María Luisa Becerra
Desde el origen de nuestra vida nuestra felicidad se quedó agazapada en un lugar desconocido, envuelta en decisiones tomadas por cada uno de nosotros debido a la desaprobación recibida desde el origen, al abuso y la violencia habida en nuestros nacimientos y a una crianza que nos hizo adictos a relaciones tóxicas.
Hasta aquí el panorama parece poco feliz precisamente. Más la buena noticia es que no es así. Ciertamente hemos podido sufrir por no saber regresar al origen, llenando nuestra mente de cantidad de razonamientos que nos alejaban cada vez más de nuestra verdadera esencia y que son el origen de las emociones que acompañan el dolor en el cuerpo. Nos olvidamos de quien éramos.
Hace ya 30 años descubrí la belleza del camino. Sin entender nada de la propuesta a través de mi mente racional, mi corazón vibraba con ella, y allí me entregué.
Qué experiencia más inesperada, desconocida y poderosa, que me llevó a descubrir tímidamente que había dentro de mí un ser desconocido y a la vez libre, ilimitado, pleno, con una cantidad de dones que desconocía, y sobre todo, sobre todo, amor puro e inocente poder.
¡Allí estaba la felicidad! La encontré como quien consigue un gran tesoro luego de haberlo buscado por muchos caminos equivocados o no, pero, al fin, necesarios para llegar hasta ella.
En realidad, no hay nada malo en nosotros, y así lo vives cuando la conciencia te envuelve. Para ello es necesario reconocer el guión de la película que sobre la vida o nuestra propia existencia creamos en nuestra atiborrada mente y aprender el efecto que esas decisiones tienen sobre nuestro cuerpo. En verdad somos el mismo pensador, así que dichas decisiones pueden ser cambiadas por nosotros mismos.
Y aprendí que la energía que somos y que fluye por nuestro cuerpo, debido a impactos emocionales, puede haber sido bloqueada en algún punto causa de enfermedades, malestares, ansiedades y otras muchas disfunciones, incluso conductuales.
Sin embargo todo ello son las luces en el camino que, cuando se sabe llevar el barco, te indican por dónde seguir el rumbo.
Y es en el cuerpo precisamente donde ocurre el milagro de la transformación, de la reconciliación, del regreso a la felicidad, gracias a la respiración conectada y consciente que es la vida misma, la Energía Universal misma, el Amor infinito inspirado con amplitud, con placer, sin esfuerzo ni con la violencia de cuando vinimos al mundo y nos cortaron el cordón umbilical antes de que parara de latir. Momento en donde hicimos graves decisiones sobre la vida y suprimimos nuestra respiración por miedo y culpa.
Ahora aprendemos a respirar la vida en toda su plenitud, la energía comienza a movilizarse por nuestro cuerpo a través del sistema nervioso central. ¡Y la sientes! No son palabras, de la misma manera que sientes dónde no fluye y es aquí donde el acompañamiento del terapeuta, su intuición, la lectura de tu respiración y el apoyo a liberarla harán que se desbloquee el nudo energético, siempre y cuando tú te lo permitas, porque eres tú quien lo hace, el que se entrega, el que no lucha, el que ama en ese momento todo lo que está sucediendo, el que no juzga si lo que siente es bueno o malo, en acción rendida, unida, sintiendo, sintiendo, sintiendo....
No analizamos, no preguntamos, sentimos y transformamos.
Esto es lo que más me gusta vivir como renacedora. Mi valor allí es mi Presencia, silencio, amor, entrega, escucha intuitiva, una palabra o ninguna, y siempre ser testigo de los milagros de nuestra fuerza creativa.
Vivir la experiencia en el agua, en tríadas, mamá, papá y bebé, desde la preconcepción, a la concepción, nacimiento, primera respiración autónoma fuera del agua, y vinculación, es la experiencia más poderosamente sanadora que he vivido, a la vez que sagrada.
Puedes aprender:
• A liberar tu respiración. Vivimos tal como respiramos.
• A sentir la felicidad en ti, el amor en ti y desde ese espacio saber acompañar los momentos de alguna manera difíciles o dolorosos.
• Reconocer tu poder personal, tus dones, tu propósito de vida y cómo expandirlo a los demás desde la prosperidad que mora en ti.
• A ser el creador de una vida de paz y amor para ti y los otros.
• Tomar conciencia de que ser feliz es un estado del ser y que vivir en él es el mejor regalo que les puedes dar a los que te rodean, haciéndose expansivo sin límites.
• Saber reconocer la creatividad del pensamiento y cómo transformarlo.
Tú puedes, todos podemos crear en el planeta un mundo de paz, felicidad y amor. Es fácil y sencillo, simplemente un camino de aprendizaje que te llenará de gozo.