Olga Lava Mares
Terapeuta Integral y Formadora
La etapa en el vientre materno es una de las más importantes, aunque no tengamos memorias conscientes, las experiencias que aquí sucedan determinarán muchos de nuestros comportamientos. Estas memorias dejan una impronta que formará parte de nosotros para el resto de nuestra vida. Algunas de las vivencias son agradables y nos aportarán recursos que serán de gran ayuda; otras, sin embargo, nos van a perseguir de forma silenciosa hasta que tomemos conciencia de ellas y decidamos cambiarlas.
La influencia de lo que vivimos durante la gestación nos puede afectar de muy diversas maneras, de hecho muchos de los problemas que tenemos en la actualidad tienen su origen en esta etapa:
• Una persona que constantemente tiene problemas económicos y no consigue crear abundancia en su vida por más que se esfuerza podría haber vivido un embarazo no deseado, un intento de aborto por parte de la madre o un rechazo por parte del padre. Y esto habría dejado la creencia de "no soy bienvenido", "no merezco estar aquí, no merezco la vida".
• Un problema de sobrepeso podría tener su origen en abusos o malos tratos que hubiera sufrido la madre durante el embarazo. La biología desarrolla así el programa de acumular grasa o líquidos para estar protegido.
• Un hombre afeminado podría tener esta tendencia causado por el deseo de los padres de tener una niña. Y ya desde el vientre materno cambiar su polaridad para no decepcionarlos o por el miedo a no ser querido.
• Una persona con un continuo sentimiento de vacío y soledad, que nada de lo que hace le llena, podría haber perdido a un gemelo en los primeros meses de gestación, viviendo así esta traumática pérdida dentro de la misma placenta.
• El haber tenido un accidente o caída donde peligre la vida del bebé, podría desarrollar un miedo a no sobrevivir y llevar a la persona a convertirse en insegura y temerosa.
Son solo algunos ejemplos ya que, como vemos, este es un periodo delicado que la madre debería vivir estando feliz, segura, tranquila, siendo cuidada y amada, pero no siempre es así. Generalmente se vive con bastante estrés y el bebé recibe la información de todo lo que sucede, tanto a mamá, a papá, como lo que se vive en el entorno. Sin contar que cuando una mujer queda embaraza automáticamente se van a activar en ella todos los programas de lo que vivió durante su propia gestación, la relación con su madre, y todos los conflictos que no tenga resueltos en torno a la maternidad.
El Test Kinesiológico nos permite detectar el instante preciso en el que hay alguna memoria que se necesita sanar. No solo nos dice el mes de embarazo en el que sucedió el evento, sino qué es lo que la madre vivió, con qué persona puede estar relacionado, en que ámbito de su vida, las emociones que sintieron tanto la madre como el bebé, etcétera. Esta es la gran ventaja que nos ofrece el Test Muscular, acceder a la información de esa etapa donde todavía no tenemos recuerdos conscientes, pero que está grabada en el cuerpo a nivel celular.
Una vez localizada esa memoria, podemos cambiar el desequilibrio que causó, pues el problema se resuelve cuando reescribimos la historia y la resignificamos. Volviendo al instante concreto grabado en el subconsciente, liberando el estrés que hubo y haciendo que el bebé vuelva a vivir las cosas desde otro lugar, aportándole el recurso que le faltó, se consigue dar un nuevo sentido a la experiencia.
Con Kinesiología hay varias técnicas que nos permiten hacerlo, acompañando a la persona de forma respetuosa y amable, abordando los conflictos siempre a su propio ritmo. Es muy sencillo de hacer y no se necesita recurrir a una hipnosis y ni a una regresión.
Además, la Kinesiología siempre va a equilibrar a la persona en su globalidad y con las múltiples y variadas técnicas que nos ofrece, podremos ver si hay otros aspectos que se hayan visto afectados por la misma causa y que precisen alguna corrección, como mejorar la estructura y como consecuencia la postura, aliviando dolores óseos o musculares; equilibrar la energía de órganos y meridianos; detectar alguna alergia alimentaria, que también podría tener su origen en esta etapa intrauterina. Pero sobre todo equilibrar las emociones, identificando y trascendiendo los eventos traumáticos, ya sea durante la concepción, el embarazo o el parto, y resignificar esa vivencia para que no se repitan los mismos síntomas.
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