por Jenny Cornero
Si en este momento haces un stop y pones atención a tu respiración probablemente seas testigo de algunos de los hábitos que conviven con nosotros.
Estás respirando con la boca, o estás respirando con el pecho o quizás hasta estés sosteniendo el aliento o respiración. En cualquier caso, te das cuenta de que poner atención en tu respiración es un hecho poco común en el día a día de nuestras vidas. Porque es una acción que realizamos sin pensar, y cuando le pones un breve momento de atención puede significar uno de los mayores cambios en la transformación de tu calidad de vida.
De ser posible, saber si respiras por la boca o con el pecho, o las dos cosas, es un patrón del que debes ser consciente y entender por qué es conveniente cambiarlo.
“Pienso, luego existo” (cogito ergo sum), dijo el filósofo racionalista René Descartes. “Existo, luego pienso”, propuso Sartre desde su existencialismo- humanismo francés; y los yoguis desde hace 6.000 años demostraron que la piedra fundamental de todo pensamiento y de toda existencia es la respiración, y el modo en que lo hacemos definirá los años que nos toca por vivir. (El yogui calcula su paso por estas dimensiones de acuerdo a la cantidad de respiraciones realizadas)
Somos como respiramos, pensamos como respiramos, gracias y de acuerdo con una ley universal que demuestra que todo ser vivo respira el aire y vive gracias a su oxígeno. Así de simple. Pero no luce tan simple a la hora de entender que la respiración es la mera llave de nuestra mente, según los Yoga Sutras de Patanjali. Y en la tradición del yoga, el control de la respiración o pranayama es esencial para el desarrollo espiritual.
Prana, energía, chi, vida, es lo que nos manifiesta como seres vivos. El agua, el fuego, la tierra y el espacio son 4 de los elementos naturales que nos rodean, nos habitan y son prana en sí mismos, nuestro cuerpo necesita de ellos para subsistir. El aire, el elemento número uno, es prana y lo necesitamos para vivir, por lo tanto sin él no existiríamos, esto lo vuelve el elemento más importante para todo ser viviente.
El aire entra en nuestro ser por la nariz naturalmente sin siquiera nosotros ejecutar la acción, la manifestamos a través de lo que llamamos respiración. La nariz es el órgano de origen para este efecto ya que dispone de pequeños filtros que hacen que el oxígeno que entre, llegue más limpio a los pulmones, continúe su largo proceso a través de la sangre y así nutra el corazón, el cerebro y todos nuestros órganos vitales, extrayendo el mayor prana posible en el trayecto para darle a nuestro organismo la mejor calidad de sangre y armonía al buen funcionamiento de los sistemas. Al respirar por la boca el aire no entra directamente a los pulmones y llega impuro, lo que genera agitación mental; por eso honramos la boca para comer y comunicarnos y la nariz para respirar y oler.
Muchas veces respiramos con el pecho como hábito, ¿pero qué pasa cuando respiramos con el tórax? Sólo utilizamos la mitad superior de los pulmones, dejando la otra mitad posterior completamente inactiva. Si nos dedicamos por un minuto a respirar desde el abdomen notaremos que los pulmones trabajan en su total capacidad y por ende el oxígeno que ingresa y se proyecta a los órganos vitales también lo hará en su máxima calidad.
Introducción a simples ejercicios de respiración yóguica o vital
1) Sentados con la espalda erguida, cerramos los ojos, inhalamos por la nariz y exhalamos por la misma. Cinco veces, fluida y conscientemente.
2) Apoyamos la mano derecha en el abdomen y la izquierda en el pecho y volvemos a inhalar, sintiendo como el aire ingresa desde el abdomen y termina su ciclo de inhalación en el tórax.
3) Exhalamos suavemente continuando el mismo recorrido, relajando el pecho primero y terminando la ronda de exhalación en el abdomen.
Respiración abdominal
1) Sentados en el suelo o en una silla.
2) Apoyamos la mano derecha en el abdomen e inhalamos por la nariz conscientemente, empezando desde ahí, como si infláramos un globo.
3) Exhalamos por la nariz, relajando el abdomen hacia la espalda.
4) Repetimos este ejercicio diez veces… Inhalando, el abdomen sube y exhalando, el abdomen baja. Este ejercicio puede realizarse también acostado sobre la espalda.
Luego de practicar la respiración vital o la respiración yóguica por algunos días empezaremos a sentir la gran diferencia de energía que emana de nosotros y cuanto más claridad en nuestros pensamientos exista, así también nuestra capacidad de atención y de concentración se manifestará notablemente.
Pensar en existir será más como sentir que estamos vivos, y existir a través de nuestros pensamientos será más como la intención de estar presentes en nuestra esencia más profunda.
La respiración vital nos conducirá naturalmente a liberar la mente de actividad, induciéndonos a un estado de relajación y de sutil contemplación.
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