Margarita Llamazares
Querido Freud, te hubiera bastado meterte en la red para darte cuenta de que no nos sostenemos sólo con el trabajo y el amor de pareja. Hay algo más. Y eso es lo que nos permite actuar con serenidad en medio de la adversidad. Eso es todo, propósito, movimiento, alegría, fuerza, acción, elecciones. Pero, claro, no tenías WhatsApp. Ahora no hubieras tenido que explicar en tantos tomos lo que estaba cantado. Ni poner en boca de Platón lo que hoy todos sabemos que es el ego. "Dijo Platón que los buenos son los que se contentan con soñar lo que los malos hacen realidad". Lo cierto es que pusiste la piedra angular de lo que hoy conocemos como ciencia de la psique (alma). Lo inconsciente. Sin Face ni nada.
Los descubrimientos contemporáneos alrededor del espíritu y la psique nos están llevando por derroteros que nunca pudimos imaginar. El trabajo con las corrientes cerebrales, como en TIC; la biodescodificación, un Curso de Milagros, pasando por el desdoblamiento del tiempo que empezó con Garnier y ha continuado con autores como A. Casado, por ejemplo, están poniendo en primer plano lo abstracto.
Y es que el Ser nunca estuvo fuera de juego; fuera del juego sí, observándolo, pero más en ti... que ese bolsillo que te cae encima del corazón. Las bases de la psicoterapia contemporánea ya incluyen a esa fuerza coherente y cohesiva como una manera de estudiar, a vista de pájaro, la totalidad que somos. Y en la medida en que los tiempos se aceleran, los descubrimientos se multiplican y se van enlazando unos con otros para llevarnos a atisbar el mapa cuántico de nuestra riqueza intemporal. Tenemos dentro una bomba de felicidad que se activa por ley cuando hay amor, aceptación, entrega, inteligencia emocional, expectativas cero, decisión, en fin, comprensión de que todo conflicto está en la mente. En un error de percepción. Eso explica casos como el de Mujica, presidente de Uruguay, y de tantos antihéroes que lo son por su condición de "esto es lo que hay y además lo elijo". Me viene David Carse, el carpintero autor de "Perfecta brillante quietud", uno de los seres más lúcidos del momento, que renuncia a ir de gurú y se dedica a cuidar de sus padres ancianos desde un nivel de realización, humildad, nada despreciable.
El cuerpo es sólo una porción mínima de nuestra estatura real. Pero si no permitimos que las distintas emociones lo atraviesen, y aceptamos que se disuelvan en el resplandor de algo mucho más vasto, el proceso de llegar a Ser se detiene. El único trabajo es irradiar. Necesitamos de un proceso porque el ego no va a querer esfumarse así como así; el que es sólo el chico de los recados decide radiarnos la vida y contarnos todo tipo de proyecciones en las que caemos atrapados. Entonces un miedo líquido empieza a invadir nuestras venas y... ¡voila!, nos volvemos diminutos y manejables por una mente que no sabe adónde va, desconocedora de todo propósito que no sea autoinflarse como contraveneno.
¿Existen atajos? No, pero hay salidas hechas de movimiento y conciencia. Nada como el movimiento me ha llevado a experimentar el olvido del cuerpo-mente y la unidad. Estados de pura bienaventuranza.
El movimiento invita a sentir y a la vez desconectar para ver lo mismo desde otro lugar. En palabras de Gabrielle Roth, creadora de los 5 Ritmos, el movimiento cura, y la conciencia nos enfoca a abandonar la identificación con una mente que sólo se cree un cuerpo, y a centrarla en la lógica que sostiene la vida en estos planos virtuales y más allá de toda forma. La conciencia lleva a la acción lúcida. Ahora es cada vez más imprescindible salir de una sesión con la sensación de "¡ahjaa!, esto es la libertad, por fin llegué a casa".
Movimiento y conciencia son caminos de desprogramación en el recinto sagrado de parar de hacerse daño. El enemigo siempre estuvo a tiro y sus armas son la culpa, el miedo, y no mires dentro, ahí sólo hay dolor. El ego se las trae. Mientras, nuestro verdadero hogar espera a que destapemos el cielo que ya está dentro. En la inocencia que nunca dejamos de Ser. Esto que suena sencillo, y lo es, requiere de un aprendizaje insistente para que nuestros sucesivos programas dejen de dar la vara y la comprensión llegue con cada certeza.
Te invitamos a un espacio donde explorar lo que sientes e ir más allá de ello es la oportunidad de decir quién eres en tu vida. Un lugar para dejar las mochilas de lo que pasó, atrás. Donde la iluminación no sea mañana, sino ahora. Y dudar de ti resulte imposible. Disfrutar todos juntos eso que de verdad somos, bailando, sintiendo, silenciándonos, sosteniendo, volviendo al asombro.
En cada taller sucesivamente estarán presentes temas esenciales como las relaciones, la enfermedad, la mente creativa, responsabilidad, los duelos, la autoestima, la abundancia, bajo la visión incomparable del movimiento junto a enfoques de un Curso de Milagros. La vida es paz.
¿Qué eliges? ¿Estás dispuest@ a seguir la disciplina que requiere la libertad? ¿Dónde está? A eones de tiempo, o a unos pasos de ti, del movimiento regenerador. Del contacto con tu esencia. Y desde ahí arder. Dinamitar las emociones. Dejar que se esfume lo preconcebido. Cantar con los huesos. Volverte impredecible. Descubrir que las ideas son líquidas. Descalzarte en el hogar que nunca abandonaste. Y la ligereza del no hay nada que perder. Ser niños de nuevo. Pasión. Ser.
La sed es el agua, sumergirse interiormente a través de la exploración y el ritmo es la posibilidad de encontrar el pozo. Y la quietud. El vuelo. Lo extático y su paz. Cada taller trabaja metas concretas para ir más allá de lo que te dijeron que era vivir. Aprenderás a salir de la inercia. Elaborar la tristeza de una pérdida. La voz del silencio trae la plenitud del ahora. Ahí, en el movimiento, la decepción se convierte en maestro, en la flecha que señala lo efímero, de eso que dimos por sentado. Y aún así la vida sigue fluyendo poderosa como un río sin principio ni fin.
Traerás nudos y te llevarás paz. Habría que contárselo hasta a Freud, aunque es posible que ya lo sepa y nos acompañe desde la eternidad de forma invisible. Y sin Whats App.