Emi Zanón. Escritora y comunicadora
"Cuando no deseo nada tengo todo, cuando no deseo nada tengo más… Lo mío no es mío si sólo es mío… Liberar y disolver mi yo en el vacío…”. Estas sabias frases y otras más son las que canta “Café Tacuba” –una de las bandas de rock alternativo en lengua española, originaria de Ciudad de México, y considerada una de las mejores de Hispanoamérica– en su preciosa canción “Tengo todo”. Una canción que llega a mí por “causalidad” en el preciso momento en que me dispongo a escribir este artículo, cuyo contenido, dadas las próximas fechas navideñas y todo lo que ello conlleva de consumo y ocio desmedido, estaba pensado que girar en torno a la premisa “Tener o Ser”, título, por otro lado, de la última obra de uno de los grandes psicoanalistas, humanistas y pioneros de los nuevos tiempos en el pasado siglo XX, Erich Fromm.
Una canción que nos habla del desapego o del “no-apego”: ese estado del ser humano en el que su deseo por las cosas y las personas desaparece y surge una perspectiva más elevada de la vida. Una perspectiva que le dice que lo tiene todo porque forma parte de un gran Todo: un principio fundamental en las enseñanzas budistas, hinduistas, jainitas, taoístas y algunas más, que nos dicen además que con el desapego desaparece el sufrimiento. Y en verdad que es así. ¿Cuántas veces sufrimos por cosas que deseamos y no logramos alcanzar precisamente por la fuerza de la ansiedad que generamos? Hemos comentado repetidamente que vivimos y formamos parte de un universo energético y nuestras emociones y pensamientos, como energías que son, tienen una vibración determinada que por afinidad atraerá más de lo mismo.
Cuando te mantienes en un estado de paz interior, cuando no hay deseos o apegos que te quiten el sueño, entonces, de manera mágica (aunque ya sabemos que es por afinidad energética) empieza a venir a ti la abundancia que hay en el Todo: el amor, la salud, el dinero, el éxito… Sencillamente porque estás bien contigo mismo, estás bien con la vida, estás fluyendo con el Todo.
El ser humano, a lo largo de su historia, ha buscado y busca siempre su superación personal, aunque se deje llevar por el deslumbramiento tecnológico y la enajenación consumista que le hace olvidar que lo más importante en la vida y lo que le da sentido, una vez satisfechas sus necesidades primarias, no es “el tener” sino “el ser”.
El mundo capitalista y consumista nos ha limitado, sobre todo en las últimas décadas, las posibilidades de independencia al crearnos necesidades artificiales que nos han alejado de nuestra auténtica esencia espiritual.
Erich Fromm, autor también de obras destacadas como “El arte de amar” y “El miedo a la libertad”, ha sido y es una de esas maravillosas e influyentes voces que trazan rumbos, caminos para esa superación personal. Ya en el siglo pasado nos hablaba de la venida de un hombre nuevo y una sociedad nueva que solo podríamos conquistar desde un gran cambio en nuestros corazones. En “Tener o Ser” analiza estos dos modos de existencia. Por un lado, “el tener”, sometido a la ambición de poseer y consumir, y por otro, “el ser” orientado a la sencillez, al desarrollo psicológico, al autoconocimiento, a la trascendencia, a la ALEGRÍA DE ESTAR VIVOS (y lo escribo con mayúsculas para que no se nos olvide el gran regalo que es la Vida). Él, ante el poder que la humanidad alcanzaría tras la revolución industrial y la tecnología del siglo XX, que traería consigo serias consecuencias en el medio ambiente –sin estar en contra del progreso–, insistió en que debíamos esforzarnos por recuperar nuestra fortaleza física, psíquica y espiritual.
Al final del mencionado libro, Erich Fromm nos da su visión de lo que sería el hombre en una sociedad que hubiese logrado trascender del “tener” al “ser”. Y lo maravilloso es que esa transición ya se está dando desde que hemos empezado a caminar por el Nuevo Paradigma.
Estamos experimentando ya cambios enormes en nuestra manera de ser y actuar. El paso de la propiedad al uso es cada día mayor, por citar un ejemplo. Ya no estamos tan interesados en poseer sino en compartir o usar: empresas con espacios comunes; usuarios varios para un mismo coche; intercambios de casas para vacaciones, trabajo o estudios… Todo ello bajo un halo creciente de respeto. Respeto a uno mismo, respeto al otro, respeto por el Ser, respeto a la Madre Tierra.
Paso a paso, estamos siendo más conscientes de nuestro mundo interior, de nuestra espiritualidad que conlleva el vivir con conciencia y responsabilidad. Erich Fromm estaría orgulloso de nuestros incipientes logros. El conocimiento ha demostrado, una vez más, que siempre es liberador.
Que os regaléis “desapego” para que podáis disfrutar del vacío de vuestro YO que contiene el potencial del Todo. No lo olvidéis.
emizanonsimon.blogspot.com.es
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