por Pilar Ivorra Ferrándiz (Renacedora, Facilitadora en Constelaciones Familiares y Formadora)
Escribo estas palabras en el Día Mundial de la Tierra, y qué mejor ocasión para hablar del temazcal, la cabaña de sudación. Un temazcal es una experiencia única de conexión, un regalo de la Madre Tierra y de nuestros ancestros. A simple vista sólo es solo una sauna al aire libre para poder sudar, pero si observamos un poco más, veremos que un temazcal es una construcción hecha con varas flexibles, en forma de iglú, cubiertas para que quede en oscuridad completa, con un hoyo en el centro para recibir a las "abuelas piedras" bien calentitas, a las que rociaremos con agua, valiéndonos de un ramito de hierbas aromáticas, de manera que podamos respirar el vapor que desprenden y, de esa manera, sudar, sanar y purificarse.
Si todavía profundizamos más, un temazcal es una representación del útero materno, en este caso, el útero de la Madre Tierra. Se trata de una ceremonia preciosa, una joya conservada por algunas culturas, que hemos recuperado y practicamos por muchas razones.
La primera es que es un placer entrar en el útero de la madre, sentirse acogido en su seno, recibir a las "abuelas piedras" que entran al rojo vivo, mostrando toda su fuerza y esplendor; recibirlas con cantos y hierbas aromáticas que perfuman el espacio para deleite de nuestros sentidos.
La segunda podría ser que el temazcal nos ayuda a curar de muchas enfermedades, como un baño de vapor, sacamos toxinas de nuestro cuerpo a través de la piel y los pulmones, que con el calor se limpian en profundidad, mientras ese mismo calor ablanda nuestros músculos, relajando cualquier contractura. También, contribuye a que nuestros órganos puedan eliminar los deshechos acumulados.
La tercera y, para mí más importante, es que el temazcal es una oportunidad de renacer, de atravesar muchas limitaciones, de reconocernos hijos de la Tierra y hacer un ejercicio de humildad, de rezar por nuestra vida, de purificarnos de negatividad y florecer.
En un temazcal confluyen las fuerzas de los cuatro elementos: la tierra, que nos acoge amorosamente; el agua en forma de vapor; el fuego, contenido en el interior de las "abuelas piedras" al rojo vivo, y el aire, que caliente y húmedo entra en nosotros profundamente. Sin dudarlo, ¡una potente combinación!
Por todo ello, el temazcal es una experiencia transformadora donde la Naturaleza juega un papel importante, que nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos, con la certeza de ser hijos de la Tierra y con la vida misma.