Aurelio Álvarez Cortez
Que en esta vida todo cambia, ya lo dijo el filósofo griego. Pero demostrarlo a base de golpes de observación desde el atalaya de la medicina formal, es otro cantar. Es lo que hace el médico escocés Gavin Francis. Miembro del Royal College of General Practitioners y del Royal College of Emergency Medicine, es autor de varios libros premiados, el ultimo en castellano, “Mutatio corporis. Medicina y transformación”, editado por Siruela.
Crecer, curarse, aprender, envejecer... ¿qué consecuencias tienen para nuestro desarrollo físico y emocional? A través de la historia, el arte, la literatura, los mitos o la magia, Gavin intenta demostrar que la esencia misma del ser humano es el cambio. Así ha respondido a nuestras preguntas sobre su afán de explorar las profundidades de nuestra naturaleza biológica, psicológica y filosófica.
-En el comienzo de su libro dice que como médico interesado en el cambio, la transformación, para la práctica médica constituye la búsqueda del cambio positivo en la mente y el cuerpo de los pacientes. ¿A qué cambios positivos se refiere?
-Desde mi punto de vista, toda práctica médica trata sobre el cambio. El paciente va a ver al médico porque o bien quiere iniciar un cambio, para curarse una infección, por unos síntomas preocupantes o buscando consejo para mejorar su salud, o bien para detener o intervenir de alguna manera un cambio desagradable; el proceso de envejecimiento sería un buen ejemplo. De alguna manera, el médico es como la comadrona que ayuda a la llegada de un cambio positivo.
-Admite y reconoce que, a pesar de no ser psicoanalista, escuchar el contenido de los sueños de los pacientes puede ser útil a la hora de indagar en los desafíos de sus vidas, en especial los sueños recurrentes. ¿Por qué?
-He escuchado sueños de pacientes, especialmente sueños recurrentes, que parecen apuntar a preocupaciones constantes o problemas del mismo tipo. Es como si el sueño tratara de decirle al paciente que encare o solucione algún problema de su vida. Los ejemplos que pongo en el libro son el del hombre cuya familia había muerto pero él no había sido capaz de hacer el duelo correspondiente. Otro ejemplo sería el de una muy respetada y prominente conservadora de un museo que tenía sueños de ser una cirujana y se encontraba con el cuerpo abierto de una paciente delante de ella, ante el cual no sabía qué hacer. Estuvimos hablando acerca de los sentimientos de falta de adecuación, del “síndrome del impostor” y de cómo en la realidad ella sí era perfectamente adecuada para el puesto. El ejemplo final es el de alguien que sufrió terribles abusos en su infancia y tenía sueños retrospectivos, finalmente fue necesario utilizar medicamentos para que pudiera dormir con tranquilidad.
-¿Es paradójico que en plena época de culto a la imagen y el cuerpo, el mundo desarrollado sufra una epidemia de obesidad?
-No creo que justo ahora estemos en el culmen del culto a la imagen, solo hay que darse una vuelta por una galería o museo para ver que los seres humanos siempre hemos idealizado y cosificado bellos cuerpos humanos. Tengo la impresión de que el culto a la imagen es algo bastante constante entre los seres humanos. Pero lo que sí es nuevo es la comodidad total de tener un coche, un trabajo de oficina, comida basura barata que es placentera de consumir pero poco saludable. Es por esto por lo que, en mi opinión, estamos asistiendo a una epidemia de obesidad. En el capítulo de mi libro sobre Hércules y el culturismo investigo el efecto que los esteroides tienen sobre los hombres jóvenes que acceden a ellos a través de internet. Cómo los vuelven irascibles e incluso estériles mientras siguen aumentando sus músculos. Me interesaba cómo esta disponibilidad actual está causando problemas que ya fueron estudiados incluso en el mito de Hércules. Su ira incontrolable cuando mata a toda su familia y sus periodos de feminización.
-Hay un resurgimiento de los tratamientos rejuvenecedores, con base científica. ¿Temor a la vejez, ansias de inmortalidad a toda costa, aun a riesgo de confrontar con los ritmos biológicos naturales?
-Por supuesto, si estamos disfrutando de nuestra vida, ¡todos queremos prolongarla! Y, una vez más, creo que esto es algo muy antiguo. Hay tratados chinos de alquimia que se remontan a más de dos mil años, sobre cómo elaborar elixires de juventud. Y las historias en “Las Metamorfosis” de Ovidio sobre como Medea hacía pociones para devolver a su suegro Jasón la juventud y la salud. Me encanta la historia de Bulgakov en “El maestro y Margarita” en la que una crema rejuvenecedora no sólo le quita 20 años de encima sino que, además, ¡le da el poder de volar! Y creo que es interesante cómo ahora, cuando pasas por una tienda de cosméticos, las cremas y suplementos vitamínicos se anuncian ofreciendo juventud, belleza y fuerza, y a todos nos gustaría tener más de todas esas cosas; es algo natural.
-¿Los tatuajes son bases de datos para la consulta médica?
-No tanto son bases de datos, pero sí ofrecen información muy útil para el médico. Es conocido cómo Sherlock Holmes hizo un gran studio, por supuesto en la ficción, de los tatuajes por toda la información que ofrecían. A menudo, mientras examino a un paciente veo tatuajes que habitualmente no están expuestos y que me dicen algo importante sobre el tipo de persona que tengo delante y de la mejor forma de atenderlos. Este capítulo en concreto investiga a alguien que se hizo los tatuajes como un proceso de renovación, hasta que progresivamente cubrieron todas las cicatrices de los cortes que se había autoinfligido durante una etapa muy triste de su vida. Los tatuajes hablaban de renacimiento.
Otro paciente se hizo los tatuajes -muy chapuceros- en la cárcel, pero sentía la necesidad de eliminarlos después de la prisión para poder avanzar en su vida. Eliminó todos menos uno.
-¿La anorexia es un "hechizo" de la modernidad?
-De alguna manera, sí, porque cada vez es más frecuente y ahora también entre hombres. Pero de otro modo, no, porque hay relatos desde hace muchos siglos en los que parece obvio que la persona era anoréxica. Pienso en tantas monjas en la Edad Media y en los primeros tiempos de la Era Moderna que evitaban la comida hasta el extremo de casi morir. Entendían la privación de comida en términos religiosos, pero da la impresión de que estamos ante un fenómeno parecido. Y uso la palabra “hechizo” o encantamiento porque así me lo describió una paciente anoréxica que logró curarse sola. Mejoró. Y después, cuando llegó a un peso normal y ya era capaz de comer con normalidad, me contó que sentía como si hubiera estado esos años “bajo un hechizo”.
-¿Cómo impacta el gran cambio de usos y costumbres en la vida del hombre, a raíz de la irrupción de la revolución tecnológica, las comunicaciones y el mundo del trabajo?
-Con toda seguridad puede crear más ansiedad a la gente. Somos más fáciles de distraer. Dormimos menos por la luz de las pantallas y teléfonos, y con la tecnología podemos estar comunicados con casi todo el mundo en cualquier momento. Creo que estas posibilidades nos tienen un poco sobrepasados. Así que desde la silla de mi consulta puedo ver que la tecnologia nos ha traido muchas cosas negativas, pero también positivas. Estoy pensando en los increibles avances en miembros postizos, en implantes cocleares, en desfribiladores implantables que pueden ser programados desde un ordenador cercano. Estos son avances impresionantes que están cambiando la vida a algunas personas. Deberíamos darles la bienvenida.
-¿La mujer sufre más transformaciones orgánicas y psíquicas que el hombre, por el embarazo, la menopausia, incluidos los partos o los abortos del tipo que sean?
-Es desde luego cierto que durante el embarazo el cuerpo sufre una transformación increíble. Y que las mujeres tienen una menopausia más abrupta y llamativa que su equivalente en los hombres, lo que algunos han llamado “andropausia” cuando los niveles de testosterona en los hombres decrecen lentamente. Como médico y hombre he tratado de escuchar con mucha atención a mis pacientes mujeres para comprender mejor los cambios que yo mismo nunca experimentaré, así como hablar con mis colegas mujeres.
-En el caso de la menopausia, usted destaca la idea de Ursula Le Guin, cuando dice que la mujer debe darse a luz a sí misma, a su tercer yo, su ancianidad, con esfuerzo y a solas… Bello e impactante.
-Sí, recomiendo ese ensayo de Ursula Le Guin. Tiene un título extraño en inglés, “The Space Crone” (La bruja espacial), y para cualquier lector interesado en feminismo y envejecimiento es una lectura estupenda. Estuve en contacto con ella mientras escribía mi ensayo y me dio generosamente permiso para citarla ampliamente en él. Como muchos de tus lectores sabrán, lamentablemente falleció en 2018, pocos meses de nuestra correspondencia.
-¿Las risas en el hospital también son un tipo de terapia?
-Hasta ahora, con niños sí. Parece que nuestros hospitales pediátricos han reconocido la importancia del buen humor y de sentirse feliz para curarse. En el hospital pediátrico de Edimburgo hay doctores payasos, terapeutas de juegos, espéctaculos de comedia. Pero nos queda un largo camino para poner en práctica esto en los hospitales para adultos. En el libro menciono un centro paliativo para enfermos terminales en el que trabajé. Los DVD’s más populares eran los de comedia.
-Es llamativo que una enfermedad como el Alzehimer afecte la memoria, "donde reside el yo y urdimos la existencia", según afirma.
-Esta es una de las razones por las que la enfermedad de Alzheimer es tan dificil de tratar y por lo que puede ser tan triste. Mucha gente pierde el contacto con grandes partes de lo que una vez sintieron como algo importante para ellos. Pero siempre queda la posibilidad de ayudar con la angustia y con las dificultades prácticas de perder la memoria. Y a veces la música, el arte o mirar viejas fotografías logran perforar la niebla de la demencia y devolver a la persona recuerdos de cómo eran. También me interesa cómo la memoria no siempre es buena, veces demasiada memoria es mala. Esto queda brillantemente expresado en el cuento de Borges sobre Funes, el hombre que no podía olvidar. La memoria nos abruma si no somos capaces de olvidar.
-¿La medicina es más que el arte de posponer la muerte?
-¡Espero que así sea! Sí, gran parte de la medicina trata sobre demorar una muerte inevitable. A todos nos va llegar. Pero el objetivo de la medicina es ciertamente ayudarnos a llegar a ese punto despacio, disfrutando de nuestras vidas, sin estar limitados por el dolor o la enfermedad, durante todo el tiempo que nos sea posible seguir viviendo.