Emi Zanón. Escritora y comunicadora
Ni “10.000 B.C.”, nombre de la película del director Roland Emmerich (el que también dirigiera “Independence Day”, “El día de mañana” y “2012”), una película de 2008 entretenida que narra la historia del primer héroe (el viaje del héroe) y de una civilización perdida. Ni “10.000 días”, la película de ciencia ficción y supervivencia de Eric Small estrenada en 2014. Ni “10.000 razones” (Bless de Lord), la bellísima canción de Matt Redman de 2011, ganadora de dos premios Grammy. Ni “10.000 sueños”, el libro de ensayo sobre los sueños de Anna Monteschi de 2009. Ni “10.000 inmortales”, como nombró Heródoto a la armada del Imperio Aqueménida (dinastía persa desde Ciro I a Darío III, 553 a 330 a.C.). Ni “10.000 nombres de Isis”, la diosa egipcia.
Pero sí "10.000 horas", cifra mágica (y por lo que podemos ver muy inspiradora, pues podría seguir enumerando, e incluso a mí misma me ha inspirado para este artículo) que los investigadores concuerdan como la necesaria para lograr la verdadera “expertise” –como ellos le llaman– o lo que es lo mismo pericia, experiencia, sabiduría o habilidad adquirida en una ciencia o arte.
Llamada la “Teoría de las 10.000 horas” desde 1990, ha sido defendida por el psicólogo sueco Anders Ericcson, autor del superventas “Peak”, el año pasado, y difundida por Malcom Gladwell, autor del libro “Los fuera de serie”.
Si bien es cierto que a mí me encantan los números, también lo es que todo no se puede cuantificar, a pesar del deseo de querer hacerlo con todas las cosas en este modelo de sociedad mecanicista. Tanto Ericcson como Gladwell decían que no se podía llegar a ser un experto en cualquier área sin haber hecho esas 10.000 horas de preparación, estudio, experiencia, etcétera. Y que el esfuerzo lo es todo para ello. No dudo que en algunas o muchas personas así sea. Sin embargo, son muchos los factores que pueden influir en la verdadera “expertise”, empezando por tener en cuenta en qué área deseas serlo –no será igual en la música, por ejemplo, que en el deporte o en los negocios– y partiendo, obviamente, de tu talento natural y tus cualidades físicas, siempre mejorables.
No obstante, independientemente de esas 10.000 horas y de estos factores personales además de los culturales, familiares, genéticos, ambientales, etcétera, quizá te preguntes por qué algunas personas tienen más éxito en la vida. ¿Cuál es su clave del éxito?
Podríamos afirmar que su clave sería la suma de la voluntad, la perseverancia, el trabajo constante, el esfuerzo, pero sobre todo el entusiasmo, el creer en uno mismo y en sus sueños y proyectos. Creer es crear. Donde enfocamos nuestra atención, enfocamos nuestra energía, nuestro poder (y ello lo vamos repitiendo a lo largo de estos artículos, los tiempos cuánticos y la experiencia así lo confirman). Los Beatles, Bill Gates, Rafa Nadal, Gabriel García Márquez y los grandes de la literatura, por citar sólo algunos de los más exitosos, llevaban seguramente más de 10.000 horas de trabajo y constancia a sus espaldas antes de saltar a la fama, pero sin duda les movía el entusiasmo y amor por lo que hacían, el positivismo, la certeza, incluso en los momentos de frustración en los que siempre se interpone algún obstáculo en el camino y se vuelve todo negro, de que tarde o temprano conseguirían hacer realidad su sueño.
No desistas nunca de tus sueños. Incluso si ya has hecho las 10.000 horas y todavía no los has alcanzado. No te pongas cifras ni límites. Y cree en ti. En lo que eres, en lo que puedes llegar a ser o, mejor dicho, en lo que ya eres pero todavía no reconoces.
Dentro de ti está la Luz que necesitas para alcanzar tu particular “expertise”. Búscala, mímala, cultívala y permite que sea. Ello, unido a tu voluntad y a tu trabajo perseverante, te llevará a conseguir muchos éxitos en la vida, y sobre todo el más grande: ¡estar bien contigo mismo!
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