Numerosas investigaciones, más que verificadas desde hace décadas, han determinado que las vivencias que tiene el ser humano en su vida intrauterina le afectarán tras el nacimiento. Es decir, nuestros sufrimientos como adultos se generan, en su mayoría, en el claustro materno.
El bebé aún no nacido está totalmente expuesto a los impactos gratificantes o traumatizantes que recibe desde la percepción de su madre, desde lo que ella siente, que a su vez está generado por los propios daños que ella misma sufrió cuando era gestada.
María Isabel Miñana, terapeuta y formadora dedicada desde hace años al Método Prenatal de Anatheóresis, señala al respecto que dicho método "ayuda a la futura madre, de una forma tan efectiva como insospechada, a adentrarse en el maravilloso camino de la gestación, fortaleciendo el vínculo afectivo con su futuro hijo. Así, se eliminan tensiones y previenen daños que probablemente podrían afectar al pequeño, condicionándolo durante toda su vida, y se acompaña a la mujer en la consecución de un solo y claro objetivo: llevar su embarazo al más hermoso de los finales que se traduce en tener a un feliz bebé, tras un consciente y armonioso alumbramiento".
Según expresa Miñana, "hace años que me dedico a acompañar a las madres en el proceso de gestación con este método, así pueden vivir una maternidad con plena conciencia de su bebé y de sí mismas desde el principio". De tal modo, se logra "potenciar un fuerte vínculo entre ambos, basado en las auténticas necesidades del bebé, cosa que nos permite la extensa casuística de la que disponemos de la terapia de adultos, con la información de 'primera mano' que esto nos proporciona". Se favorece, además, "un nacimiento realmente consciente, tanto para la madre como para el pequeño, permitiendo a éste 'saber' lo que está sucediendo en cada momento, atenuando o perdiendo así el sentimiento de miedo y soledad, tan frecuente durante el alumbramiento".
Por ello, "es tanto lo que este método puede aportar, que resulta difícil expresarlo en pocas palabras", agrega, para destacar que "para cualquier profesión directa o indirectamente vinculada a este apasionante mundo de la maternidad proporciona una herramienta tan valiosa como sorprendente, al poder trabajar con el aspecto emocional de la futura madre, de forma tal que se evitan daños que pueden afectar muy directamente a su hijo, ayudando a crear un afectivo vínculo y preparando a ambos, incluido el padre, a un nacimiento puramente consciente, con todas las ventajas anteriormente citadas, que ello supone".
Igualmente, Miñana aclara que "este método, lejos de ser incompatible con la clásica preparación al parto, la complementa totalmente, pudiendo ofrecer a la futura madre una auténtica preparación integral, donde todos los aspectos de este crucial momento vital sean atendidos, tanto para ella como para su hijo".
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