Carmen Mª Martí Insa, María Nurkanovic Egea
El padre es junto con la madre uno de los pilares fundamentales de nuestra vida. Cuando somos niños nuestro mundo gira en torno a ambos. Por este motivo, la relación que tengamos con cada uno de ellos condicionará en gran medida nuestra vida. En un artículo anterior revisamos la importancia de nuestra madre y todo lo que ésta nos aporta. En este artículo repasamos nuestra otra figura fundamental: la figura de nuestro padre.
Cuando somos capaces de tomar y dar un lugar en nuestro corazón a nuestro propio padre, nos sintonizamos con todo aquello que un padre simboliza tanto a nivel físico, como emocional o energético. Es entonces cuando nuestra vida mejora en los aspectos que éste representa. Pero, ¿qué nos aporta el padre? El padre nos da fuerza, estructura, organización, límites. También representa la autoridad. Si no podemos mantenernos en un trabajo estable, si tenemos dificultades para marcar nuestros límites y decir no a otras personas, si no tenemos la fuerza necesaria para hacer nuestra propia vida y mantenernos en ella, o si tenemos dificultades con la autoridad, posiblemente deberíamos revisar la relación con nuestro propio padre.
El padre también nos permite permanecer en contacto con la realidad (estar con los pies en la tierra) ya que la función de un padre es atender lo inmediato. A su vez nos permite ir al mundo y hacer aquello que hemos venido a hacer. Es decir, alcanzar nuestros propósitos y mantenernos en ellos. Cabe decir que en nuestra sociedad en general hay mucha "falta de padre" y que el padre es, en muchos casos, el gran excluido. Por ello es importante que revisemos cuál es nuestra relación con él.
A la hora de dar un lugar en su corazón al padre, muchas personas tienen dificultades. Quizá sus padres se divorciaron y desde ese momento el contacto con el padre se perdió o se enfrió, o falleció tempranamente, o vivía en la misma casa pero casi siempre estaba ausente, etcétera. Los motivos pueden ser muy diversos, el resultado el mismo: la falta de presencia del padre (al menos en nuestro interior). Esta falta puede llevar a dificultades en los aspectos mencionados anteriormente.
El papel de las madres es fundamental en este aspecto, ya que la madre es quien introduce al hijo (o hija) a su padre, y si ella no lo hace, puede ser muy difícil para el hijo acceder a él. Por ello es importante que reconozca y respete al padre y lo bueno que hay en él, y que permita al hijo acercarse a su padre, estar con él y tomar de él.
Hoy en día el número de parejas separadas y con hijos es considerable. Por ello hacemos hincapié es este aspecto. Las diferencias entre la pareja es importante que sean asunto solamente de la pareja. Es decir que mantengamos a nuestros hijos en la medida de lo posible al margen de nuestras diferencias. Tengamos en cuenta que la mitad de nuestros hijos es gracias a su padre y la otra mitad gracias a su madre. Así, si rechazo a su padre, rechazo la mitad de mi hijo, y esto a un nivel muy profundo el hijo lo sabe. Así que si de verdad amamos y queremos lo mejor para nuestros hijos, es importante que les permitamos el acceso al otro progenitor. Sólo de esta manera nuestros hijos podrán sentirse plenos y completos. Además, tienen derecho a tener un padre y una madre.
Cuando personalmente puedo ser capaz de mirar a mi padre y a mi madre (a ambos a un mismo nivel) darles un lugar en mi corazón y agradecerles lo que hicieron por mí, mucho en mi vida puede cambiar para bien. En esta dirección, os proponemos un ejercicio adaptado de Bert Hellinger ("padre de las constelaciones") para revisar y fortalecer la relación con nuestro padre.
Cerramos los ojos e imaginamos a nuestro padre y a nuestra madre delante de nosotros. Observamos si los vemos a los dos a un mismo nivel o sentimos que tenemos preferencia por alguno de ellos. Observamos si nuestro padre se encuentra más distante. Si es así, entonces le miramos a los ojos y le decimos "Por favor, regresa".
Dejamos un pequeño espacio de tiempo y observamos el efecto que esta frase ha tenido en nosotros. Ahora miramos a nuestra madre y a ella le decimos: "En mí, mi padre está vivo. Y tú también, junto con él. Los dos a la vez".
En el trabajo con Constelaciones Familiares realizamos constelaciones, visualizaciones y ejercicios que nos ayudan a cambiar nuestra mirada hacia nuestros padres y ancestros, re-significando nuestras imágenes interiores. Independientemente de la infancia que tuvimos ahora, que somos adultos, podemos todavía hacer buenos en nosotros a nuestro padre y a nuestra madre. "Nunca es tarde para tener una infancia feliz".
Constelaciones Familiares es una potente herramienta en la que a un nivel muy profundo podemos reconectar aquello que se separó o sanar aquello que enfermó, desde el agradecimiento y con amor. Sus resultados son profundos y con muchos beneficios para todos los implicados. El trabajo de Constelaciones Familiares se puede desarrollar en grupo o en consulta individual.
Carmen Mª Martí Insa y María Nurkanovic Egea imparten la formación de facilitadores de Constelaciones Familiares en Valencia en el Instituto Valenciano de Terapias Naturales.