Olga Lava Mares. Kinesióloga, Bioingeniera Cuántica y Formadora de Terapeutas
Nada en la vida nos hace evolucionar tanto como las relaciones humanas, aunque la velocidad a la que lo hagamos dependerá de las herramientas que cada uno tenga para gestionar todas las emociones que se despliegan.
Porque una cosa sí es segura, las interacciones con nuestros amigos, familia y demás seres humanos son el marco por excelencia donde mayor y más variado número de emociones afloran. Tener que superar la pérdida de un ser querido; la inseguridad y el miedo cuando una relación amorosa comienza; el rechazo o el abandono cuando una relación termina; la decepción cuando las personas no se comportan como esperábamos... todas son situaciones que nos obligan a crecer, a cambiar nuestra visión acerca de la vida y en algunos casos a reestructurarnos, moviendo nuestros cimientos más profundos.
Las emociones son el indicador de las experiencias que creamos en nuestra vida, ellas nos muestran si son agradables o desagradables, y de este modo podemos descubrir qué cosas queremos repetir y cuáles queremos descartar. Porque los humanos aprendemos a través de la experiencia y no con lo que nos dicen los libros o lo que nos cuentan otras personas, sino experimentando.
Ante determinadas experiencias el ego nos dirá "esto no es bueno", "esto es peligroso", "no tendré suficiente dinero para sobrevivir" o "el amor duele"... en función de nuestra educación, de nuestras experiencias pasadas, de nuestras creencias, es decir, según los filtros que tengamos así hablará nuestro ego, y así aparecerán las emociones de miedo, angustia y otras. Es entonces nuestra responsabilidad y de nadie más educar a nuestra mente. Dialogar con ella como si de un niño pequeño se tratara para enseñarle lo que es real y lo que no, tranquilizarla, explicarle y ayudarle a recordar la verdad: que todo en la vida es perfecto, que cada experiencia es única y tiene un sentido evolutivo, incluso las experiencias desagradables; recordarle que tú eres un Ser completo y único, más allá de tus pensamientos y tus emociones. Es decir, tendrás que poner luz donde no la hay, esto es lo que nos hace crecer realmente, trascender el sufrimiento y ver las cosas con compasión. No se trata de matar o destruir al ego, como se escucha algunas veces por ahí, además de ser imposible, se trata de adiestrarlo porque en realidad puede ser nuestro mayor aliado en nuestra evolución. Por ello, es en nuestras relaciones con la familia, los padres, los hijos, los amantes, los amigos, los vecinos o los compañeros de trabajo cuando nuestras emociones saldrán al exterior, dándonos esa gran oportunidad para iluminar esas partes de nosotros que todavía responden de forma automática, por inercia o por supervivencia y que tanto nos hacen sufrir.
En ocasiones no sabemos cómo gestionar las relaciones o como manejar las emociones de rabia, miedo, dolor o decepción, porque no nos enseñaron o simplemente aún no lo hemos aprendido. Esto es un entrenamiento continuo, ya que la vida es un reto constante y relaciones tendremos siempre, de un modo u otro, pues somos seres sociales.
A veces cuando estamos realmente atascados la terapia ayuda, en concreto la Kinesiología es muy útil para resolver problemas relacionales o emocionales. Nos dará claridad para comprender por qué tenemos determinados comportamientos y de dónde vienen, resolver estos conflictos nos permite empezar a relacionarnos desde la alegría, la paz y la serenidad. En algunos casos nos proporcionará el discernimiento necesario para decidir si queremos continuar o no con esas relaciones que son tóxicas, y nos ayudará a integrar las emociones de frustración o rencor para dejar ir las relaciones que ya no estén en orden con nuestro Ser, desde el amor y la gratitud. En otros casos nos ayudará a aceptar que no tenemos el control sobre la vida o sobre los demás y que nadie nos pertenece. En cualquiera de los casos, la Kinesiología siempre nos ayudará a conectar con nosotros mismos, pues es imprescindible retomar la comunicación con el corazón para recuperar la coherencia y dejar de buscar afuera lo que todos ya tenemos por derecho propio, el amor y la alegría.
A partir de septiembre Olga Lava comienza nuevos cursos y talleres.
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