Juan Carlos Rodríguez
Alguien dijo que «contarlo por escrito es volver a vivirlo, poniéndose a salvo del desorden propio de la vida».
Convencida de que «la escritura te prepara para toda clase de destinos», como dice Julian Barnes, elaboro este libro en Barcelona sobre una antigua mesa de roble y junto a un ventanal. Cada tanto levanto la vista y contemplo los cambios del cielo que nos cubre, estemos donde estemos, y se me ocurre que todos llevamos un cielo cambiante en nuestro interior, que contiene rayos y centellas, relámpagos y estrellas, un sol y una luna, una luz y una sombra. Todos sus matices son bellos. También bajo el foco de lo bello deberíamos mirar los cambiantes matices de nuestros estados del alma. Escribir es la llave para entender ese cielo y para «darte cuenta» de lo que no sabías.
Es un fragmento del prólogo de “Escribir para sanar” (Terapias Verdes - Urano), de Silvia Adela Kohan, licenciada en Filología Hispánica, logopeda y especialista en técnicas narrativas de ficción y no ficción. Nacida en Buenos Aires, actualmente reside en Barcelona; es autora de numerosos libros sobre técnicas literarias y ha dictado seminarios y talleres de lectura y escritura en instituciones nacionales e internacionales. Cada mes imparte su “Taller de escritura terapéutica online para el autoconocimiento y la creación literaria” (al final está su contacto).
Seguidamente cuenta por qué “con la escritura se mejoran los procesos mentales, se mueven los sentimientos, se activa la creatividad y se aligera el alma”.
-Comencemos por “Escribir para sanar”. ¿Qué es lo más destacado que podrías comentar de tu libro?
-Es un libro útil tanto para la creación literaria, como escribir novela, poesía e incluso no ficción, puesto que te activa las ideas y te orienta hacia el encuentro de tu voz, de tu estilo, y también es útil para vivir mejor: la idea que lo rige es cómo abrir puertas cerradas en tu mente, pero familiares a tu corazón. En sus 30 capítulos ofrece ideas, reflexiones, citas de pensadores y artistas, y contiene 135 ejercicios prácticos probados en mis talleres de escritura terapéutica inspiradores para para vivir mejor, para que se cumplan tus deseos.
-¿Qué es la escritura para ti, Silvia?
-Es mi manera de vivir, una compañía, la mejor interlocutora, una casa en todas partes. En parte escribo, y también leo, porque intento interpretar aquello que no entiendo del todo. Algunas cosas solo pueden pensar a medida que se escriben. Pero también para apuntar lo que de otro modo se perdería, ya sabes que la memoria es tramposa, y porque muchos minutos tanto desolados como dichosos de no escribirlos flotarían en el vacío. En la escritura encontré la fusión entre la necesidad y el placer.
-¿Puede convertirse en un recurso de autodescubrimiento?
-Lo es, especialmente si fluyes desde el corazón y no desde los pensamientos. Se trata de escribir para sentir y de sentir para escribir mejor. Hacerlo sin pudor es la clave, desde la mayor sinceridad emocional. Para ello, además de contar una anécdota, se trata de contar las resonancias que ese episodio te ha dejado. Y al releer lo que uno escribe de modo espontáneo, surgen nuevos detalles y atas cabos, algo imposible de hacer si no tomamos esas notas que al releerlas nos revelan aspectos internos que desconocíamos. En este sentido, todo el mundo debería escribir, debería ser un acto tan natural como el habla.
-Del mismo modo, ¿es una vía de transformación, de liberación?
-Es muy útil hacerse preguntas distintas para un mismo hecho que te preocupe: “¿por qué no me lo habrá dicho?”, “¿y yo por qué guardé silencio?”, etcétera. Las preguntas te permiten analizar un problema; las respuestas te permiten verlo desde otra perspectiva y encontrar nuevas alternativas. De allí, la transformación y la liberación.
Una simple lista, un correo electrónico, una novela, una nota en la nevera, una carta al padre o a la madre, a los hijos, a un interlocutor imaginario, a ti… La escritura abre las compuertas y pone en movimiento zonas dormidas. Te escuchas y escribes. Desatas nudos. Deshaces grumos.
-En este momento, especialmente, ¿una buena estrategia sería escribir sobre el miedo, la incertidumbre, cualquier tema referido a estar aislado, solos?
-Sí, en este momento especial veo casi todo de otro modo, siento de otro modo, paso del pánico al extrañamiento, a la paciencia y la confianza; me embargan emociones nuevas y los primeros días solo atinaba a mirar por la ventana. Pero de pronto, a raíz de un detalle, empecé a tomar notas para un libro que tiene un plazo de entrega, y me cambió la visión de las cosas. Hoy escuché a Almodóvar que decía algo parecido: “Al principio estaba enfurruñado, y empecé a tomar notas y me divertí”. Es eso, apuntas simplemente una lista de palabras diferentes y las palabras te llevan a otros momentos, a otros lugares, en este sentido ya es una terapia.
Con la escritura se mejoran los procesos mentales, se mueven los sentimientos, se activa la creatividad y se aligera el alma. De hecho, Dostoievski pudo superar la muerte de su padre con “Crimen y castigo”, Borges pudo volver a dormir cuando publicó “Funes el memorioso” e Isabel Allende pudo calmar el dolor por la muerte de su hija al escribir “Paula”. Sue Grafton, cuando se divorció de su marido en circunstancias complicadas, hizo algo que ella misma aconsejaba «a todo aquel que tenga ganas de asesinar a alguien»: escribir una novela donde hacer realidad sus más oscuros deseos, en ese caso fue “A de adulterio”. Y, tras superar una anorexia que casi acabó con su vida a los diecisiete años, Amélie Nothomb empezó a escribir para intentar entender de qué iba todo eso.
-¿Y hacerlo sobre “cómo me gustaría que…” de cara al futuro?
-Te cuento que desde mi etapa universitaria conservo una carpeta forrada de hule negro con borradores antiguos y más recientes que últimamente releí y me sorprendió detectar mis cambios y encontrar asuntos pendientes que ahora podría llevar a cabo.
En este sentido, a la vez que la escritura del diario deja consignado el pasado, funciona como agenda interior en la que dejamos consignados los propósitos del futuro, y está comprobado que se cumplen si perseveramos en apuntarlos. En suma, la escritura es mágica.
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