Christian Gilaberte Sánchez
Miembro del equipo de IVATENA
Toda situación o circunstancia que nos presenta la vida es susceptible de ser vivida de dos formas: desde el conflicto o desde la solución. Ambas maneras de relacionarnos con ese acontecer que nos atraviesa determinarán, profundamente, la experiencia subjetiva acerca de la vivencia y las conclusiones que resulten de la misma.
El hecho concreto que estemos viviendo es indiferente, neutro. Puede ser una ruptura sentimental, una ganancia económica, la muerte de un ser querido o una pandemia como la actual. Da igual. Lo realmente interesante y transformador es qué hacemos con eso que ya forma parte de nuestra vida, eso que no podemos excluir ni ignorar, eso que clama por ser vivido. En función de cuál sea nuestra elección cosecharemos unos frutos u otros.
Como apuntó con acierto Albert Einstein, “mira profundamente en la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor”. Y es que la naturaleza nos enseña con maestría y de forma sublime aquello que nosotros, pequeños párvulos, todavía no acertamos a entender. Nos enseña a vivir de forma plena, sencilla y confiada con cada una de sus manifestaciones.
Permitidme hablaros de una maravillosa familia típicamente mediterránea. Quienes la forman son oriundos de nuestras mágicas tierras, habiendo conocido todas las culturas que en ellas hemos habitado. Son de estatura menuda y de gran corazón, siempre perfumados y duchos en el arte de la medicina. Botánicamente se les conoce como labiadas (labiatae o lamiaceae). El romero, el tomillo, la ajedrea, la lavanda, la salvia, el espliego, la menta, el marrubio o el hisopo son algunas de las numerosas especies que forman tan nutricia y representativa familia.
En el ámbito de la fitoterapia, la medicina herbal y la aromaterapia son bien conocidas, ya que sus propiedades terapéuticas son sobresalientes y numerosas. Su acción antiséptica, antibacteriana y antiviral de amplio espectro es compartida por muchos de los miembros de la familia, habiéndose comprobado a través de numerosos estudios científicos sus acciones al respecto. Y si estiramos un poco más del hilo, no tardaremos en percatarnos de que muchas de sus maravillosas virtudes se generan por acción en el organismo de compuestos químicos presentes en los aceites esenciales que guarda en su interior cada planta medicinal. ¿Y qué tienen que ver los aceites esenciales con vivir de forma plena y saludable?, os podréis estar preguntando… ¡Lo cierto es que encierran un bonito mensaje!
Muchas de las especies de esta familia forman parte de ecosistemas secos, de suelos pedregosos y poco profundos, donde la lluvia es escasa y la radiación solar elevada. Lugares en los que cualquier otra planta moriría al poco tiempo deshidratada, víctima del inclemente sol y del pétreo sustrato que le sirve de asiento. Es justo allí, donde otras plantas perecen asfixiadas por su entorno, el lugar en el que las labiadas se alzan victoriosas y contribuyen a desarrollar un rico y nutricio ecosistema mediterráneo. El secreto de su triunfo, o al menos parte de él, se encuentra en los aceites esenciales que las forman.
Cuando la radiación solar es alta y la temperatura elevada, las plantas transpiran una mayor cantidad de vapor de agua por sus hojas para mantener sus tejidos correctamente hidratados y a una temperatura segura. Esto funciona genial mientras las raíces tengan suficiente agua disponible; en caso de no ser así, se genera un estrés hídrico en el que la planta termina muriendo. Y es justo aquí cuando aparecen los aceites esenciales.
El romero, el tomillo o el espliego, entre otras labiadas, ante la presencia de un día caluroso y seco, generan aceites esenciales para tapar los estomas de sus hojas (estructuras con una función similar a los poros de nuestra piel) y así no pierden la poca agua disponible que tienen. Además, aprovechan dichos aceites como insecticidas naturales, como elemento de comunicación entre plantas y de reclamo para polinizadores. De este modo, estas especies vegetales aseguran su supervivencia en un entorno inicial poco favorable y perfuman el campo con embriagadores aromas en días de bochorno.
Estas maravillosas plantas “aromáticas” y “medicinales” ganan sus apellidos a través de relacionarse con su presente de forma resolutiva. Convierten el momento presente, aquel que les toca vivir, en un aliado. Y es justo esta elección la que les da la vida y las colma de medicina y aromas que podemos disfrutar y aprovechar. Aquí está el aprendizaje, tan simple, cercano y profundo como la propia existencia.
Ahora queda preguntarnos cómo nos relacionamos con las circunstancias que nos rodean. Delante tenemos tan solo dos opciones. Y nuestras enraizadas amigas ya eligieron la suya.
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