Mar Tarazona Beltrán. Odontóloga
Todo lo que nos introducimos en la boca es absorbido por el organismo a través de las mucosas bucales, en especial si nos sangran las encías, con lo cual habría acceso directo al torrente sanguíneo. Los productos químicos que se utilizan en las pastas dentales comerciales no son los ideales para meterlos en la boca y limpiar nuestros dientes y mucosas o para mejorar nuestra salud en general; más bien, pueden ser perjudiciales. Hablemos entonces de algunos de estos productos:
Flúor: interfiere en la química corporal, daña las encías, interrumpe la producción de colágeno y reduce la actividad enzimática. El flúor se acumula en el organismo, sobre todo en la glándula pineal, reduce el coeficiente intelectual, forma depósitos en el cerebro que tiene relación con el alzhéimer, promueve el adelanto de la pubertad...
Propilenglicol: algunas marcas de pasta dentales contienen una pequeña cantidad de este producto, pero su uso diario puede ser nocivo, ya que podría irritar la piel y las membranas mucosas y aumentar la acidez general del cuerpo.
Pigmentos colorantes autorizados: algunos de ellos están reconocidos como alérgenos potenciales y se les ha relacionado con la hiperactividad en niños. Muchos de los aditivos colorantes se contaminan con metales pesados que pueden acumularse en el organismo.
Triclosán: está aprobado su uso en pastas dentales como agente antibacteriano con el fin de prevenir la gingivitis. Hay estudios recientes que demuestran que pueden alterar la regulación hormonal y afectar a las funciones musculares. Además tienen efectos medioambientales negativos, causando problemas en la vida acuática.
Edulcorantes artificiales: se suele añadir sacarina, sorbitol y xilitol para mejorar el sabor de la pasta. Si se ingieren, pueden originar problemas gastrointestinales, sobre todo en los niños.
Etanol: es uno de los principales ingredientes de la mayoría de los enjuagues bucales, aunque es un factor a tener en cuenta en el cáncer oral.
Detergentes y humectantes: se añaden para conseguir una sensación espumosa y de limpieza durante el cepillado. Los humectantes son irritantes cutáneos, interruptores endocrinos y hormonales, y posibles carcinógenos y mutágenos. El sulfato laurílico de sodio descompone la barrera natural de la piel y hace que las encías sangren. Aumenta la permeabilidad cutánea.
Fosfato trisódico: se utiliza en las pastas dentales como limpiador y equilibra los entornos altamente ácidos. Con el tiempo puede causar lesiones tumorales, sangrado de las encías e inflamación nerviosa. También puede afectar al hígado.
Glicerina: gel trasparente y barato utilizado como vehículo de sustancias con baja concentración que figuran como principios activos. La glicerina cubre los dientes e impide que la saliva remineralice el esmalte.
Calcio: el carbonato de calcio se añade como agente limpiador abrasivo y como agente desensibilizante para anestesiar los dientes sensibles a los cambios de temperatura. Si se ingiere, puede producir calcificaciones, piedras en el riñón, hipocalcemia y problemas articulares.
Saborizantes: se añaden para camuflar el sabor desagradable y fuerte de los detergentes de la pasta dental. Se suelen utilizar sucedáneos de menta (mentol) o de canela (cinamaldehído) que no ofrecen los beneficios antibacterianos y regeneradores de las esencias auténticas.
Carbómero: se utiliza para espesar los ingredientes líquidos y formar una pasta estable con la textura adecuada. Estos polímeros son muy ácidos, por lo que se necesita de otro producto químico para neutralizarlos y que no quemen en la boca.
Sílice hidratada: es un abrasivo para pulir la superficie de los dientes. Es un producto natural inocuo, lo malo son los contaminantes que pueden añadirse durante el proceso de fabricación.
Carragenano: se extrae de un alga roja, por lo que parece seguro y natural. Hay estudios recientes que demuestran una relación entre el caragenano y las molestias gastrointestinales, el cáncer de colon y los problemas inmunitarios.
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