Pilar Ivorra Ferrándiz. Renacedora, Facilitadora en Constelaciones Familiares y Formadora
En Occidente vivimos de espaldas a un acontecimiento tan importante como nuestra propia muerte. Y la razón no es otra que el miedo. Nos asusta no saber, lo desconocido nos acecha y eso nos llena de temor irracional.
No voy a ensalzar las culturas orientales cuyos interminables ritos de tránsito se enfocan más en la muerte que en la vida, pero sí quiero situar este acontecimiento en su lugar de importancia real.
La muerte es algo que nos va a ocurrir, inevitablemente. El cómo va a depender en gran parte de nosotros. Creemos erróneamente que mirar la muerte de frente nos va a quitar vitalidad, y es todo lo contrario. ¡Da intensidad a la vida!
El chamanismo nos ayuda a mirar a la muerte como lo que es, un viaje, un tránsito, una aventura y un nuevo estado del Ser. ¿Por qué no prepararse para ese viaje como lo hacemos para cualquier otro? ¿Hacer "la maleta" adquiriendo recursos que nos ayuden a tener más conciencia de cómo y dónde se dirige nuestra alma al desencarnar?
¿Y si existiera la manera de hacer ese viaje con conciencia, en vez de abandonarnos a él desde la inconciencia? ¡Existe! ¿Si pudiéramos visitar ese lugar antes de que la muerte nos suceda. Explorarlo, caminarlo conscientemente, para estar preparados y saber qué esperar? Podemos, sólo debemos ejercitarnos para perder los miedos.
Es muy cierto que ya los velos que separan las dimensiones entre la vida y la muerte son cada vez más sutiles y traslúcidos. Cada vez más personas "ven" y "sienten" presencias de seres desencarnados de otras dimensiones, entre ellas la muerte.
En Constelaciones Familiares, Bert Hellinger nos muestra con claridad que, en realidad, estamos todos aquí, unidos y cumpliendo una función. Y que podemos comunicarnos con este otro lado más fácilmente de lo que lo hemos hecho nunca antes.
Así pues, ¿qué tememos tanto? Lo desconocido, por un lado. Y por el otro, el miedo a ser olvidados, a no haber existido, un miedo del ego que debemos trascender para no quedarnos "pegados" a una realidad que ya no será la nuestra, la de los vivos.
El chamanismo no sólo nos ayuda, sino que nos enseña a hacer de la muerte nuestra mejor aliada, puesto que nos es inseparable, ¡pongámosla a trabajar para nosotros! Hagamos que sea nuestra más sincera consejera; ya que es lo único inequívoco, nos dará la seguridad que a veces nos falta en nuestra decisiones.
Ninguna otra cosa en nuestra vida relativiza tanto un problema. ¡Juguemos el juego de la vida como jamás antes lo hemos jugado! Al fin y al cabo, en el intento, ¿qué podríamos perder que no hayamos ganado ya?
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