o conducir. Por eso acompaño las comidas con bebidas que dan buen sabor y son muy saludables. Aunque no soy nutricionista y hablo como sumiller", aclara inmediatamente.
Como es madre y ha pasado por la experiencia de amamantar, aconseja a las mujeres en ese periodo tomar leche de almendras o papaya, según le recomendó su ginecólogo, venezolano para más datos.
Consultada sobre qué bebidas aconseja para cada momento del día, entre las decenas de posibilidades, puntualiza a partir de sus gustos personales: "Por la mañana, antes de desayunar, agua con limón y seguramente un capuchino, porque necesitamos despertarnos y también por su aporte de dulzor. A media mañana, el zumo Morning Glory (manzana, pepino, apio, perejil o cilantro, espinaca y jengibre), que la nutricionista Carla Zaplana también recomienda; o naranja o algún cítrico, porque por la mañana necesito alcalinizar mucho mi cuerpo. También agua con limón para maridar con un pincho de tortilla. Y en las comidas, como dije, algún té blanco. A media tarde, cuando acabas de trabajar, alguna cerveza sin alcohol para el snack". La cerveza le merece una cita al margen: "Mi marido buscaba las mejores cuando yo no podía tomar alcohol y él se enganchó... hasta hoy. Hay excelentes, sabrosas y muy ricas, como la Franziskaner blanca o la Clausthaler".
Por la noche, prosigue, "es el momento en que se echa de menos no tener un buen vino tinto, entonces podemos tomar un jugo de arándanos; yo jugaba hacer un coupage (mezcla), buscando olfativamente las notas del vino, y creaba un smoothie". Eso sí, puesto en una copa bonita y no un vaso de tubo.
Además, para los momentos especiales se puede echar mano a una sidra sin alcohol, si bien existen otras posibilidades, como la sandía, que es el elemento principal del Cosmpolitan Fake con que posa en la portada de su libro.
Pero para salir del paso una alternativa muy creativa es el "cafetonic", un expreso con tónica. Revela que "es una bebida energizante que, sin ser un Red Bull, tiene el glamour de poder tomarlo en copa como si fuera un gin tonic, y si quieres, ponerle limón. Aparte de saber que la tónica es digestiva, cuando trabajaba los sábados por la noche, escribiendo, me hacía un gin tonic psicológico. Lo preparaba con hielo de buena calidad, vistiendo una túnica y sin tomar ginebra... A veces no hace falta el alcohol para emborracharte (risas)". Esta última expresión concuerda con la siguiente frase que se lee en su libro: "Puedes sentirte ebrio de felicidad perfectamente sobrio".
Meritxell asimismo expone la diferencia entre el mosto y los vinos sin alcohol: "El mosto es zumo de uva prensado, que conserva todo el azúcar de la fruta. En cambio, el vino desalcoholizado por ósmosis inversa se desalcoholiza y tenemos los aromas cítricos del vino sin el azúcar residual del mosto ni los aromas simplemente frutales de la uva, pero con aromas más complejos que se crean en la fermentación alcohólica". Por esta razón prefiere el vino sin alcohol, a pesar de que muchos colegas sumillers lo critican. "Organolépticamente (por las propiedades de sabor, textura, olor, color) es chulo" a la hora de un brindis, por ejemplo, y recomienda uno: el Naturet Torres.
Y ahora que estamos en verano y en invierno, en uno y otro hemisferio, recomienda lo siguiente: para el verano, tiempo de vacaciones, un mojito free, "algo muy fácil que en cualquier bar lo pueden hacer –dice–. Me gusta ponerle jengibre o alguna bebida como soda, y no más de diez hojas de menta porque si no es horticultura". Y para el invierno, un chai latte, con muchas especies como clavo, o un chocolate caliente, "que de mayores lo dejamos de tomar pero es delicioso con un buen chocolate con buen porcentaje cacao".
En el cierre de la charla, Meritxell recuerda que hay muchas personas que gozan de fama y popularidad, como quien escribe el prólogo de su libro, el actor español Santi Millán, o artistas internacionales como Jennifer López, que por diversas razones se abstienen de tomar alcohol. Aunque reconoce que seguirá como sumiller vinculada con el mundo del vino para “ofrecer buenos motivos para una sana diversión”.