Carla Iglesias. Aqua Aura
Casi todo lo que sabemos y ponemos en práctica al utilizar los minerales lo hemos aprendido de antiguas culturas, esto nos explica las diferentes técnicas de limpieza hoy utilizadas y la gran contradicción entre unos consejos y otros. Los pueblos más primitivos, chamanes, druidas, se inspiraban en la Madre Naturaleza para limpiar y potenciar los piedras.
Siguiendo casi siempre los cuatro elementos, los minerales han sido sometidos a las fuerzas del agua, aire, fuego y tierra.
Agua: este ha sido el principal elemento de limpieza, sólo nos exige una condición para que se cumpla al ciento por ciento su función: que sea limpia y que fluya, con movimiento, es decir que nunca sea agua estancada.
Si miramos detenidamente la fuerza del elemento agua, sería ideal acercar nuestro mineral a una cascada, exponerlo a la lluvia o al agua del mar, siempre aclarando la piedra con agua dulce en este último caso. Como algo adaptado a nuestro tiempo y ritmo de vida, la situación y lugar donde vivimos, también serviría abrir el grifo de casa, sujetar la piedra debajo del chorro del agua durante unos segundos y luego secarla. El mineral ya estaría listo para ser utilizado.
Aire: con este elemento, más que limpiar, lo que haríamos sería potenciar la piedra y programarla con una información concreta, soplando con intención sobre nuestro mineral. Esta acción puede transmitir información que deseemos a la piedra, pero no la limpiaríamos.
Fuego: es el elemento más complejo. Lo más simple consiste en pasar el mineral por el humo de un incienso, uniendo así en un acto de purificación los elementos aire y fuego. Para esta práctica deberíamos conocer un poco los minerales ya que hay piedras que no son compatibles con el elemento fuego. Los ópalos, por ejemplo, en su composición tienen un gran porcentaje de agua y pasarlos por la llama de una vela o incienso los perjudicaría bastante. Esta práctica es muy recomendable con cuarzos transparentes, piedras volcánicas como las obsidianas y en general minerales de color cálido. Piedras naranjas, amarillas o rojas.
Tierra: realmente con este elemento es como mejor limpiaremos las piedras, fácilmente y de manera efectiva, dejando en tierra un mineral toda la noche. Podremos usar una maceta con tierra y plantas. Otro modo común y muy efectivo es poner en un pequeño recipiente sal gema o sal naranja del Himalaya, dejando la piedra encima toda la noche. En centros de terapia o masaje se puede poner un cuenco grande para dejar reposar los minerales de trabajo sobre la sal, así tendríamos constantemente las piedras limpiándose sin que se estropeen.
Finalmente, digamos que la práctica de dejar la piedra en un vaso de agua y sal no sirve de nada, puesto que la negatividad que limpia la sal se queda en el agua y la piedra la vuelve a absorber, creando así un círculo vicioso, y lo peor es que estropeamos las piedras, que se quedan tristes y sin brillo.
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