Alejandro Ferro
Presentar las enseñanzas atemporales del hinduismo con el objetivo de vivir más plenamente es uno de los objetivos evidentes del trabajo de Naren Herrero, periodista y escritor especializado en yoga, cultura, filosofía y espiritualidad de la India, oriundo de Argentina, autor, entre otros títulos, de "Hinduismo para la vida moderna", de Editorial Kairós.
También profesor de hatha yoga, formador de profesores de yoga, Naren dicta cursos de historia, filosofía y mitología del yoga en España, México y Reino Unido. Con él dialogamos sobre la cosmovisión hindú y la realidad de la práctica del yoga, que ha ganado fama mundial por sus indiscutidos beneficios para la salud física y mental.
-¿Te consideras un hindú occidental, Naren?
-Nunca quise ponerme esa etiqueta, lo fueron diciendo otros. Un tío había ido a India en los años setenta, donde conoció a un gurú, y volvió a la Argentina totalmente cambiado. Mis padres se engancharon con esta idea y les cambió la vida. Todo esto sucedió antes de que yo naciera, y después llegó mi hermano. Estábamos imbuidos en la visión hindú, no budista, porque en la India hay muchas religiones, y no solo en lo físico, por el hatha yoga, también en materia filosófica.
Pasé muchos años negando que fuera hinduista, hasta que conocí gente aquí en España que se identificaban como hindúes y me fueron diciendo "si tú practicas rituales, meditación y yoga, cantas mantras y tienes un gurú que vive en el sur de la India, eres hindú". Entonces lo acepté. Pero hay que tener en cuenta que ser hindú es algo muy amplio. Para algunos hindúes significa pertenecer a una etnia, es decir, si no has nacido con sangre india no puedes serlo. Más de una vez me pasó que en algún templo no me dejaran entrar por tener piel "blanca".
-¿Qué es el hinduismo?, ¿una religión, una filosofía, un estilo de vida?
-Es una cosmovisión. Más que una religión, incluye la cuestión sociocultural de la civilización india, por un lado, y también una visión de mundo, de cómo funciona el universo, que es lo que más me gusta. Entender, contemplar, que hay un orden en él y adecuarse a ello.
-¿En esta parte del mundo existen estereotipos que no corresponden al espíritu hinduista?
-Tenemos la idea de que en la India están todos meditando y que sus habitantes son pacíficos. No es así, allí hay mucha actividad permanentemente. Incluso los más pobres no son para nada vagos, sino todo lo contrario. La espiritualidad y la religión están muy presentes; la gente va al templo y en su casa realiza un ritual diariamente, con un maestro. Pero muy pocos meditan en su hogar o en un monasterio.
-¿De qué modo traduces y actualizas la tradición hinduista a través de tu trabajo?
-Como resultado natural de vivir en Occidente, en un entorno que no está familiarizado con esas enseñanzas, como periodista y escritor, necesito traducirlas, actualizarlas, para que me entiendan, también en la formación de profesores de yoga. Encuentro a personas que llegan muy interesadas en lo físico, pero que de filosofía no saben casi nada. Al mismo tiempo, conmigo mismo lo tengo que hacer. Leo un texto, una enseñanza, incluso aquello que mis padres me enseñaron hace veinte, treinta años, y ahora, como está cambiando el mundo, debo plantearme la validez de ciertas cuestiones, como las de género, el rol de la mujer, entre otras. Es una tarea inevitable para poder vivir coherentemente con todo.
-Es decir que el hinduismo también se está "aggiornando", lo quiera o no la ortodoxia.
-Por supuesto. Lo bueno del hinduismo está en que como es tan amplio no existe un organismo central, regulador de la ortodoxia. Mientras que ciertos representantes gozan de prestigio y se pueden llamar ortodoxos, sobre todo si están relacionados con las instituciones monásticas, también hay monjes progresistas y muchas corrientes y escuelas se están actualizando. Dentro de un orden y respeto, no hay luchas internas, aunque sí discrepancias.
-Incongruencias aparentes, como aquietar la mente a través de la mente, a veces poco se entienden.
-Son aparentemente contradicciones, pero que se dan en dos planos, el relativo y el absoluto. Algo parecido sucede cuando hablamos de mitos, parecen ir en contra de la realidad, pero se entiende que se refieren a otra dimensión, a otro plano de conciencia. El objetivo del yoga es aquietar la mente, pero ¿cómo se hace?, pues usando la mente. Entonces esta aparente incoherencia es como un koan japonés: no puede ser resuelto con el raciocinio, sino con la intuición, con la experiencia directa.
-Estas divergencias pueden plantear paradojas. ¿Qué pautas debe observar el neófito para superarlas?
-Hay principios básicos que todas las escuelas y linajes comparten. El primero, la idea de que hay una realidad suprema que está más allá de la realidad que conocemos y que subyace a todo; es impersonal, no tiene nombre ni forma, es infinita, inmutable, adjetivos para tratar de explicar lo inexplicable. Otro dice que el objetivo del ser humano es reconocer su esencia espiritual, la realidad material no es lo único que existe, algo más se encuentra dentro de nosotros mismos. Algunas cuestiones cambian según la escuela, como el método a seguir: la meditación, las posturas físicas, los cantos; o teorías como el karma o la reencarnación, muy difundidas pero que no todas las escuelas aceptan. La mayoría acepta que existe una ley de retribución de lo que hacemos, con consecuencias en todos los planos, no solo el físico, y que todos poseemos un espíritu en esencia bueno, que nunca cambia.
-¿Es politeísta?
-Sí, porque de hecho aparecen muchas deidades en los textos más antiguos, hasta en los actuales se mencionan. Al mismo tiempo, hay una realidad única, superior y anterior a todos los dioses, que son una manifestación de ella.
-¿Cómo se sitúa el yoga en la sociedad hindú?
-Fuera de la India, el yoga es lo más difundido, especialmente el Hatha yoga, físico. En la India no es así. Se considera que es un tipo de escuela pensado para las personas dispuestas a hacer ejercicios físicos y de respiración, intensos, muchas horas al día, con una dedicación completa, no solamente dos veces por semana. Los yoguis son personas que van al Himalaya, de retiro, para practicar todos los días en una cueva. El Hatha yoga como tal, como camino espiritual, en la India no es el más transitado. Pero sí lo es el yoga devocional, de practicar un ritual en casa, ir al templo, cantar... un yoga más amable.
-¿Y cómo ves la situación del yoga en Occidente, ahora que es tan popular?
-Al venir a Occidente su práctica fue desgajada de la tradición y el contexto espiritual, religioso. No en todos los linajes, pero sí en muchos quedó solo el aspecto de la práctica física. Perdió el sentido de su esencia.
Quizá alguien lo hace porque se siente bien físicamente, en calma, también por sus muchos beneficios mentales, pero no sabe que el objetivo último, real, es el autoconocimiento espiritual. Y esto es una distorsión. Los beneficios son los mismos y por eso el yoga es tan popular, con millones de personas que lo ejercitan en el mundo. Es verdad que si únicamente fuera un camino de conocimiento espiritual tal vez serían muchas menos. Pienso que hay que buscar el equilibrio según lo que cada uno busque o quiera.
-La declaración del yoga como patrimonio inmaterial de la humanidad es una acción para contrarrestar ciertas intenciones de capitalizar comercialmente algo que siempre fue de todos. ¿Qué nos espera?
-Es inevitable cuando algo se difunde tanto. Pero no hay vuelta atrás. Antes muy pocos practicaban yoga, ahora se benefician muchas personas aunque sea a nivel físico. De acuerdo a nuestro rol, como profesores, directores de escuela, periodistas, etcétera, debemos difundir el mensaje "verdadero", y al que le tenga que llegar, le llegará.
-Mientras muchos buscan distracción, lo nuevo, siempre algo que los sorprenda o los adrenalice, el yoga clásico es rutina, monotonía, disciplina.
-En clase a veces digo que "no hemos venido aquí a divertirnos". No pretendo hacer sufrir a nadie, pero tampoco entretener. Por supuesto podemos contar cosas interesantes, hacer chistes, crear un buen ambiente, distendido, pero según el estilo que practico, basado en mi maestro, de repetir las mismas cosas, no hace falta cambiar para innovar y que todos se entusiasmen. El entusiasmo viene del compromiso con la práctica. Me gusta la monotonía y la rutina, a todos nos viene bien mantener un orden externo, que da bienestar, y también para que haya un orden interno; lo observo tanto en niños como en adultos.
-Y así descubres que eres mucho más que un cuerpo y una mente...
-Es lo que debería pasar cuando uno realiza estas prácticas durante mucho tiempo, y se da cuenta de que los beneficios no son solo físicos y mentales, sino que también hay otros. El Hatha yoga exige mucho esfuerzo para descubrir que eres más que un cuerpo. Para ello hay que sumar los caminos del estudio, de la devoción. Leer los textos que inspiran, porque la práctica a veces no es suficiente.
-¿Por qué un gurú?
-Porque todos necesitamos alguien que nos guíe para cualquier aprendizaje. Ante esa guía externa, que para la tradición hindú es indispensable, no hay que subyugarse o someterse. Es alguien que está ahí para ayudarte. El verdadero maestro, que da las herramientas y que de ningún modo quiere que te sometas a él sino que seas libre, te repite una y otra vez que tú eres tu maestro, que encontrarás en ti lo que estás buscando. Si alguien te quiere someter, pretende que le obedezcas todo el tiempo y notas que su comportamiento no es coherente, aléjate, no es bueno para ti.
-Del silencio, ¿qué puedes expresar, a partir de tu experiencia, en primera persona?
-El primer aspecto es el silencio físico, no hablar. Cuando hablas, gastas energía. Al no hablar, la conservas. Personalmente, me gusta estar en silencio todo lo que puedo, sobre todo en clase. Ese silencio es apenas la base para luego encontrar un silencio interno. Si quieres aquietar la mente, aquieta la boca. Primero callas, luego meditas, contemplas, y después el silencio mental, mucho más difícil, cuando frena el torbellino de pensamientos e ideas que giran todo el tiempo. Los maestros dicen que es el silencio interior el buscado. Para eso hacemos las prácticas exteriores, para llegar a ese silencio.
-¿Cómo es la ecuación de la felicidad, según estas ancestrales enseñanzas?
-Una maestra hindú hablaba del famoso vaso medio lleno, medio vacío. Objetivamente, el vaso está así. Ahora bien, ¿dónde uno focaliza? La tradición hindú dice que es mejor el vaso medio lleno. ¿Por qué? Porque al focalizarte en lo que tienes, que es el contentamiento, automáticamente te sientes pleno. Si lo haces en el vaso vacío, te sientes vacío. El método hindú es siempre ver lo positivo porque la mente toma esa cualidad positiva. Mi maestro Sri Swami Premananda siempre me decía en cartas "piensa buenas cosas y pasarán buenas cosas". Era una frase muy simple, pero no en el sentido de la ley de la atracción, para que suceda, sino porque si piensas buenas cosas automáticamente la sensación que tendrás será de buenas cosas, con aceptación y gratitud. El contentamiento está muy relacionado con la gratitud. Si pienso "¡pobre de mí!" me sentiré mal. Eso sucede a muchos que buscan algo que les falta. Al focalizarnos en lo que poseemos, eso nos da gratitud, alegría, satisfacción. Es la ecuación de la felicidad.
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