Olga Lava Mares. Kinesióloga, e Instructora de terapeutas
Existen muchos tipos de adicciones, las drogas, el alcohol o el tabaco son una parte, aunque también existe la adicción a la comida, a las compras, al juego o a las relaciones. Pero, ¿por qué llegamos a comportarnos de determinada forma a pesar de que es perjudicial para nosotros? ¿Y por qué cuando queremos cambiar estos hábitos los cambios son tan poco duraderos a pesar de poner toda nuestra voluntad y empeño? La respuesta está en la mente ya que nuestros pensamientos son tan poderosos que crean nuestra propia realidad. Somos adictos a la química del cerebro que producen nuestros pensamientos. El doctor Joe Dispenza lo explica de una forma brillante en la película "¿Y tú qué sabes?".
Todas las experiencias del pasado, con diferentes personas, lugares, momentos..., se reflejan en las redes neuronales del cerebro. Según la neurociencia, las neuronas que se conectan juntas establecen una relación duradera y les resulta más fácil activarse a la vez. Estas agrupaciones de neuronas se han activado tantas veces de la misma manera que se organizan, creando estructuras, rutas estáticas de actividad. Con el paso del tiempo, sea cual sea el pensamiento, sentimiento o comportamiento que se repita, se volverá automático hasta convertirse en un hábito.
Cada vez que tenemos un pensamiento y se activan determinadas redes o conexiones neuronales, se produce una reacción bioquímica en el cerebro, generando unas sustancias que se envían al cuerpo como mensajeros de estos pensamientos. Las sustancias químicas o mensajeros de los que hablo son los neurotransmisores, los neuropéptidos y las hormonas.
Cuando el cuerpo recibe estos mensajes responde inmediatamente con una serie de reacciones que se corresponden exactamente con lo que el cerebro está pensando. Y automáticamente el cuerpo le envía un mensaje al cerebro diciéndole que ahora siente lo que él está pensando. Así que, como ahora el cuerpo se siente de determinada forma, el cerebro genera más pensamientos y reacciones químicas para que primero empecemos a sentirnos como pensamos y luego a pensar de acuerdo con lo que sentimos, generando así un bucle entre pensamientos y sentimientos.
Si nuestros pensamientos son positivos, de alegría, amor y agradecimiento provocarán que nuestro cuerpo se sienta de este modo; si por el contrario nuestros pensamientos son de ira, negatividad, culpa o sufrimiento empezaremos a sentirnos así en cuestión de segundos.
Identidad, memoria, personalidad
Cuando los sentimientos del cuerpo coinciden con los pensamientos de un determinado estado mental se crea un estado del ser, esto sucede cuando mente y cuerpo actúan como una unidad. Nos acostumbramos a sentir o pensar de determinada manera hasta el punto en que se convierte en parte de nuestra identidad. Y a base de repetirlo se genera un estado de ser memorizado que conforma la personalidad.
Cada vez que pensamos en una experiencia con una fuerte carga emocional se activan en el cerebro las mismas secuencias y estructuras del pasado, y al activarse las redes neuronales se consolidan cada vez más. Se duplican las sustancias químicas liberadas en el cerebro y en el cuerpo, y esto provoca que la emoción del pasado se memorice todavía más. Esta repetición inconsciente hace que el cuerpo llegue a recordar este suceso incluso mejor que la mente consciente, es decir el cuerpo se convierte en la mente. Memorizamos una serie de conductas, pautas, creencias, hábitos, recuerdos asociativos, que se convierten en programaciones y no nos damos ni cuenta. Y estos programas dirigen nuestra vida porque el cuerpo se ha convertido en la mente; en cuanto existe un pensamiento, o sentimiento que provoca una reacción respondemos de forma automática, de forma inconsciente.
Hay que tener en cuenta que sólo el 5 por ciento de la mente es consciente, el otro 95 restante pertenece a los programas automáticos del subconsciente.
La buena noticia es que podemos cambiar, si no nos gusta la realidad que hemos creado podemos crear otra. Todos tenemos la capacidad de hacerlo. Y para conseguir que ese cambio sea efectivo y duradero es necesario reprogramar nuestra mente, revisar esas emociones que están grabadas en el cuerpo y que se han convertido en parte de la personalidad, en hábitos. Podemos tomar conciencia de nuestras tendencias y averiguar de dónde vienen o cuando se originaron.
La Kinesiología del Alma nos da la herramienta perfecta, a través del test kinesiológico es posible obtener toda la información. Esta técnica nos permite sanar los patrones limitantes: adicciones, creencias, improntas, y otro tipo de interferencias que nos impiden alcanzar nuestros objetivos en la vida, así como la energía densificada que se queda anclada en nuestros campos energéticos. Nos ayuda a elevar la vibración a través de recursos como las geometrías sagradas o las gemas, para poder alcanzar un nuevo estado de ser y desde ese nuevo lugar cambiar nuestra realidad.
Si eres terapeuta esta es la técnica que te ayudará a mejorar la experiencia de vida de muchas personas. Si aún no eres terapeuta y quieres empezar a formarte, ésta es una buena ocasión