Juan Carvajal
"Estudié el bachillerato científico sanitario, tengo una visión muy empírica del mundo y dudo de todo, pero desde niña han pasado ciertos sucesos que me han hecho creer que existe algo que no siempre es fácil de ver”. Con estas palabras, Keylah Missen inicia un diálogo en torno a su implicación con el mundo de la magia. Sí, esa de magos, brujas y hechiceros, cuyos rituales parecen rejuvenecer en su “Manual de magia moderna” publicado por Kepler (Urano).
Primero, buscamos una definición de qué es magia. “Es la herramienta para comunicarnos con esa naturaleza que para nosotros es arcana y no sabemos interpretarla bien, con ella podemos aprovechar lo que tenemos alrededor”, responde Keylah. Es decir, a través de la magia se establece “un diálogo entre nuestra esencia y la naturaleza”. Esto es posible porque “hay enlaces entre los seres humanos y los seres vivos del planeta, y la Tierra misma” y para ello “existe un lenguaje”. Símbolos, arquetipos, que se reflejan en un Jung y su inconsciente colectivo. En la humanidad se encuentran mitos muy parecidos en culturas que incluso no estaban comunicadas. En todas se atestigua que “lo primigenio nos permite ser creadores de nuestra realidad”.
¿No hay un ánimo de control en la práctica de la magia? Según Keylah, no. No se trata de “hacer aquello que a ti te da la gana cuando te da la gana, sino de entender que todas las cosas tienen un ritmo, por eso hablo de la paciencia”. “Puedes atraer lo que deseas y hacer realidad tus sueños –dice–, pero aceptando que a veces esas cosas no son buenas para ti o que en ese momento no puedes tener”.
Esto no significa, añade, que “no puedas atraer amor, abundancia, alegría, que es la esencia de lo que queremos los seres humanos, pero quizá el amor que buscamos fuera está en nuestro interior” y “falta escuchar ese mensaje interno para comprender lo que nos hará felices”. Así que “aprendemos, y finalmente conseguimos las cosas cuando en realidad nos toca”.
La psicomagia de Alejandro Jodorovsky es un capítulo aparte en su “Manual…”. Keylah destaca la importancia de comprender e incorporar esta técnica creada por el artista franco-chileno por “el hecho de entender que puedes tener algo doloroso en ti, que te está condicionando en tus decisiones y lo que pasa en tu vida, y que tú, haciendo un acto teatral, puedes romper con esos mecanismos del subconsciente para ayudar a que se cree una nueva realidad”. De allí que “nuestra psique y voluntad son capaces de cambiar la realidad en que vivimos” y que “la psicomagia, entendida como término, sin nombrar autores, ayuda sin hacer magia siquiera, ni hechizos ni nada”.
De modo que así vemos el poder del símbolo, su influencia y cómo traspasa el consciente y sus filtros por el que armamos una realidad. Una flecha que va directamente al nudo gordiano de traumas y dolores, rompiendo la coraza donde están encarcelados y dando un aire de libertad.
He aquí un ejemplo. “Una mujer llegó a consulta porque estaba a punto de quedarse sin subsidio de desempleo, y tenía una familia que cuidar. Tenía una carrera increíble en publicidad, marketing, y no conseguía trabajo. Pensaba que le habían hecho un mal de ojo. Como desconfío bastante del mal de ojo, le dije que íbamos a ver qué pasaba en realidad. El problema no venía de afuera, sino de ella misma. Estaba bloqueando el conseguir un trabajo y le pregunté si quería encontrarlo, sinceramente. Después de un tiempo, hoy está nuevamente en publicidad y marketing, y además creó una empresa dedicada a lo que realmente le interesa. A veces estás tan bloqueado que no eres capaz de tomar las oportunidades que llegan, pero haciendo ciertos actos psicomágicos logramos romper con eso y obtener lo que necesitamos”.
Ya en el campo de los utensilios mágicos, Keylah también aclara algunos puntos. “La utilización de velas y otros elementos, como piedras o plantas, no se debe solamente a que son una representación determinada, sino que tienen una vibración capaz de ayudar a que nuestra voluntad, esa energía que nosotros enfocamos y concentramos, cristalice". Sirven como catalizadores e imanes que atraen. Y sin duda afirma que “no creo que puedas conseguir nada” con sacrificios de animales, con los cuales no está para nada de acuerdo porque es vegetariana.
Sin embargo, después de superar el “nivel de principiante” se llega a un punto donde no hay que realizar hechizos para pedir nada. ¿Por qué? Pues porque “no intentas atraer nada, sabes que las cosas te llegan, lo que haces es fluir con la energía. Cuando llevas mucho tiempo en el mundo de la magia dejas los hechizos porque sabes que todo se logrará en su momento”. Una maestra suya en las artes ocultas, según recuerda, “a veces con tomarte las manos tenía suficiente”, sin más procedimientos.
Un pasaje del “Manual…” cita a Gandalf, el personaje de “El señor de los anillos”, cuando dice en una secuencia: “Un mago no llega nunca tarde ni temprano sino cuando se lo propone”. “No llegas pronto, si ni sabes siquiera si tienes que hacerlo. Cuando aceptas esto, llegas cuando toca”, explica.
Por último Keylah comparte una apreciación: “El mago de antes es el científico de hoy, y lo que los une es la curiosidad. Hace siglos los alquimistas eran magos y científicos a la vez. Leonardo Da Vinci, ¿qué fue?”. Y plantea: “Trabajo con plantas desde pequeña, ¿de dónde obtuve ese conocimiento?, de personas de campo que las tenían a mano. Si te hacías daño, se preparaba un ungüento y te curabas. Hoy en día eso se llama fitoterapia dentro de la naturopatía. Necesitamos el rótulo, el título en la pared. Antiguamente, las mujeres que se dedicaban a hacer estas cosas eran curanderas o hechiceras. Entrabas en sus casas y veías plantas colgadas en el techo, ¿brujerías? No, estaban secándolas”.