Olga Lava Mares. Bioingeniera, Kinesióloga y Formadora de Terapeutas
En la mayoría de los casos, la enfermedad es un síntoma de que algo no estamos haciendo bien en nuestra vida... Quizá no nos estamos alimentando correctamente, no descansamos lo suficiente, no dedicamos tiempo para nosotros, estamos desconectados de la naturaleza o simplemente no sabemos gestionar nuestras emociones.
Cuando una persona se enferma siempre pensamos que eso está causado por un problema físico, pero normalmente no es así, el desequilibrio comienza por un desajuste en nuestras energías y en nuestro campo electromagnético.
Estas observaciones las hago desde el punto de vista energético puesto que no soy médico, pero la medicina también acepta esta idea. El origen de la mayoría de los desórdenes físicos está en las emociones que vivimos a diario: rabia, miedo, tristeza, preocupación, celos, envidia, rencor, etcétera, que terminan generando un debilitamiento de nuestra energía. Y cuando la energía se debilita, genera cambios vibracionales que actúan directamente en el plano material (físico).
Ya se sabe la relación entre emociones y sistema inmunitario. Cuando en la mente dominan estados de felicidad, sabiduría, paz, confianza, así como ánimo positivo, la energía que producimos nos ayudará a rechazar lo que podamos desarrollar como negativo en nuestro cuerpo, es decir, una enfermedad. Pero si tenemos un desequilibrio a nivel vibracional, nuestro cuerpo energético comienza a perder fuerza, lo cual provoca que se rompan o bloqueen ciertos canales, que se generen fugas energéticas, grietas o cortes en el aura, y se está mucho más vulnerable para atraer todo tipo de energía, entre ellas algunas de baja frecuencia, como por ejemplo virus y bacterias, que cruzan a través del campo energético hasta llegar a depositarse en nuestro cuerpo físico.
Es importante escuchar al cuerpo porque al principio la vida nos avisa cariñosamente con pequeños síntomas para que prestemos atención a aquello que no estamos haciendo correctamente y podamos corregirlo. Por ejemplo, si tuviéramos que interpretar cuando el cuello duele y los hombros se contracturan, nos están diciendo algo así como "estás soportando mucho peso", "asumes responsabilidad de cosas que no te corresponden" y cosas por el estilo.
A veces tenemos dificultad para entender los mensajes y por alguna razón no sabemos o no queremos escucharlos, y así el cuerpo grita más fuerte y el aviso puede venir en una forma un poco más dura, causando una enfermedad.
Llegados a este punto, no hay que rechazar un diagnóstico o tratamiento médico, aunque la responsabilidad de cambiar los hábitos que nos enferman siempre es nuestra. Como medida preventiva para no repetirlos, tendremos que tomar acciones como el cuidado en la alimentación, la armonía en las emociones o actividades físicas que practicar, y es verdad que no siempre es posible sentirse equilibrado porque, por una razón u otra, por problemas de trabajo, de dinero, familia, amor o estudio, a veces la energía se desordena y es necesario recurrir a terapias que, desde las emociones o desde la energía, ayuden a reequilibrar y armonizar.
Las terapias complementarias como la Kinesiología son muy eficientes porque tratan al enfermo y no a la enfermedad. Nos ayudan a despertar al médico interno que todos llevamos, a activar dentro del organismo el poder sanador que el mismo cuerpo tiene y esto es lo que genera buenos resultados, potencia los tratamientos médicos y ayuda a recuperarse más rápidamente.
Con la Kinesiología podemos tratar desde los desórdenes energéticos hasta cualquier tipo de síntoma como ansiedad, depresión, insomnio, problemas digestivos, candidiasis, dolores de espalda, bruxismo, tensión en la mandíbula, intolerancias alimentarias, problemas emocionales o de comportamiento, adicciones, creencias limitantes, recuerdos traumáticos y una larga lista de desequilibrios, ya sean energéticos, emocionales, nutricionales, físicos o espirituales, porque lo que se pretende siempre es encontrar el origen que causó del desequilibrio y darle al cuerpo las herramientas necesarias para poder sanarlo.
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