Mar Tarazona Beltrán. Odontóloga
La industria publicitaria y farmacéutica nos intenta convencer de que para tratar la sensibilidad dental, prevenir la aparición de caries o curar el sangrado de las encías tenemos que utilizar el dentífrico específico para cada problema, pero en realidad estamos enmascarando los síntomas.
Lo mejor para nuestra salud dental es dejar de utilizar estos productos comerciales y sustituirlos por sal, bicarbonato sódico, un cepillo de dientes seco y preparados de plantas.
Hay que cepillarse con suavidad, el cepillo tiene que seguir pareciendo nuevo tras varios meses de uso. Si no es así, es que ejerces demasiada presión. El cepillo debe ser blando tanto si es eléctrico como manual. El cepillo eléctrico debe ser de cabezal redondo para que puedas llegar a las zonas de difícil acceso.
El cepillo de dientes iónico activado por luz es un cepillo manual que utiliza la luz para ionizar la saliva. Este cepillo crea iones negativos en la saliva que acaban con el 40% de la placa. Sólo con ionizar y alcalinizar la saliva se consigue una importante reducción de la placa. Añade al cepillo seco unas gotitas de aceite de neem con una gota de un aceite esencial y tendrás un antifúngico, antiviral y antibacteriano efectivo.
Después puedes utilizar un cepillo eléctrico pequeño de cabezal redondo para pulir los dientes, garantizando la eliminación total de la placa y de las manchas y dejando unos dientes suaves. Para hacer tu propio pulidor combina sal y bicarbonato sódico a partes iguales.
Enjuagues
Los enjuagues con sal son muy prácticos después de comer, cuando no se recomienda cepillarse los dientes. Si te cepillas los dientes demasiado pronto, la saliva no tendrá tiempo de alcanzar su nivel levemente alcalino de pH7. La sal elimina los microbios y alcaliniza el pH de la boca, creando un entorno neutral para el cepillado. Para preparar este enjuague, a medio litro de agua mineral caliente le añades unos 30 gramos de sal y lo guardas en un tarro con una tapa que ajuste bien. Le puedes poner una gota de aceite esencial y agitar la mezcla, sin remover. Con un vasito vas usando este enjuague.
Acuérdate de raspar la lengua de atrás hacia delante y es imprescindible el uso de la seda o cinta dental. Imprégnala con una sola gota de aceite esencial y hay que introducirla en torno a los cuellos de los dientes.
Hay que asegurarse que son auténticos aceites, destilados con cuidado y procedentes de materiales vegetales cultivados ecológicamente. Son estupendos para la seda dental, el cepillo y para mantener las encías sanas, a la vez que se beneficia todo el organismo. Los siguientes aceites son los mejores para el cuidado de la boca: cardamomo, guindilla, canela, clavo, lentisco, neem, orégano, menta piperita, rosa de Damasco, espino amarillo, aceite de árbol de té, tomillo linalol.
Para un cuidado adicional de las encías puedes utilizar un irrigador bucal. Mejor los que producen un spray fino para llegar a lugares donde no se puede con el cepillo y la seda. Llena el irrigador con el enjuague bucal salado e intenta alcanzar los surcos y los espacios interproximales de cada diente.
Es importante saber que todo lo que se aplica al cuerpo llega al torrente sanguíneo y a los órganos, a veces en mayor cantidad que si los hubieras ingerido, por lo tanto vale la pena tener conocimiento de las composiciones de los productos que utilizamos en nuestra vida diaria.
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