Aroa Fernández Ferrer
Aliméntate de amor. Aliméntate de pensamientos que te llenen de alegría. Aliméntate de imágenes bellas que te lleven el corazón a la garganta. Aliméntate de las risas de las personas que están cerca de ti por todas partes.
Si estás enfadado o triste ve a un sitio conocido donde siempre te traten bien, con camareros agradables que te mimen y te aconsejen con cariño aquello que te gusta cuando no te decides. Aliméntate de ese acto de amor y familiaridad.
No dudes. No hay nada que no merezcas, ni nada que no puedas amar si estás dispuesto. No hay nada que te nutra más que el amor y todas sus raíces.
Cuando tengas ganas de llorar prepárate una buena cena, compra lo que más te gusta, abre un buen vino, pon unas velas, la música que te haga soñar y siéntate a la mesa. Respira profundo y mastica suave. Hazte el amor con cada bocado, cierra los ojos y explora lo que sientes. Y cuando termines te darás cuenta de que de toda esa comida lo que más te ha nutrido no han sido los alimentos, ni la música, ni las velas...nada de ello por separado si no el conjunto de acciones y estímulos que has destinado para prestarte servicio.
Ten paciencia contigo mismo y revisa cómo te sientes en el templo que es tu cuerpo. Cuenta las veces que te ríes en el día y si son pocas juega un poco más. Date tiempo para hacer la compra y elige qué tipo de combustible quieres para funcionar. Haz ejercicio regular solo por el placer de cuidarte y sentirte bien. Cree en algo más grande que tú y perdónate todo lo que puedas. Entrena tu mente para dejar de avergonzarte de ti mismo, y si puedes, solo si puedes, trabájate la culpa. Cuando te alimentes recuerda que has de conectar con lo que necesitas y quieres y que nadie sabe más de ti que tú mismo.
Aprende cosas nuevas cada día y compártelas con el mundo, y si escuchas una canción que te pone los pelos de punta mándasela a los 5 primeros en los que pienses. Cierra los ojos y respira la vida, podrás sentir como se alimentan todas y cada una de las células de tu cuerpo.
Y si un día tienes que sentarte en un banco y pegar un bocado rápido, bendice ese momento y aléjate de la culpabilidad porque no amarse es el peor de los alimentos.
No se trata de restar importancia a la lista de la compra, se trata más bien de sumar a la lista de hábitos que tenemos otros tipos de acciones y pensamientos que nos alimentan tanto o más que aquello que es orgánico.
No comas sin ganas y no te tragues nada con lo que no puedas lidiar. No te desayunes malos gestos y no alimentes tu cuerpo sentado a la mesa con personas con las que no te sientas bien.
Si puedes no enciendas el televisor, enciende los sentidos para escuchar el crujir del pan recién horneado, saborear una buena salsa, oler un aceite de primera calidad, tocar un bizcocho sedoso y chuparte los dedos como cuando eras un niño.
Juega con estos conceptos nuevos, intégralos, siéntelos y trabájalos. Pon atención. Pon conciencia. Porque para vivir una vida diferente, hay que querer vivir una vida diferente. ¿Quieres?
Aroa Fernández Ferrer es codirectora del Instituto Valenciano de Terapias Naturales y experta en cocina y nutrición. Imparte el curso de cocina vegetariana y alimentación saludable en Valencia en el IVATENA.