Amba Radha. Profesora de Yoga
"Del contentamiento surge la suprema felicidad", escribió el sabio y yogui Patanjali hace unos milenios, desde entonces poco o nada ha cambiado.
¿Quién no quiere ser feliz, auténticamente feliz, puramente contento, albergar una tranquila alegría permanente? Que levante la mano, por favor.
De eso nos viene a hablar este bellísimo y apetitoso concepto "Santosha", palabra sánscrita que significa contentamiento. Uno de los Niyamas, segundo anga, parte de las ocho que componen el Patanjali Yoga, también conocido como Raja Yoga o Ashtanga Yoga. Los Niyamas son las reglas éticas u obligaciones personales, el equivalente en yoga a aquello que debe ser hecho, los mandamientos.
Si tan solo nos contentáramos con lo que es, con las cosas como vienen, si amáramos sin esperar, sin querer cambiar aquello que amamos... ¡Patanjali aplaudiría desde su cielo!
Pero qué puedo decir si cuando no hay trabajo lloramos por dentro y cuando hay trabajo nos quejamos porque no tenemos tiempo, y cuando no, queremos más dinero. Si cuando nos aman, queremos ser amados de otra manera; cuando amamos no queremos amar con todo el corazón, no sea que nos lo lastimen y duela y haya que curarlo después; o cuando llueve "hace mal tiempo" y las hierbas que no queremos en nuestro jardín son "malas hierbas"...
Llegados a este punto una pantera negra se despierta en el interior y grita ¡basta, basta y basta! Un gran stop al sin sentido. No más quejas, no más expectativas, no más "ya, pero...", "yo creo", "yo quiero", no más miedo, no más separación, ¡no! Pero, ¿qué digo? Ni siquiera "no más", aceptación, por favor.
Algo dentro de ti sabe que los deseos del ego son incontables, que siempre quiere más y las cosas diferentes a como son; desde el momento en que aquel pequeño infante miraba al cielo y se hacía preguntas, muy dentro sabes que hay un orden mayor, que hay un conocimiento que se nos escapa, un porqué por el cual todo sucede de una manera determinada y, tirando del refranero, no hay mal que por bien no venga ni mal que cien años dure.
Acuérdate, algo se fue, sufriste, lloraste, te pensaste solo, tristeza... Y hoy miras atrás y agradeces tanto que las cosas pasaran así. De allí devino tu éxito, gracias a eso conociste a esa persona, aprendiste y comenzaste a caminar por senderos nuevos y sí, todo por aquel gran "mal". Curioso mal que bien te trajo. ¡Bendito mal!
Sin irme hacia Úbeda, santosha y me río de mis penas, santosha y respiro en momentos de tensión, santosha y se acaba el drama. Se cierra el telón. Silencio.
Y más de dos y tres siguen pensando que el yoga es estirarse como un gatito. No sólo es eso, señores, no sólo eso.
¿Y si nunca nos hubieran enseñado las palabras "bueno" y "malo"?
El yogui camina el sendero del medio, con ecuanimidad, olvidando aquellos que van al pico y al valle, cogiendo los que van rectos por la meseta. Eso es contentarse con la lluvia y el sol, con el lirio y el diente de león, con el tiempo para uno y con no tener tiempo alguno, con la abundancia de dinero y la escasez. Contentarse en el placer y en el dolor.
Realizamos esto solamente a través de la práctica y el desapego, como bien nos dicta el ancestral sabio, el querido Patanjali. Que nos da esas dos palabras clave como receta del éxito en nuestro camino a la liberación última, al centrar del pensamiento y, en última instancia, a la unión con lo supremo.
Puedes probar a esbozar una pequeña sonrisa y tratar de mantenerla, no sólo cuando las cosas sean plato de tu gusto, sino el resto del tiempo. Experimenta cómo cambia tu energía cuando dejas de resistirte a tu experiencia.
La diferencia entre la felicidad y el contentamiento es que la felicidad surge de una causa alegre en sí misma y el contentamiento surge de una actitud interior positiva hacia cualquier tipo de circunstancia.
En definitiva, en miles de años hemos aprendido un par de cosas de tecnología y a convivir con gran número de bienes e ideas, por no decir "a complicarnos la vida", pero regresamos al yoga y cada vez más gente, por la necesidad ciega que tenemos de comprender la materia, la energía y el funcionamiento de la mente.
He explorado casi diez años el océano del yoga y tanto la búsqueda como los descubrimientos son inacabables. Y al respecto de lo que venimos hablando, mi humilde consejo es darle contento al descontento; al mal tiempo, buena cara.