Cristina Bustamante. Diseñadora de interiores
Que el ser humano se encuentra entre el cielo y la tierra ya lo anunciaban desde la antigüedad orientales sobretodo, el triángulo conformado por cielo, tierra, hombre. Hoy en día deberíamos preguntarnos dónde se encuentra el ser humano.
Lo que está claro es que nos encontramos en una situación de cambio, confío en que sea cambio evolutivo por lo que puedo apreciar, cambios que deberían apreciarse en lo que comprende una sociedad. Siempre he pensado que una sociedad la conformaban su lenguaje, su medicina y, por supuesto, su arquitectura, entre otras cosas.
Los diseñadores y arquitectos en este sentido tendrían mucho que decir, actuando naturalmente con otras maneras de pensar, otras maneras de construir.
Ya lo anunciaban arquitectos como Le Corbusier con su apunte “Conviértete en quien eres”. Así es, según esta corta pero profunda oración podríamos intuir que el ser humano como microcosmos dentro de una sociedad, y por ende una sociedad universal o bien macrocosmos, debería actuar de una manera más global por el bien de todos, no de solo unos pocos. Sin embargo veo una manera de actuar mucho más holística, según mi humilde opinión. Creo que es desde nuestras pequeñas reformas, pequeñas obras, pequeños diseños, que podríamos llegar a un círculo pequeño donde poder interrelacionarnos con otros círculos y así generar una red más grande.
En que falta información estamos todos de acuerdo. Cuando el cliente final es una am@ de casa o, sin ir más lejos, una persona que nunca se ha planteado indagar en los efectos secundarios que podría ocasionar su vivienda, generalmente le da igual, pero cuando se toma un tiempo empieza a darse cuenta de que, por ejemplo, existen corrientes de agua, corrientes Curry o bien Hartmann en el subsuelo, que como magnetismo que es, puede influirte a ti, ser humano mucho más vulnerable entonces.
Y más cuestiones habitualmente ignoradas, como el abuso del PVC, próximo elemento que desaparecerá y es supertóxico; el exceso de aluminio con el gasto energético que supone, o maderas con un “sobrepeso”, el del formaldehido. Precisamente, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer en sus últimos reportes ha clasificado al formaldehido en el grupo 1 como sustancia cancerígena.
Otro que anda en nuestras casas es gas radón, tan presente como invisible. Este gas es capaz de viajar entre los poros del suelo hasta alcanzar la superficie debido a la diferencia de presión entre los poros por donde viaja el gas y el espacio cerrado, estableciéndose un flujo desde el terreno hasta el interior de la edificación. Los mecanismos son por gradiente de presión (convección) y por gradiente de concentración (difusión). El tipo de suelo es el factor más importante, sobre todo si la roca madre sobre la que se asienta es rica en uranio. El ejemplo más representativo el del granito. Además, cuanto más agrietado esté el suelo, mayor es la probabilidad de emisión.
Más datos: ¿sabías que entre el 45-55% del CO2 lo producimos en nuestras viviendas, con las obras por reformas y los escombros que de ellas derivan?
Con pequeños cambios de conciencia, de actuación, e incluso de información, habrá grandes resultados, sin duda.
Y ahora una pregunta básica tras esta reseña: ¿tú, que estás leyéndome seguramente en tu casa, crees que vives en una vivienda o te sientes en tu hogar? Date un segundo para contestar.
Todo el mundo está pensando en el hogar, obvio, pero realmente hay detalles tan sutiles, o no, que a veces no nos dejan apreciar quiénes somos.
Pues sí, realmente nuestro hogar debería ser un autorretrato, un lugar donde sentirnos bien allí, sin intentar gustar a los demás. Deberíamos ser nosotros mismos en cada instante, y eso se aprecia en unos espacios, pero en otros no. Y no precisamente me refiero a los que usan ornamentación adicional para tapar esos rincones de su alma. Generalmente a los espacios que me refiero son esos donde simple y llanamente existe la energía de sus moradores, la energía del mobiliario justo, necesario y sobretodo sencillo, pero a veces esto no es fácil conseguirlo.
Al igual que necesitamos a un zapatero que nos arregle nuestros zapatos, también los diseñadores conscientes tienen una función muy importante en el tratamiento de los espacios. Nuestro hogar es nuestra segunda piel y como tal deberíamos ir pensando en que si nosotros respiramos estaría muy bien priorizar y pensar dónde se encuentra el asentamiento de nuestras viviendas a nivel geobiológico. En segundo lugar, nuestros materiales deberían ser transpirables como nosotros, y cómo no, considerar la energía armonizadora del feng shui, traducción literal de “viento suave sobre agua tranquila”.
El orden utilizado es muy claro, el ser humano cura sus heridas desde dentro hacia fuera, de ahí su orden.
Aprovechemos la tendencia arquitectónica “back to the roots” (volver a las raíces), y con ello la mirada hacia atrás, para recordar los materiales más primarios, piedra, tierra, adobes, lana de oveja, y si tu vivienda va a ser objeto de reforma, busquemos materiales que podamos adaptar allí, pinturas de silicatos, azulejos de barro, madera, yesos, materiales reciclados. Existe actualmente en la Comunidad Valenciana una gran opción de industriales que están concienciados en este tema.
Quien decide transformar su vivienda en hogar pasa sin lugar a dudas por un cambio interno. Cambios que suceden a la par; tu vivienda va cambiando y tú también, todo es por la búsqueda de la esencia, saber quién eres realmente, pero gratificante al final de la reforma, del diseño de tu espacio.
La clara diferencia que yo encuentro se resume en este interrogante: ¿deseo vivir en una casa o sentir mi espacio? Hoy, tú decides.