Emi Zanón Simón. Escritora y comunicadora
Hace unos días me encontré con una amiga que estaba un poco angustiada; de las palabras que le dije ha surgido este artículo.
Hoy en día, todos sabemos que somos polvo de estrellas. Y esto que suena tan poético lo es en sentido literal. Toda la materia en el universo, inerte u orgánica, está constituida por los mismos elementos químicos comunes combinados hasta la infinitud. Elementos, compuestos a su vez de moléculas y átomos, que generan energía: campos electromagnéticos que emiten ondas vibratorias, que pueden oscilar desde muy lentas o groseras a muy rápidas y sutiles. Ondas vibratorias que, a pesar de que no las veamos con nuestros ojos físicos, interactúan con todo lo que nos rodea, sea del reino que sea, y con el cosmos, generando una red de relaciones, como vamos repitiendo a lo largo de estos artículos. Insisto en ello: no hay separación a nivel subatómico, lo sabemos ya por la física cuántica.
En el artículo de abril pasado, "Mundo subatómico", decía que uno de los avances más notables en la física de nuestros días es que las partículas elementales tienen propiedades de partícula y de onda al mismo tiempo. ¿Qué quiere decir esto exactamente? Quiere decir que las partículas subatómicas, como los electrones, por ejemplo, existen por naturaleza en estado puro potencial, en estado de onda energética hasta que es observada y se convierte en materia, en partícula.
Los científicos cuánticos han descubierto que la persona que observa o mide las infinitesimales partículas del átomo afecta la conducta de la energía y la materia. Por ejemplo, sólo cuando el observador se fija en cualquier localización de un electrón, es cuando aparece ese electrón. Lo que quiere decir que potencialmente estas partículas son todo y nada. Y también, que la energía sigue al pensamiento. Esto me recuerda la vacuidad budista. Un concepto que está en el corazón de toda la enseñanza del Budismo Mahayana.
Esta pequeña introducción no tiene otra intención que resaltar y apoyar, con base científica, la importancia de nuestros pensamientos y emociones –del mismo modo, una forma de energía vital sutil– para afectar nuestro propio campo energético y, por extensión/conexión, los demás que nos rodean. De ahí la importancia de prestar atención a lo que pensamos y sentimos, diariamente, pues tenemos el tremendo poder de cambiar nuestras vidas, aunque nos han educado (pensamiento newtoniano) en lo contrario. Mente y materia están entretejidas. Pensamiento y emoción, o mente y corazón, juntos, tienen el tremendo poder de afectar el campo cuántico, influyendo en la aparición de cualquier posibilidad que puedas cotejar (salud, dinero, felicidad, amor...), más allá de las apariencias y del entorno.
Es pues responsabilidad de uno mismo decidir hacia dónde dirigimos nuestra vida. Donde enfocamos nuestra atención, enfocamos nuestro poder. Y... tod@s sabemos el bienestar que generan los pensamientos y sentimientos positivos. No esperes más. Experiméntalo por ti mismo.
Aquí os dejo unas consignas, por si os sirven:
· Igual que eliges la ropa que te vas a poner en el día, elige los pensamientos que te van a acompañar.
· Recuerda diariamente que la energía sigue al pensamiento. Y allá donde te enfoques, lo potencias.
· Vacía tu mente para que el universo pueda entrar en ti.
· No ignores las señales.