Atit Orión Jesús
Cuando solemos escuchar cualquier palabra la tendencia es interpretar según lo aprendido y según la situación, y con el término meditación esto se hace mucho más evidente y la confusión que genera suele disuadir a muchos a profundizar en el tema.
Aquí no vamos a hablar ni de los orígenes de la meditación ni de sus miles de técnicas y filosofías ligadas a ella, más bien intentaremos dar una visión mucho más práctica de lo que podemos conseguir con algunas de esas técnicas y trabajos que durante milenios se han seguido practicando y experimentando..., aunque nos sea inevitable mencionar algunos autores y técnicas.
Independientemente de cómo elijamos vivir esta existencia aquí en la Tierra, en algún momento todos nos cuestionamos cosas como de dónde venimos, qué nos impulsa a movernos, cómo es el funcionamiento de nuestro cuerpo internamente, qué pasa en nuestra mente, cuáles son mis condicionamientos sociales que me hacen mostrarme como los demás quieren y no como yo siento que soy, etcétera. Y es aquí, en el campo de todo lo que creemos desconocido, en donde la meditación nos puede ayudar a despejar la mayoría de esas preguntas. Dejemos por unos instantes la mente vacía de pensamientos, sin luchar por apartarlos, simplemente observando los espacios de vacío y silencio que hay entre uno y otro... Ya está, eso es la meditación, lograr que esos espacios, esos vacíos de silencio se vayan alargando y sean cada vez mayores, y desde ahí, desde ese silencio y vacío, el universo empieza a resonar con lo que eres y mostrarte lo infinito en ti, la vasta multidimensionalidad del ser. Sí, así de fácil y de sencillo. No tenemos que estar fijando nuestra atención en nada exterior o imaginándonos preciosas esferas llenas de luces y colores, eso es muy bonito y a veces beneficioso, pero no es meditar, es poner la atención en otro lado. Claro que muchas de las técnicas de meditación de nuestros días tienden a que pongamos nuestra atención en un solo objeto o espacio, es normal para empezar a manejar nuestra atención, la cual normalmente suele estar en mil sitios a la vez y nunca donde queremos realmente que esté. Pero una vez dominada la atención, la tenemos que apartar para que esos espacios de silencio y vacío lleguen.
Medita en ello: cuando alguien nos dice esta frase pocas veces nos paramos a mirar lo que hay más allá de ella. Si no sabes cómo actuar, qué decir, cómo expresarlo, medita en ello... Sí, porque sólo en un estado de meditación puedes intuir o ver las respuestas más fácilmente, y lo puedes hacer porque las respuestas ya están en ti. Una de las principales virtudes de la meditación es que nos conecta con nuestro ser, con nuestra sabiduría lograda a lo largo de nuestras vidas y de nuestros ancestros. Nos conecta con todo aquello que hay fuera en el multiverso y dentro de nuestro universo. Medita en ello, sí, medita, vacíate de pensamientos, comparaciones, condicionamientos, juicios y ello, la repuesta, llegará clara y nítida, sentida, vivida y creada para que te traiga lo mejor. Medita en ello, da un paso, permite que el creador se manifieste en ti y te llene de esa sensación de paz, de tranquilidad, de amor, de gratitud y de sentirte uno con el infinito, con ello.
Desde Budha y su meditación Vippasanna hasta Osho y su Dinamic Meditation, pasando por técnicas más sectarias como la meditación trascendental, zen, etcétera, tenemos a nuestro alcance más de 5.000 técnicas de meditación catalogadas o registradas como tal, y sería muy costoso poder acceder a practicar todas y cada una de ellas, para finalmente darnos cuenta de que la mayoría lleva a lo mismo y que la diferencia es la interpretación y la experiencia de vida de cada uno de los creadores, y que nosotros, al ser diferentes a esos creadores, quizás tengamos que modificar esa técnica para que se adapte a nosotros y a nuestro momento de vida. Como muchas meditaciones que llevan al mismo sitio una y otra vez cuando ningún momento es igual al otro y tú no eres el mismo que ayer. Así, parece lógico que no tenemos que seguir con una técnica para toda la vida, la técnica hay que integrarla y luego abandonarla para permitir que surja espontánea cuando lo necesitemos.
Medita, acciona, muévete, experimenta ¡y conócete un poco más de verdad!