Emi Zanón. Escritora y comunicadora
¿Eeres una persona coherente? ¿Coherente con lo que piensas, sientes, hablas y haces? ¿Somos coherentes como especie? ¿Vivimos de manera coherente con lo que el planeta nos ofrece? Es decir, ¿evolucionamos de manera coherente con los recursos limitados de la Tierra? ¿Alguna vez te has hecho estas preguntas? Posiblemente sí, y en caso contrario, ahora es un buen momento para hacer una pequeña o gran reflexión, bien a nivel personal, bien a nivel colectivo, sobre la "Coherencia": esa palabra mágica que viene del latín cohaerentia (cum: "con", haerens: "que está adherido") y que significa "permanecer juntos". Por ello, se dice que cuando algo tiene coherencia, todas sus partes encajan bien, tienen buena relación.
Numerosas son las ramas del saber que centran su atención en la coherencia: la física (coherencia cuántica), la informática, la lingüística, la lógica... Los científicos saben mucho de coherencia pues buscan siempre la coherencia de sus datos para apoyar sus hipótesis. El filósofo griego Epicuro de Samos (341 a.C.), fundador de la escuela que lleva su nombre, sabía mucho de coherencia, pues lo que pensaba, sentía y explicaba era lo que día a día practicaba.
Nuestro universo es coherente, adherido, unido, no hay separación a un nivel ínfimo sabemos ya. El hombre, como ente, y como parte integrante del universo, también lo es. Entonces, ¿por qué se sigue actuando de manera incoherente tanto a nivel personal como colectivo?, ¿por qué no tomamos las riendas de una vez y nos responsabilizamos de nosotros mismos y de nuestras actuaciones dañinas sobre el planeta? La respuesta sería, por un lado, los intereses de las grandes oligarquías que controlan el mundo, la otra sería la falta de educación, la dejadez, la apatía, la falta de conocimientos y autoconocimiento; en definitiva, por falta de conciencia.
A nivel personal, es urgente que empecemos a vivir de manera coherente con lo que realmente somos y no con lo que nos hacen creer que somos. Y aquí tiene un papel muy importante la autoestima: dejar de aparentar lo que no somos, vivir sin necesidad de tener la aprobación de los demás. Vivir en consonancia con nuestros recursos y posibilidades. Vivir de acuerdo a nuestros propios principios y valores y no dejarnos guiar por el ego.
A nivel planetario, es urgente que, como especie, empecemos a tomar medidas y a ser coherentes con lo que el planeta nos ofrece y lo que nosotros tomamos, ensuciamos, contaminamos, destruimos... Conscientes de que siguiendo el ritmo de consumo desmesurado de los recursos naturales y el ritmo de crecimiento de la población (en la segunda mitad del pasado siglo XX se cuadruplicó el número de habitantes en el planeta debido al auge y mejoramiento de la cadena alimenticia), sin responsabilizarnos, sin tomar las riendas para poner el freno necesario (la superpoblación tiene solución: es una cuestión educativa: una mujer educada, una pareja educada, procreará de acuerdo con sus posibilidades), entonces, la Madre Naturaleza será quien tome la última palabra.
Afortunadamente, cada día crece el número de gente comprometida, consciente, que se ocupa de su educación, de sus posibilidades, de su autoconocimiento, de su despertar... Más gente que vive cada día con mayor armonía y conexión con el planeta, con la Madre Tierra. Y estoy segura de que sabremos encontrar a tiempo el punto de equilibrio, la coherencia necesaria en pensamiento, sentimiento y acción, para que cada cual viva su propia vida con respeto a los demás y a la Madre Tierra, y haga de ella la obra de arte más hermosa y coherente.