Emi Zanón. Escritora y comunicadora
Para José Ignacio Latorre, uno de los físicos españoles más reconocidos en el campo de la física cuántica, sí, las máquinas son el siguiente eslabón evolutivo. En su reciente libro publicado por Ariel "Ética para Máquinas", nos dice que vivimos ya en otra realidad y cualquier concepto de ética tiene que pasar por nuestra relación con las máquinas inteligentes. La aparición de la inteligencia artificial avanzada pone en cuestión la superioridad intelectual de los humanos; nos lleva ante un nuevo desafío. De ahí la necesidad de pensar y reflexionar, de responsabilizarnos.
Este ensayo, que leí recientemente, desde una visión puramente científica y mecanicista, dejando a un lado las consideraciones al alma y las cuestiones ontológicas y existenciales, no tiene desperdicio y creo que, a pesar del vértigo que se experimenta al leerlo -como si de ciencia-ficción se tratara-, aporta una visión optimista del futuro más próximo, siempre y cuando actuemos ya.
En el monte Olimpo se rumorea que los humanos estamos creando máquinas más inteligentes que nosotros mismos -cita el prólogo-. Desde la revolución industrial, estamos cohabitando y evolucionando con máquinas, que nos han facilitado la vida. Sin embargo, desde que los ordenadores ejecutan complejos algoritmos que parece que pueden elegir por nosotros –y ello lo estamos viendo a diario en nuestros teléfonos móviles que nos inundan de anuncios e información porque cada vez conocen más nuestros gustos y deseos, y hasta "parece" que deciden por nosotros–, está en juego la esencia de nuestra naturaleza. Y aquí surgen las preguntas que nos lanza José Ignacio Latorre: si creamos máquinas que nos superan intelectualmente, ¿cuál es el lugar de los humanos?
Los humanos –apunta– nunca destacaron por su fuerza o por su velocidad, fue su inteligencia lo que les permitió sobrevivir y dominar para bien y para mal a las demás especies. Por lo tanto, la paradoja está servida: si creamos máquinas intelectualmente superiores a nosotros mismos, ¿somos un eslabón más evolutivo? ¿Es el ser humano un elemento prescindible que tarde o temprano se transformará en algo irreconocible o, incluso, desaparecerá? Atrevidamente, él piensa así, y nos dice que por mucho que nos cueste aceptarlo, la especie humana se extinguirá y dejará paso a seres artificiales que nos habrán superado. ¿Qué legado dejaremos entonces los humanos a los siguientes eslabones evolutivos? Su propuesta tautológica es legarles nuestra inteligencia; su propuesta menos obvia: legar valores éticos a las máquinas pensantes que se superarán a sí mismas: "inteligencias artificiales éticas".
Son muchos los libros de ensayo sobre tecnologías avanzadas que hablan de catastrofismo, y en el séptimo arte abundan las distopías y los futuros dominados por máquinas letales, pero por fortuna ya son muchas las mentes que intentan hallar un balance ecuánime con respecto a los cambios tecnológicos que nos invaden. José Ignacio predice -aunque asegura que no es fácil hacerlo y pueda estar condenada a error su predicción- que el futuro energético y la sostenibilidad no serán ningún problema para los humanos, el único problema real será ético.
Es ahora el momento de definir las reglas éticas que supervisarán las máquinas que ya nos rigen. Es el momento de debatir el modelo de sociedad que deseamos. Hemos de decidir las leyes de las jerarquías artificiales que controlarán todos los detalles de nuestra vida. Depende de nosotros establecer un marco idóneo de convivencia máquina-humano. La bondad debe ser ley. Un amplio principio ético: la banalidad del bien en la inteligencia artificial. El bien colectivo es programable. Todo esto nos dice el científico e insiste en que para resolver los problemas legales y éticos se requiere de la colaboración de todas las visiones de la sociedad: especialistas en leyes, en economía, en ciencias exactas, en tecnología, en ciencias sociales, en arte, en todo...
Sin duda, un libro necesario, una llamada urgente a una profunda reflexión que tendrá que ir acompañada de una visión interior que nos acerque más a nuestra verdadera esencia; que vaya más allá de lo puramente mecanicista.